El jugador que todos quieren en su equipo
Análisis ·
Si las condiciones del contrato que acaba de firmar se cumplen y finalmente Raúl García completa la segunda temporada condicional que incluye su nuevo compromiso, ... terminará en el Athletic su carrera profesional con 37 años después de vestir ocho temporadas la camiseta rojiblanca. El navarro completó antes nueve cursos en el Atlético y cinco en Osasuna, su club de origen.
Las camisetas que ha lucido bastarían para definir sus características como futbolista. Los tres equipos en los que ha prestado sus servicios son de esos que no admiten medias tintas ni concesiones al preciosismo. En sus campos al pan se le llama pan y al vino, vino. La predisposición de sus futbolistas a la entrega incondicional durante los 90 minutos se da por supuesta, lo mismo que el valor a los soldados.
Raúl García es uno de esos jugadores que viven en el equilibrio entre el amor de los propios y el odio de quienes le tienen que padecer como rival. Personaliza como nadie a esa clase de futbolista que todo aficionado quiere tener en sus filas, aunque sea este un deseo que prefiera mantener en secreto y envuelto en toda clase de improperios e impostadas apelaciones al 'fair play', precisamente porque admira su trascendencia cuando lo tiene enfrente.
Su relación con la parroquia de San Mamés a lo largo de su trayectoria profesional es elocuente. De futbolista temido y odioso como pocos cuando se enfrentaba al Athletic con la camiseta de Osasuna o de Atlético, ha pasado a convertirse en uno de los jugadores más queridos en La Catedral, por la profesionalidad que derrocha cada minuto que permanece sobre el césped y por lo que proyecta de modelo de competitividad para los más jóvenes. El aficionado percibe que Raúl García no solo es importante en el campo, sino que ejerce un papel fundamental en un vestuario como el del Athletic, donde siempre hay jóvenes que necesitan mirarse en el espejo de veteranos que les devuelvan el perfil del futbolista que se espera San Mamés.
Raúl García es uno de esos jugadores que viven en el equilibrio entre el amor de los propios y el odio de quienes le tienen que padecer como rival
El fichaje de Raúl García en el verano de 2015 levantó la lógica polémica en el entorno rojiblanco por los antecedentes del jugador. Raúl García solo necesitó 23 minutos para zanjar la discusión, el tiempo que tardó en marcar su primer gol como león, segundo del equipo en aquel partido de su debut contra el Getafe. Cuando se retiró en el minuto 77, las suspicacias iniciales ya se habían convertido en una gran ovación, la primera de las muchas que después le ha seguido dedicando San Mamés. Por cierto, de la alineación titular de aquel partido de su debut, hace ahora cinco años y medio, solo quedan dos jugadores en las filas el Athletic: De Marcos y Lekue. Y si sumamos los suplentes, tres más: Herrerín, Ibai Gómez y Balenziaga.
La renovación de Raúl García no por esperada deja de ser una gran noticia para el Athletic por lo que aporta dentro y fuera del campo. Ni siquiera la edad puede considerarse un factor condicionante. En el fútbol actual estamos asistiendo a un fenómeno novedoso de prolongación de la longevidad de los futbolistas. En el Athletic tenemos reciente el ejemplo palmario de Aduriz, pero por ahí andan dando mucha guerra al máximo nivel jugadores como Ribéry, Joaquín, Jorge Molina, Ibrahimovic y el mismísimo Cristiano Ronaldo, todos ellos delanteros, que ya apagaron las 35 velitas de la tarta hace tiempo. A su lado, Raúl García está hecho un chaval.
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