Inquietud por el Baskonia
Apenas se intuyen los rasgos propios del ADN azulgrana. Decir lo contrario sería contar mentiras a unos seguidores azulgranas sobrados de bagaje baloncestístico como para narrarles historias infantiles
Cuesta escribir en términos crudos sobre el estado actual del Baskonia, pero hasta su deseada enmienda deportiva no queda otro remedio. Lo contrario sería ... contar mentiras a unos seguidores azulgranas sobrados de bagaje baloncestístico como para narrarles historias infantiles. Hay inquietud en el ambiente de Betoño después de que el equipo alavés tocase fondo el jueves con ambas manos. El grupo que entrena Pablo Laso perpetró un primer tiempo infame que se traducía en un marcador sonrojante (18-45, minuto 17). Más que la percusión de los tambores animosos o los sones festivos de Biotzatarrak se escuchó música de viento interpretada desde los graderíos.
Una de las virtudes capitulares de todo conjunto que se precie consiste en esparcir señas de identidad, al margen de que entren los tiros o se anuden al aro como las corbatas. Y, desgraciadamente, mes y medio después de arrancar la temporada y tras un balance negativo de 7-10, apenas se intuyen los rasgos propios del Baskonia. Ni siquiera los que han esculpido el histórico carácter del que presume, y motivos tiene, su eslogan. Frente al Mónaco, y hasta la reacción visceral a lomos de Moneke en otro tercer cuarto de acoso y derribo (31-14), el público presenció el devenir de un cuadro blando y carente de nervio para competir. Ataques obtusos de muchos botes, pocos pases y escasísimas ventajas a los que añadir una defensa condescendiente ante los cómodos lanzamientos visitantes.
Falta creación en los timoneles y Howard poco puede aportar cuando no anota
El bloque azulgrana aún por emerger asume con cierta naturalidad el hábito nocivo de permitir rentas amplias a sus oponentes de salida. La carretera se torna pronto en un puerto de montaña que exige intensos despliegues físicos y emocionales entre un mal prólogo y otro hundimiento en el epílogo. Anteayer, de nuevo, el comensal desordenado que renuncia al primer plato se atiborra de carne y no puede con el postre. Cabe hablar de cierta actitud laxa, pero el problema también alude a cuestiones inherentes al juego.
Existe un problema de base. O de bases. Falta creación en los timoneles con la pista doblada por la mitad. Forrest parece, a ojos de Laso, el primer encargado del puesto, pero su mayor virtud no reside en contribuir a la fluidez ofensiva. Es muy bueno, eso sí, leyendo las defensas rivales para fabricarse puntos hacia adentro a partir de su fortaleza física. Baldwin asiste más, pero se enreda demasiadas veces en la táctica improductiva del yo-yo. Y Jaramaz, pese a alguna actuación lúcida, tampoco enseña la clarividencia necesaria.
El Baskonia dispone en su plantilla de dos elementos diferenciales, los únicos capaces de revertir momentos delicados en lo que dura un pestañeo. Howard es uno de ellos, naturalmente, pero el tirador inaudito recibe menos balones y pierde protagonismo este curso. Encadena dos duelos con el agujero del dónut en su estadística y cuando no anota poco puede aportar. Los rivales le buscan permanentemente, a menudo llevándolo al poste bajo donde manifiesta su impotencia de talla. El otro, desde luego, Moneke. Anárquico y valiente, vertical y con el don de conducir al grupo hasta la tierra prometida a través de sus incursiones infinitas que le rinden tantas opciones de tiro libre. Pero flota en la atmósfera de Zurbano que las reacciones se deben a impulsos individuales de cuerpo y alma.
Falta un relevo para aquel Costello que abría el campo mediante su amenaza del triple frontal
Porque Luwawu-Cabarrot, el alero completo y elegante que cautivó al principio, malvive en un cráter del que debe salir por el bien del conjunto. Al enérgico Rogkavopoulos le sobran tensión competitiva y valor, pero paga con abundantes dosis de banquillo sus debilidades en la defensa del uno contra otro. Sedekerskis abarca mucho, pero no lo puede todo. Falta un relevo para aquel Costello que abría el campo mediante su amenaza de triple frontal y Papagiannis nos recordó el jueves que carecemos de 'cincos' con buena mano.
Ya, que el relato incita al pesimismo. Creo que es un fotograma actual, el que retrata a un equipo en busca de la fiabilidad. Conviene renovar la fe en que el técnico de la casa rescatará a un grupo confuso para, en primer término, mantener la imprescindible pelea por el acceso a la Copa. Sólo que Pablo no maneja ahora el buque de gran eslora con bandera de la Casa Blanca.
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