Todos los caminos conducen a la derrota del Athletic en Barcelona
Los bilbaínos pueden jugar mal, bien o regular, pueden ser valientes o timoratos; adoptar las precauciones de un siux rodeado por el séptimo de caballería o lanzarse a pecho descubierto contra las bayonetas enemigas: al final pierden
La maldición continúa. Lo de perder en el campo del Barcelona ya se ha convertido en una tradición insufrible para el Athletic. Puede jugar mal, ... bien o regular, puede ser valiente o timorato; adoptar las precauciones de un siux rodeado por el séptimo de caballería o lanzarse a pecho descubierto contra las bayonetas enemigas. Al final, el resultado siempre acaba siendo el mismo: una derrota más o menos cruel, cimentada en los méritos propios o en la superioridad del rival. Puede ser decisiva una de las estrellas del universo culé o un recién llegado como este domingo por la noche. Todos los caminos conducen a la derrota del Athletic en Barcelona.
Antes de la media hora, Valverde ya había tenido que cambiar dos veces de plan o, mejor dicho, a un par de intérpretes del planteamiento inicial. Herrera no pasó del calentamiento y Yuri se rompió a los veinticinco minutos. Ruiz de Galarreta tuvo que salir desde el inicio y Lekue ocupó, como de costumbre, la vacante que se abrió en el lateral. Los contratiempos no alteraron, sin embargo, a un Athletic que estaba convencido de que la de este domingo podría ser su gran noche.
Había pedido el técnico a sus hombres que incomodaran al Barcelona. Era el primer e imprescindible paso si querían sacar algo en limpio en Montjuic. Y la tropa respondió al unísono. El Barcelona no tuvo una noche precisamente cómoda. Los de Xavi apenas disfrutaron de diez minutos en la primera parte en la que pudieron recordar, aunque fuera vagamente, algunos paseos que se dieron otros años ante el Athletic. Fue el tiempo en el que un disparo lejano de Joao Félix se fue rozando el larguero y cuando Unai Simón salvó un gol cantado en un remate a bocajarro de Fermín, prácticamente en el área pequeña. Pero eso fue todo.
El trabajo coral de los de Valverde equilibró primero el partido, y lo volcó a continuación hacia el otro lado del campo. Para cuando los dos equipos llegaron al descanso, Ter Stegen había trabajado bastante más que su colega Simón. El alemán salvó a su equipo en un par de llegadas de los hermanos Williams que hubieran merecido un final más feliz para el Athletic.
Muchas veces se ha reprochado al Athletic su actitud conformista y hasta miedosa a veces cuando ha visitado el feudo del Barcelona. No fue el caso en esta ocasión. Al contrario, los rojiblancos fueron esta vez un equipo valiente y ambicioso, que buscó la victoria con hechos y no solo de boquilla como otras veces. Bien armado atrás, con una presión adelantada muy bien coordinada, en la que Dani García se movió como pez en el agua, y buscando siempre a los Williams, que explotaron las bandas a fondo, aunque esta vez no acertaron a culminar su trabajo como en partidos anteriores esta temporada.
El mundo al revés. El partido evolucionó en la segunda parte de tal manera que el Barcelona jugó a la contra aprovechando que el dominio territorial del Athletic no le daba para incomodar a Ter Stegen. Y así llegó el gol del neófito Marc Guiu, que culminó con maestría de veterano ante Unai Simón una jugada en tres toques que nació en el campo del Barcelona.
El gol en el minuto 80 vino a confirmar los peores temores. El Athletic, que había estado mereciendo de largo el premio menor del empate, acabó sufriendo una nueva derrota que engorda una estadística que va camino de romper todos los récords negativos.
La circunstancia del cambio de escenario había abierto un portillo a la esperanza, aunque solo fuera porque el mundo del fútbol es muy dado a la cábala y a la superstición. Por momentos, pareció que Montjuic podría ser la montaña mágica para el Athletic. Pero ni jugando en el Camp Nou, ni en el Lluis Companys, ni el viejo de Fabra y Coats, si todavía existiera. La maldición continúa, así que el año que viene volveremos a recordar la estadística, a hacernos cruces y a buscar algún motivo para soñar con lo que ya empieza a considerarse como un milagro: ganarle al Barcelona en su casa.
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