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Rayo 0-1 Athletic
Misiones cumplidas en VallecasEl Athletic ha cerrado este sábado la temporada con una victoria y el hecho de que ésta fuera intrascendente no debe restarle al menos un ... mérito importante: los rojiblancos acaban con esa nefasta racha de siete temporadas consecutivas perdiendo –el año pasado empatando– en la jornada 38. Esta vez se llevaron los tres puntos en Vallecas ante un Rayo que no marca un gol ni al arco iris y lograron el verdadero objetivo del partido, la gran ilusión del equipo. Unai Simón conquistó el trofeo Zamora y lo celebró con sus compañeros en el campo, repartiendo abrazos, cuando se retiró nada más cumplir el minuto 60. El público, tanto el local como el visitante, le aplaudió a lo grande. Lo cierto es que fue un momento curioso por lo inédito. Nadie recuerda una celebración así del Zamora, pero el Athletic también es diferente en esto. Y ya eran 54 años sin lograr ese premio, desde que lo consiguió Iribar. Demasiado tiempo.
El partido fue lo flojo que se esperaba. Lo mejor de la tarde estuvo en las gradas de Vallecas, donde la hinchada local celebraba el centenario del club, despedía a varios futbolistas importantes y, por otro lado, recibía a una de las aficiones, la del Athletic, con las que tiene mejor relación. La hermandad se percibió en las gradas mientras sobre el césped se vivía una noble disputa. Hubo dos tiempos para cada equipo, el primero muy claro para el Rayo y el segundo para el Athletic, que mejoró con los tres cambios que hizo Valverde en el descanso dando entrada a Vivian, Unai Gómez y Raúl García en lugar de Yeray, Jauregizar y Villalibre. Y no sólo con los cambios. La mejoría fue una cuestión de actitud colectiva.
Desde el pitido inicial se puso de manifiesto una diferencia fundamental entre los jugadores de los dos equipos. Mientras en el Rayo había varios con un evidente interés en hacer un buen trabajo –Trejo y Falcao, que jugaban por última vez como franjirrojos, o De Frutos y Andrei Ratiu, que querían dejarse ver– en el Athletic sólo Unai Simón estaba realmente enchufado. Los demás iban y venían por el campo, jugando porque no podían hacer otra cosa, porque el entrenador les había puesto en el once y tenían una obligación que cumplir. El problema es que, sin un punto mínimo de pasión, los rojiblancos son un muermo, aburridos hasta la extenuación.
Eso es lo que fue la primera parte: un aburrimiento completo para los hinchas del Athletic. Para los del Rayo, por su parte, fue la constatación sangrante de la carencia que les ha machacado esta temporada y ha estado a punto de poner en peligro su permanencia: su desesperante falta de gol. Han acabado con 29, una cifra pobrísima que, en circunstancias normales, te condena al descenso. Ayer fallaron más de siete ocasiones, sobre todo en la primera parte, donde De Frutos perdonó hasta tres veces a Unai Simón.
La verdad es que tuvo suerte el portero de Murgia al tener que defender su Zamora ante el Rayo. Le toca otro equipo con un poco más de puntería y, a estas horas, el favorito sería Ter Stegen. Porque lo cierto es que el Athletic fue un coladero durante los primeros 45 minutos, sobre todo por la zona izquierda de su retaguardia. Al equipo de Valverde le faltaba tensión. En realidad, estaba desenchufado por completo. Ni tenía la pelota ni se ordenaba con criterio en los balances defensivos. Los cuatro hombres de ataque prácticamente eran inexistentes, tanto Villalibre como Jauregizar, que debutaba como titular, como Nico Williams y Berenguer, que parecieron guardar sus fuerzas para la segunda parte.
El choque fue otro tras el descanso. Decíamos líneas arriba que el Athletic mejoró con los cambios, pero es lógico pensar que, aparte de mover su banquillo, Valverde debió ponerse muy serio ante sus pupilos en los vestuarios. Seguro que les recriminó la empanada que tenían y les pidió un esfuerzo suplementario, al menos durante un cuarto de hora, hasta el minuto 60, cuando Unai Simón ya podía ser sustituido. Sea como fuere, lo indiscutible es que le hicieron caso. Los rojiblancos aumentaron su ritmo y el Rayo lo notó. Comenzó a perder la pelota más rápido y a sufrir por los costados.
El partido se igualó y la gente se divirtió mirando el cronómetro, descontando los minutos hasta el 60. Antes de que llegase ese momento tan esperado, el Athletic tuvo que lamentar la lesión de Berchiche, que sufrió una dolorosa luxación de hombro en una caída. Una vez cumplido el objetivo del Zamora, ya más liberado, el Athletic abrió el marcador tras una gran jugada entre Berenguer y Nico Williams. Y el Rayo ya no fue capaz de remontar. Falló otras cuatro ocasiones, dos de ellas en el descuento. Una calamidad, en fin. La gran jugada del exjugador del Torino en el gol no dejó de ser una nueva demostración de lo importante que sería su renovación. Este equipo no está para perder jugadores de su talla. En realidad, teniendo en cuenta la enorme exigencia que se avecina el próximo curso, no está para perder a nadie. Viendo ayer a Dani García, por ejemplo, no es extraño que Valverde deseara su continuidad para determinados rotos y descosidos.
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