«Y al alejarse la gabarra se nos saltaron las lágrimas»
Hace 40 años, la bandera de Álex era tan grande que manteaban a la gente hasta los primeros pisos, y Fernando tocaba la 'trompeta' en lugar de Villalibre. Ayer volvieron a vivir aquella alegría
Un reportaje sobre personas que asistieron al paseo de la gabarra en 1984 y 40 años después? ¡Yo también estuve ahí! Una preadolescente peleando con ... la multitud que atronaba en el Ayuntamiento, armada con bandera y león de peluche atado en el mástil. Más que recuerdos hay imágenes, sensaciones; por encima del miedo a ser engullida, la emoción de participar de algo histórico, un sentimiento que te llenaba como una ola, alegría simple y llana, difícil de conseguir a veces. Ahí estábamos, viendo todo en blanco y rojo, parafraseando mal a Barricada, y ahí estuvimos ayer también, sintiendo un maravilloso 'déjà vu'. Otras cuatro personas comparten en estas líneas cómo vivieron aquella ocasión y la de ayer.
Fernando Urquijo Gorliz. 61 años
«Y al alejarse la gabarra se nos saltaron las lágrimas»
Fernando Urquijo vive en Gorliz y es el único de los cuatro participantes en el reportaje que conserva una foto de 1984, pues lo de la cámara en el móvil es algo reciente y pocos guardan un trozo de papel que les muestre cómo eran, cómo fue. Pues ese joven con cornetilla de juguete al que un colega tapa la boca es Fernando. Tenía 21 años, era universitario –«fuimos por las aulas y sacábamos a la gente»– y en el momento de la foto estaban en el entorno de la plaza Circular, tan cambiado hoy, aunque la alegría parece la misma. «Fuimos un grupo grande, llevábamos banderas e hicimos el mismo recorrido que la gabarra, empezando en Santurtzi. Íbamos cogiendo el tren y parando en puntos para finalmente concluir en el Ayuntamiento. Teníamos energías e ilusión. La fiesta fue global, colectiva, no se establecían diferencias entre la gente, disfrutábamos igual».

«Y como hace 40 años, ayer salí de Barakaldo, donde doy clases en el colegio de Paúles. Pero esta vez lo hice con mis alumnos. Entonces era yo el estudiante y ahora soy el profesor. Y cogimos el tren para ir a Portugalete. Luego, por la margen izquierda, hasta Zorroza, donde comimos un bocadillo y finalmente pudimos ver pasar la gabarra con su séquito. Desde que la divisamos a lo lejos, fue increíble cómo empezó a animar la gente. Y cuando ya se alejaban, se nos saltaron las lágrimas. La copa relucía y salían rayos de la gabarra. Ha sido sencillamente espectacular».
Alex Tamayo Santutxu. 59 años
«Los coches pasaban por debajo de nuestra bandera»
Alex Tamayo, de Santutxu, vivió aquella primera gabarra con 19 años. «Logramos colocarnos en la otra orilla, teníamos el Ayuntamiento casi enfrente, y nos subimos a una valla para verlo mejor. Estaba con la cuadrilla del barrio. Llevábamos una bandera enorme, era de un amigo que la tenía para adornar la juguetería de su familia. Era tan grande que la poníamos de acera a acera y los coches pasaban por debajo. Y manteábamos a la gente, a una amiga que era pequeñita la lanzábamos hasta los primeros pisos. Una locura. Había una alegría, un buen rollo, banderas por todos los lados, eso es lo que recuerdo. Y luego ya a tomar algo por el Casco, el primer cacharro fue en Ronda, en el Lasai».

No hubo bandera-manta ayer, les bastaron sus camisetas y bufandas. Y las ganas de vivir algo parecido. Llegaron andando desde su barrio, pues en metro les resultó imposible, y se apostaron entre las torres Isozaki, desde donde vislumbraron entre las copas de los árboles la comitiva de embarcaciones. «Aunque lo que te pone los pelos de punta es la gente gritando al paso de la gabarra. Es una gozada ver gente de todas las edades gritando lo mismo. ¡Y ahora iremos a la Gran Vía a verles en el autobús!».
Mertxe López Portugalete. 82 años
«He visto la gabarra y todo lo demás. ¡Ha sido precioso!»
Nacida en Gallarta, Mertxe López Porras vive en Portugalete y tiene 82 años, luego en aquel entonces se acababa de estrenar en los 40 y era madre. Fue a verlo con su hermana y sus dos hijos y con su hija pequeña, de 11. «La mayor, de 19, se fue a Bilbao con sus amigas. Bajamos muy prontito con los bocadillos de tortilla para coger sitio y nos pusimos donde está Rialia, el Museo de la Industria, sentadas en el suelo pero en primera fila. Habíamos hecho doblete y aquella era una emoción tremenda. Los niños llevaban camisetas y nosotras pañuelos y bufandas, ¡hasta bandera! Soy muy aficionada, sin ser socia».

Tenía Mertxe mucha ilusión de que sus nietos conocieran toda esta alegría y quería ponerse en el mismo sitio que entonces, pero a las once y media había ya allí tanta gente que decidieron pasar en bote a Las Arenas, más despejado. «Hemos pillado primera fila por los pelos, he estado con mi hija y luego ha llegado su cuadrilla, pero no se han podido acercar tanto. He visto la gabarra y todas las demás embarcaciones muy bien y ha sido precioso. Muchísima gente, pero nunca demasiada... Me ha encantado». Ayer, los bocatas, de lomo con queso.
César Gago Etxebarri. 55 años
«He estado frente al Ayunta, pero no he visto la gabarra...»
César Gago vive hoy en Etxebarri y tiene 55 años, pero entonces, con 15, residía en Galdakao, su pueblo. Desde allí comenzó hace cuatro décadas la caminata que lo acercó finalmente al Ayuntamiento junto a su cuadrilla, ocho o nueve amigos del barrio. «Llegamos a duras penas, porque éramos chavales y puedes con todo, pero lo vimos un poco por encima, fue mejor luego cuando los jugadores se montaron en un camión y fueron por los pueblos. Creo que llevábamos banderas, era una satisfacción enorme por aquel logro, igual que ahora, pero para unos chavales todo es más grande, un orgullo increíble, porque el ser del Athletic al final es un sentimiento».

Era su intención volver a estar en el Ayuntamiento, y así lo hicieron ayer, se colocaron casi en el mismo lugar que en 1984. Enfrente, en Ripa, pero había tanta gente que no hubo suerte. «No hemos visto la gabarra, ha sido imposible, pero ha merecido la pena igualmente pues la emoción es la misma, esto es impresionante, me parece que está más lleno que aquella vez. Queríamos estar por mi cuñado JR, fallecido el día 2, que era un gran forofo del Athletic y se perdió la final...». Al final, pudieron ver a los jugadores saludando desde el balcón del Ayuntamiento.
Y en cuanto a la que esto escribe... Pues ayer lo viví en un sitio distinto pero fantástico, como es Zorrozaurre, casi con el agua lamiéndome los pies, antes de volver al periódico para completar estas líneas. Y confieso que sin ser una gran futbolera, me empapó de nuevo la felicidad colectiva. Otra vez la ola. Me salen las cuentas y con un poco de suerte podría llegar a repetir esto, como Mertxe, dentro de 40 años. Sinceramente creo que no tendré que esperar tanto.
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