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A Julen Agirrezabala no le seducía mucho el fútbol de pequeño. Prefería dibujar, especialmente animales. Veía documentales y enseguida se ponía a recrear sobre el papel leones, tigres, lobos. El balón estaba ahí, en un discreto segundo plano, un objeto más del patio de colegio, ... donde acompañaba a sus amigos con más o menos entusiasmo, hasta que se fue un verano a Peñíscola. Su primo le llevó a la playa, empezó a chutar balones y a él se le daba bien pararlos. No hubo vuelta atrás. Le gustaba mucho el tenis y también el baloncesto, aunque finalmente decidió crecer entre los tres palos. Ha llegado hasta un 1'87, que años después se hizo muro en La Cartuja. Allí se proclamó campeón de Copa, al igual que Nico Williams y Berenguer, otros dos grandes protagonistas de una final esculpida en mármol.
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El portero guipuzcoano ha sido la apuesta de Ernesto Valverde en la Copa. El entrenador del Athletic sentó al titularísimo Unai Simón, indiscutible en la Liga y fijo en la selección española, con la que jugará la Eurocopa de Alemania, y confío en Agirrezabala para ganar la 25º. Era un movimiento arriesgado, no exento de ruido ambiental y hasta de incomprensión, pero Txingurri lo tenía claro y también los dos guardametas. Solo había que ver a Simón cómo aconsejaba a su compañero antes de la tanda de penaltis, y el beso que le dio luego con el título entre manos. El chaval que dibujaba tigres y leones se transformó en uno de ellos para domar a Morlanes, primero, e intimidar a Radonjic, después, convertido en uno de los héroes de La Cartuja. «Con su parada nos dio la vida», dijo Txingurri. Rechazado en su momento por la Real, que apostó por otro cancerbero que ahora está en el Beasain de Tercera Federación, firmó por el Athletic en 2018. Solo jugó una temporada en Basconia y otra en el Bilbao Athletic, y dio el salto. Tan alto que ahora está dando un paseo por las nubes.
Por ahí arriba está también Berenguer, el último goleador campeón del Athletic. A diferencia de Agirrezabala, que descubrió su vocación en la arena de Peñíscola, siempre ha tenido claro que su felicidad cabía en un balón de fútbol. Osasuna le reclutó con apenas 10 añitos y cuando en el colegio le preguntaban qué quería ser de mayor soltaba «futbolista» sin pensárselo dos veces. Las notas no eran su fuerte y su padre le puso a trabajar un verano haciendo palés, con el despertador puestos a las seis de la mañana. El hombre pensaba que así espabilaría su hijo, al que no le gustó nada aquella experiencia. Lejos de aplicarse con los libros, el navarro se reafirmó en su idea de convertirse en un jugador profesional. Lo hizo como rojillo, donde empezó todo, luego se marchó al Torino y en 2020 recaló en el Athletic a cambio de 10 millones más otro y medio en variables.
Berenguer no pudo empezar mejor su aventura en Bilbao. Marcó en su estreno en San Mamés contra el Levante. Aquel tanto siguieron otros siete en la Liga 2020-2021 y el que hizo de nuevo a los granotas en la Copa, que valió una final. «Es el gol al que más cariño tengo», confesó en una entrevista con este periódico. Llegó encima en la prórroga, en el minuto 112, tras rebotar en Vukcevic, dar en el palo y colarse en la portería levantinista. Pero no sabía lo que llegaría dos años y medio más tarde. El penalti que transformó en La Cartuja valió un título que se llevaba esperando 40 años, el acierto de su vida. Acaba contrato en junio y su futuro está en el aire. A sus 28 años, el navarro es un jugador maduro y valioso, sobre todo de cara a un curso con cuatro competiciones.
El brillo de Nico
El MVP de la final fue Nico Williams. El pequeño de los hermanos sedujo de nuevo con su descaro, verticalidad, regate y jugadas. Lo hizo además en un escaparate observado por millones de personas, que vieron a un joven que está llamado a dominar durante la próxima década. El Athletic se puso el traje de faena y tras meses de conversaciones y reuniones renovó al extremo hasta 2027. Ahora bien, su cláusula es de algo más de 50 millones y por lo tanto asequible para las chequeras más poderosas. En cualquier caso, el internacional absoluto aseguró tras la conquista de la Copa que le quedan «muchos años» como rojiblanco. Una declaración que tranquiliza al club y la afición, aunque el concepto de tiempo es relativo y aún más el de la duración.
De todos modos, toca disfrutar del Athletic, de los hermanos y de un éxito que llegó tras cuatro décadas de sequía. «Del barrio a la gloria. El plan de Dios es perfecto», escribió Nico en sus redes sociales y lo acompaño con cuatro fotos de campeón. A sus 21 años suma 118 partidos como rojiblanco y 18 goles, además de un Mundial con España al que pronto se unirá una Eurocopa. Una joya que brilla en San Mamés, donde su luz muestra el camino.
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