Razones para creer en el despegue del Athletic
La victoria del sábado puede ser un punto de inflexión porque el equipo de Valverde demostró que ni está tieso físicamente ni se le ha olvidado jugar
Es curioso cómo puede cambiar un equipo en apenas tres días; en el caso del Athletic, los que transcurrieron entre su partido del miércoles contra ... el Real Madrid y el del sábado ante el Atlético. La diferencia fue tan grande que se podría hablar de dos equipos distintos, incluso antitéticos. De uno lúgubre y sin confianza a otro exultante y seguro de sí mismo. Es cierto que el nivel del rival también fue muy diferente, pero aun así la transformación del equipo de Valverde resultó espectacular. Lo fue hasta el punto de que nos obliga a reflexionar con una cierta profundidad sobre lo que le viene ocurriendo al equipo en los tres últimos meses, saldados con unas cifras desoladoras: 10 derrotas, 3 empates y 5 victorias en 18 partidos, con 13 goles a favor y justo el doble, 26, en contra.
La crisis ha sido indiscutible. Y lo decimos en pretérito perfecto haciendo un ejercicio de optimismo y, por supuesto, compartiendo el deseo de toda la familia rojiblanca, expresado por Valverde en la sala del prensa de San Mamés, de que la victoria ante la tropa de Simeone sea un punto de inflexión. ¿Lo será? Habrá que verlo en los próximos partidos, empezando por los cuatro pendientes en lo que queda de año: PSG, Celta, Espanyol y el rival que toque en la Copa. Hay algunas cosas, sin embargo, que tras lo visto en estos dos últimos duelos ante Madrid y Atlético convendría resaltar. Me refiero a algunas cuestiones que han sido denunciadas como causas evidentes de la crisis de los rojiblancos.
Una de ellas, quizá la más extendida, ha sido el estado físico de la plantilla. Llevamos semanas escuchando en todo tipo de tribunas que el equipo está hecho casi una piltrafa, que no se parece en nada al de las últimas temporadas. Y que buena parte de culpa la tiene Luis Prieto. El de Dima, por lo visto, ha echado por tierra, sin encomendarse a nadie, todo el sistema de trabajo que José Antonio Pozanco había desarrollado durante casi veinte años con Valverde y ha dejado a los futbolistas más tiesos que la mojama. Por supuesto, los tiros también han apuntado al fisiólogo Iñigo San Millán, el actual director de rendimiento del Athletic; un científico, conocido por su vinculación con el UAE de Pogacar, que por cierto debe estar en Lezama como Montaigne en su castillo. No ha salido nunca a hablar en público a la hinchada rojiblanca.
Tras la derrota ante elReal Madrid este tipo de críticas se recrudecieron. La triste imagen del equipo, con esa flojera de adolescente mustio que se pregunta a dónde van los patos de Central Park cuando el lago se hiela en invierno, carente de intensidad y de la necesaria fiereza de carácter para competir ante un rival tan poderoso, empujaba ciertamente a criticar la escasez de fuerzas de los leones, a los que no les daba ni para rugir. Ahora bien, resulta que tres días después ese mismo equipo, a pesar del cansancio acumulado, supera con creces a un hueso duro como el Atlético, le gana en todos los conceptos de la pelea física y acaba el choque como un tiro marcando el gol de la victoria en el minuto 85. ¿Pero no estaban tan hechos polvo que tenían que subir a los primeros pisos en ascensor?
Lesiones y contagio
¿Cómo se explica esto? No es fácil, la verdad, pero hay indicios que a algunos nos llevan a una conclusión: que la crisis del Athletic no ha estado provocada tanto por el estado físico de los futbolistas, aunque es cierto que dos años a todo trapo han provocado en ellos un desgaste, sino por una cuestión mental de origen diverso. La mala suerte con las lesiones, por ejemplo, ha afectado a jugadores muy importantes, empezando por la pérdida de Prados para toda la temporada y siguiendo por Galarreta, Iñaki Williams, Sancet o Nico y Berenguer, que han jugado muy limitados. Esto ha debilitado al equipo y ha tenido una influencia directa en una calamidad que ha multiplicado la desconfianza:la falta de gol. Sólo se han marcado 19 en 21 partidos. Y ante el Atlético, a pesar de la victoria, el desperdicio de ocasiones continuó siendo irritante.
A todo esto hay que unir ese factor de contagio psicológico que en los equipos se produce tanto para lo bueno como para lo malo. Ya se sabe: cuando las cosas van bien, todos los futbolistas son mejores e incluso más guapos.Y al contrario, cuando se tuercen son malos como la tiña y muy feos. Esto ha creado un ambiente de ansiedad y recelos en una plantilla poco acostumbrada a sentirse cuestionada. En realidad, mucho más acostumbrada al elogio y al apoyo masivo de una afición que lleva tres años llenando San Mamés, que a sus críticas.
En fin, que tras la victoria del sábado, y por la forma en que se produjo, hay razones para creer en un despegue que permita al Athletic elevar su nivel y acabar ocupando un puesto que le dé acceso a la Europa League y haciendo un buen papel en la Copa. Que es de lo que se trata. Lo de la Champions ya queda muy lejos y, además, tras lo visto esta temporada, ha dejado de ser sugerente. En este sentido, el partido del miércoles ante el PSG pasa a tener un valor secundario. Si se hace la hombrada, mucho mejor. Nunca hay que renunciar a la posibilidad de hacer historia ganando al vigente campeón de Europa. Pero el objetivo está en el Celta y el Espanyol, que por cierto está por encima en la clasificación, y en concentrarse como es debido para no sufrir un accidente ante el rival de Primera o Segunda Federación que le corresponderá en la Copa.
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