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Julen Agirrezabala está a punto de fundirse en un abrazo con Ander Herrera, quien se rindió a la sangre fría del portero en la tanda de penaltis. Manu Cecilio
Un portero con dos extremos

Un portero con dos extremos

A Agirrezabala no le seducía el fútbol de niño, Nico cree que el «plan de Dios» ha sido perfecto y Berenguer es dueño de un penalti inmortal

Lunes, 8 de abril 2024, 01:02

A Julen Agirrezabala no le seducía mucho el fútbol de pequeño. Prefería dibujar, especialmente animales. Veía documentales y enseguida se ponía a recrear sobre el papel leones, tigres, lobos. El balón estaba ahí, en un discreto segundo plano, un objeto más del patio de colegio, ... donde acompañaba a sus amigos con más o menos entusiasmo, hasta que se fue un verano a Peñíscola. Su primo le llevó a la playa, empezó a chutar balones y a él se le daba bien pararlos. No hubo vuelta atrás. Le gustaba mucho el tenis y también el baloncesto, aunque finalmente decidió crecer entre los tres palos. Ha llegado hasta un 1'87, que años después se hizo muro en La Cartuja. Allí se proclamó campeón de Copa, al igual que Nico Williams y Berenguer, otros dos grandes protagonistas de una final esculpida en mármol.

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