Admirado y querido, el Athletic es único en el mundo. Herritik sortu zinelako, maite zaitu herriak- Porque surges del pueblo, te quiere el pueblo. Y ... ese es su honor más grande, que está en el corazón del pueblo- herriaren bihotzean.
Muchos somos los que empatizamos con el Athletic y es que es el corazón y la pasión lo que mueve a su grandísima afición. Pero hay algo que le hace ser diferente y que muchísimos no vizcaínos ni vascos son athleticzales. Y en cuestión de emociones y de sentimientos, gente de lugares y pensamientos diferentes hacen un rasgo distintivo que es consustancial en su relación con el ser del Athletic y con la hinchada rojiblanca.
Las lágrimas derramadas de emoción entre los aficionados del Athletic de todo el mundo están en sintonía con la historia. Han transcurrido cuarenta años y sabemos que en el fútbol, como en todos los demás ámbitos de la vida, vivimos momento a momento deseos, alegrías, tristezas y decepciones, pero que nunca se ha de perder la esperanza porque las victorias llegan con trabajo y sufrimiento. Nada es fácil y Ernesto Valverde emocionado por lo que se vivió en esta final también lo decía: «Sabemos lo que significa la Copa para el Athletic, había que pelearlo, había que lucharlo».
Y remarcamos la historia y la filosofía del Athletic y ello nos hace grandes. Recuerdo que hace unos años coincidí con Javier Clemente y me decía: «Soy partidario de la filosofía del Athletic y nunca debemos perderla, pero, se podría ampliar, porque aparte de haber nacido aquí o ser de la cantera hay otra realidad ¿por qué no pueden jugar en el Athletic los hijos, nietos o biznietos de los que tuvieron que irse de aquí?». Ejemplos, cuando 'El Vasco? Aguirre era jugador o Diego Forlán, cuya abuela nació en Donostia, pero que nunca pudieron jugar en el Athletic. Diego Forlan ganó dos botas de oro jugando en el Villareal y en el Atlético de Madrid y curioso que fuera verdugo del Athletic marcando doce goles en catorce partidos.
En esa misma conversación remarcaba Clemente, como es habitual en estos tiempos, si mi hijo o mi nieto trabaja en Bruselas o en Londres, nace allí y se cría allí, con la filosofía actual tampoco podría jugar.
Remitiéndonos a la historia, el País Vasco ha sido un pueblo emigrante. Sobre todo a lo largo del siglo XIX y principios del XX. Al menos una tercera parte de la población del País Vasco se marchó al exilio, muchos de ellos a tierras americanas y aunque sus descendientes que viven en aquellas tierras, sienten un especial vínculo con el País Vasco, no pueden jugar en el Athletic.
Javier Aguirre, el carismático entrenador del Mallorca, afirmó que desde pequeño, en su casa de México, siempre han vivido el Athletic, sus padres son vascos y le inculcaron su pasión y sentimiento. En su habitación, durante toda su infancia, estuvo colgado el cartel del Athletic y le hubiera gustado jugar en el Athletic o ser entrenador del equipo de sus padres, pero «paradojas del destino, no he tenido oportunidad».
Muchos vascos emigraron a tierras americanas y sus descendientes no pueden jugar en el Athletic
Aferrarnos a lo que somos nos muestra nuestra personalidad, instinto y fuerza y cada uno defendiendo a los suyos. También la afición mallorquina cantaba así: «El Mallorca es un sentimiento que se lleva, se lleva muy adentro».
Así pues, el fútbol más que nada apela a los sentimientos y no podemos olvidar la importancia de la cantera, por lo que el trabajo de quienes la consolidan y desarrollan, es digno de elogio. A destacar que detrás de todo hay un trabajo en equipo increíble, lo que aquí decimos, elkarlana: trabajo en común, que está en la sombra, pero que tiene un valor fundamental en el ser y hacer del Athletic.
Afirmaba también estos días Javier Clemente: «La historia real es una forma de trabajar; si no se trabaja diferente a los demás, será difícil superarles». Y añorando recuerdos, hace cuarenta años, viene a mi memoria que aquel 5 de mayo de 1984 estaba en Brasil, un país que vive el fútbol con intensidad. En aquellos tiempos no existían teléfonos móviles ni internet y en una radio local de la ciudad de Belen (Brasil), desembocadura del gran río Amazonas, escuché con entusiasmo: «Athletic de Bilbao campeäo da copa da Espanha». Estaba lejos pero al igual que en esta noche histórica, mi corazón estaba en mi tierra y con mi gente que vibraba de emoción.
Como bien dice el himno del Athletic, «Athletic gorri ta zuria, eres parte de lo que somos; adelante con nuestros valores y cantemos fuerte al grito que nos une, tenemos la fuerza de la voluntad y del viejo tronco de roble florezcan nuevos retoños».
Y ojalá se cumpla lo que Piru Gainza, en aquellos años de dictadura, le decía año tras año a Franco y lo que Iribar repitió al rey Felipe al final del partido: «¡Hasta el año que viene!». Y nosotros diremos que nunca caminarás solo, siempre estarás en el corazón del pueblo. Athletic, herriaren bihotzean.
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