Uriarte ya tiene su electroshock
PERFIL ·
El presidente del Athletic levanta el título de Copa en menos de dos años en el cargo en una temporada que llevará para siempre el membrete de memorableEn mayo de 2022, en plenos preparativos de aterrizaje en la planta noble de Ibaigane, Jon Uriarte dijo a este periódico que el «Athletic necesita ... un electroshock porque si no va a acabar muriendo». Sus palabras tuvieron un impacto importante en la masa social, sacudida por la fuerza de un discurso centrado en señalar las debilidades de la estructura económica del club, que luego premió al empresario con un rotundo éxito en las urnas. Casi dos años después, el presidente tiene su particular descarga eléctrica en forma de un título de Copa. No era exactamente a lo que se refería en su puesta de largo como candidato, afanado en remarcar su perfil reformador y gestor, pero acaba de cerrar una espera eterna con un éxito mayúsculo que tras 40 años de silencio llenará las calles de Bizkaia de ruido y hará navegar la gabarra.
En la precampaña y también en las primeras semanas en Ibaigane, Uriarte y sus colaboradores más estrechos solían repetir que había llegado el momento de hacer hueco en las vitrinas. «Tenemos que ganar algo». Era la frase que se escuchaba con frecuencia porque los aspirantes y luego directivos comentaban que un gran éxito fortalecería las bases de su proyecto deportivo y lo haría más atractivo a la hora de fidelizar y traer a jugadores. «Así verán que no hace falta marcharse fuera, sino que pueden ser campeones en casa», reflexionó uno de ellos. El presidente puso el acento en la optimización de recursos humanos y económicos, en la consecución de nuevas fuentes de ingresos, en la apertura de otras líneas de negocio y en la necesidad de incrementar la asistencia a San Mamés, entre otros retos, sin olvidar la fuerza que daría al club un título. Lo tiene.
Tras bastantes ajustes económicos, algunos impopulares pero según sus autores «encaminados a garantizar la sostenibilidad» de la entidad, la Copa le extiende prácticamente un cheque en blanco a un presidente que está a punto de llegar al ecuador de su mandato en la cresta de la ola. No hay nada comparado al poder que otorga un equipo campeón, que regresará a Europa tras seis años de invisibilidad continental.
Gestión
En sus 22 meses en el cargo, donde mantiene un perfil bajo y comparece a cuentagotas, Uriarte ha combinado aciertos y errores. Entre estos últimos está el de forzar aquella imagen junto con Valverde y Muniain para escenificar el compromiso institucional y del vestuario con Europa. No acabó de gustar en la caseta y encima el objetivo no se cumplió, sin que se asumieran responsabilidades. Luego el Bilbao Athletic descendió y se mantuvo al entrenador hasta el final –Álex Pallarés– a pesar de haber cargado contra el club. Tampoco sentó nada bien que la directiva decidiese cobrar a los padres de infantiles que participaban en la Athletic Cup ni que Ibaigane cerrara patrocinios con casas de apuestas, sin olvidar la polémica por exigir que paguen las embarcaciones por acompañar la gabarra. Además, más de un jugador no termina de digerir la presencia de las cámaras en la caseta antes de los partidos. Se montiza todo, o casi.
Pero el peso de los aciertos inclina la balanza en favor de la gestión. En la última asamblea de los compromisarios, Uriarte presentó un balance con una reducción del déficit estructural de 16 millones, además de cerrar el ejercicio 2022-2023 sin pérdidas. El club también informó de que los ingresos aumentaron en 9,8 millones respecto al curso 2021-2022. Se pusieron en marcha proyectos como el AC Campus, eventos antes de los partidos, transformación digital, celebración del Euskal Non-League Day y se llenó San Mamés, entre otros hitos. La asistencia media se sitúa en 46.594 espectadores frente a los 43.703 del año anterior, es decir, un 6,5% más. En Sevilla, además, el club dio un paso adelante al pedir por primera vez a su afición que no pitara el himno. En la parcela deportiva se abordaron operaciones de envergadura tanto en fichajes como en renovaciones.
La dirección de fútbol encabezada por Mikel González, de plena confianza de Uriarte, trajo a Ruiz de Galarreta y a Ander Herrera. El regreso de este último no ha salido como se esperaba, pero en su momento fue aplaudido por la familia rojiblanca. Acaba de cerrar además el fichaje de Álvaro Djaló por 15 millones, un refuerzo que ilusiona –además de todas las incorporaciones que se llevan a cabo en las categorías inferiores–, y se ha renovado a futbolistas importantes como Sancet, Nico Williams, Vivian, Guruzeta y Yuri, sin olvidar a Adu Ares, Lekue, Vesga, Unai Gómez, Villalibre y Raúl García. Ahora quedan pendientes los casos más inmediatos como los de Berenguer, Muniain, Dani García, Morcillo y los propios Herrera y Raúl García.
Más allá de todo esto, el caso es que Uriarte puede presumir de ser el presidente que ha terminado con un silencio de cuatro décadas. Tiene la 25º en las vitrinas, algo que no ha logrado ningún dirigente desde Pedro Aurtenetxe. Lo han buscado e intentado sin éxito Lertxundi, Arrate, Uria, Ugartetxe, Lamikiz, Urquijo, Macua, Urrutia y Elizegi, quien vio al equipo perder dos finales en apenas 15 días. Ahora, 40 años después, un emprendedor bilbaíno de 45 acaba de entrar en el gran libro de la historia rojiblanca.
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