El Valencia, un campo de minas
El próximo rival del Athletic está inmerso en una crisis institucional y deportiva, que se llevó por delante a Marcelino e incendió Mestalla
El Valencia es un polvorín y la lluvia de chispas que cae a su alrededor amenaza con hacerlo saltar por los aires. El rival de ... mañana del Athletic vive tiempos convulsos, inmerso en una profunda crisis institucional y deportiva que ha puesto en pie de guerra a la afición valencianista. En los dos últimos partidos en Mestalla contra Leganés y Getafe, en los que el equipo solo ha podido rescatar un par de puntos, la grada escenificó su malestar y pidió en reiteradas ocasiones la marcha de Peter Lim, propietario del club y hombre que tomó la decisión de despedir a Marcelino García Toral. Fue la gota que colmó el vaso y que permitió que salieran a la luz todos los conflictos que estrangulaban el normal funcionamiento de la entidad. La crisis se estaba larvando durante meses, con continuos tira y afloja entre la propiedad y la dirección deportiva solventados con un corte radical que indignó al vestuario e incendió Mestalla. El conjunto ché es ahora mismo un elemento inestable capaz de lo mejor (ganar al Chelsea en Stamford Bridge) y de lo peor (igualar con el colista en casa), incapaz de serenarse y de competir de acuerdo con sus posibilidades.
En verano, poco después de meterse en la Champions y ganar la Copa ante el Barça, el Valencia se partió en dos mitades que era imposible volver a juntar. La propiedad quería fichar a gente como Rafael Leao, Nicolás Otamendi, Radamel Falcao y Nabil Fekir, en cartera de Jorge Mendes, consejero y amigo de Peter Lim, pero la dirección deportiva compuesta por Mateu Alemany y Marcelino se negó y pidió a Maxi Gómez, Rafinha y Denis Suárez, futbolistas representados por Eugenio Botas, agente del técnico. Al final solo se satisfizo la petición del uruguayo. La brecha estaba abierta y coserla se antojaba prácticamente imposible. Las desavenencias empezaron ya en la temporada anterior, cuando Lim y su gente 'aconsejaron' al asturiano tirar la Copa y dar más protagonismo a los jóvenes. Marcelino desoyó las recomendaciones que llegaban desde Singapur y siguió a lo suyo. Ganó el torneo del k.o. y, el día de su despedida, dijo que fue el preludio de su cese.
El Valencia estaba roto por dentro e incluso Lim quiso despedir a finales de julio a Alemany, hombre que trajo y mantuvo contra viento y marea a Marcelino en los malos momentos. Pero la advertencia del asturiano de que dimitiría poco antes de la presentación del equipo y el firme apoyo del vestuario a la dirección deportiva hicieron que el dueño diera marcha atrás. Pero decidió seguir adelante con su política de fichajes y ventas, en teoría, acordó el traspaso de Rodrigo al Atlético. El movimiento enfureció al técnico valencianista, quien poco a poco empezó a cuestionar públicamente los movimientos de la propiedad. Finalmente, el negocio fracasó y el delantero, quien se había despedido de sus compañeros y vaciado su taquilla, se quedó en Mestalla. Esta operación acabó por fracturar las pocas relaciones existentes entre Lim y los responsables de un proyecto que dio al Valencia dos clasificaciones seguidas para la Champions y un título de Copa. El hombre de Singapur ya solo esperaba un tropiezo de Marcelino para fulminarlo.
Bomba de relojería
Tampoco quiso esperar mucho. Lo hizo después de empatar con la Real Sociedad, perder ante el Celta y ganar al Mallorca. En el parón, y a tres días de ir al Camp Nou, cesó a Marcelino y sentó a Celades en el banquillo de Mestalla. Nadie lo entendió, ni el vestuario ni la grada, pero la decisión estaba tomada y no había vuelta atrás. Los pesos pesados de la plantilla expresaron su solidaridad y apoyo con el técnico y la grada no se ha cansado de cantar «¡Peter vete ya!». El equipo cayó goleado ante el Barça (5-2) y luego se rehízo para ganar al Chelsea en la Champions (0-1), pero después fue incapaz de imponerse en casa a Leganés y Getafe. Y es ahora cuando este Valencia convulso, aturdido, herido, confuso, enfadado y también peligroso llega a San Mamés. Un conjunto capaz de lo mejor y de lo peor, una bomba de relojería.
Herrerín hace públicos los duros insultos que recibe en Instagram
«Al final habrá que romperte los huesos para que por lo menos no juegues más aquí». Iago Herrerín recibe «todos los días» mensajes de este tipo en las redes sociales y suele tomarse con humor estos comentarios. Pero el autor de estas amenazas le somete a un acoso constante. Tanto que el portero del Athletic ha decidido dar un paso más y hacer públicos los insultos. El guardameta rojiblanco, suplente esta campaña, fue titular en Butarque. Tuvo una actuación aceptable, pero pudo hacer algo más en el gol del empate del Leganés. Otra disculpa para que este individuo le atacara con saña. «Pírate ya del Athletic, puto inútil. Vete al Castro ya de una puta vez», le escribió el acosador mediante un mensaje privado. El joven no esperaba que sus amenazas vieran la luz, pero el jugador optó por compartirlas con sus seguidores en Instagram. El joven le descalificó con expresiones como «puto cáncer», «puta basura humana» y comentarios como «eres lo peor que he visto en el Athletic de largo». «Eres un crack Jonan Goitia. Y así todos los días», le replicó con ironía Herrerín en esta red social.
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