La frescura y el deseo

Y entonces me surge la pregunta: ¿puede un jugador disputar 30 minutos al máximo de sus posibilidades y no puede repetirlo 48 horas después? Parece incongruente que sea así. Mi percepción es que, para el esfuerzo brutal de un partido, los músculos siguen las instrucciones de un cerebro fresco. En el partido que llega dos días después, la fatiga está en el cerebro que se niega a trasmitir las órdenes correspondientes. En los deportes de grupo hay un factor más que alimenta ese cansancio: la forma de ser de los pesos pesados del equipo. Unos son capaces de trasmitir deseo y otros pesimismo. Esta es la razón de lo queridos que son algunos veteranos que saben orientar a los más inmaduros. Rafa Nadal es el vivo ejemplo del dominio que tiene su cerebro sobre su cuerpo. No hay factores externos que justifiquen su cansancio, nadie alimenta las excusas. En esta coyuntura, los entrenadores tienen poco que decir si antes no han conseguido inyectar en los jugadores la pasión. Un ejemplo más de la situación: Valencia gana con justicia en Euroliga a Milán y pierde dos días después con Burgos recibiendo 99 puntos, ambos partidos jugados en Valencia. La situación la vivimos semana tras semana con el Baskonia. Es así.

En estas y otras varias razones se apoya Ettore Messina para pedir que se suspenda la Euroliga, que se jueguen solo las competiciones nacionales y que, cuando estas acaben, se comprima la Euroliga. Encontraré un momento para comentar esta propuesta, sin duda interesante.