¿Qué ha ocurrido para que se produzca una chapuza tan insólita como la de Laporte?
Puede que el Al-Nassr haya sido el principal culpable, pero la manera en que el Athletic ha gestionado el fichaje, que era una prioridad absoluta, ha dejado mucho que desear
Todo hacía indicar que la tostada del caso Laporte iba a caer por el lado de la mantequilla y así ha sido. El futbolista francés, ... el que iba a ser el fichaje estrella de la temporada, el luminoso objeto de deseo de toda la afición rojiblanca, sigue siendo jugador del Al-Nassr. En realidad, nunca ha dejado de serlo. El propio Athletic lo reconoció ayer en un comunicado confuso y mal escrito en el que se apresuró a afirmar que, al no haber podido inscribir al central de Agen, «los acuerdos quedan sin efectos de ningún tipo entre las partes, sin que se haya producido consecuencia económica de ningún tipo para nuestra entidad». Dicho de un modo coloquial, mucho más claro: «Tranquilos, señores, que aunque hemos perdido a Laporte, no nos han levantado los diez millones del traspaso».
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¿Qué es lo que ha ocurrido para que se produzca esta chapuza insólita? La explicación que da Ibaigane en su comunicado no se entiende bien. Dice así: «El Athletic Club subió a la plataforma TMS de FIFA la solicitud de transferencia el 1 de septiembre, si bien no pudo completarse en su totalidad en dicha fecha por razones ajenas a su voluntad y por factores externos fuera de su control». Uno lee esta frase y podría entender perfectamente que el Athletic transmitió a su debido tiempo la documentación, pero que el envío se interrumpió sin poder completarse por un fallo informático. O por un sabotaje, qué sé yo. ¿Pero la causa no había sido que el Al-Nassr no había subido la solicitud de transferencia dentro del plazo? ¿No era todo esto un error brutal de los saudíes que al Athletic le iba a salir carísimo?
¿A qué se debe entonces que el comunicado de Ibaigane no cite al Al-Nassr en ningún momento? Supongo que habrá que esperar al menos unos días para saberlo, pero a mí, descartando que el error en el envío lo haya cometido el Athletic, sólo se me ocurre una razón: que Jon Uriarte no quiera romper relaciones con los saudíes, y menos de forma abrupta, lanzándose estacazos el uno al otro. ¿Y por qué? Pues porque es posible que el presidente y sus directivos estén barajando ya un nuevo escenario. Vamos, que estén ya gestionando el postdesastre, intentando minimizar un poco los daños. Y este nuevo escenario consistiría en que el Athletic fiche a Laporte en los próximos días, aunque no lo pueda inscribir hasta enero, a cambio de que el Al-Nassr le perdone los diez millones del traspaso. Y bueno, tener gratis al futbolista francés, aunque sea esperando cuatro meses para que juegue, sería un mal menor.
Sea como fuere, el destrozo es de tales dimensiones que, por mucho que el gran culpable de lo ocurrido sea el Al-Nassr, el Athletic está obligado a hacer una seria autocrítica. Sencillamente, porque ha corrido un riesgo exagerado y absurdo en una negociación de una importancia estratégica enorme. Las cosas como son: desde que a primeros de julio el club tuvo noticia del positivo de Yeray, que le obligó a repescar a un ya descartado Egiluz, que rizando el rizo de la mala fortuna acabaría lesionándose de gravedad, el fichaje de Laporte era una necesidad absoluta. Y esto, por supuesto, lo sabía el Al-Nassr, perfectamente consciente y feliz de su posición dominante en las negociaciones. Así las cosas, cabe preguntarse si tiene algún sentido que, en estos casi tres meses de tira y afloja, el Athletic no haya enviado a un solo representante a Arabia Saudí.
Sí, ya sé, que en estos tiempos se pueden tener grandes conversaciones por videoconferencia, incluso hacer buenos amigos y hasta descubrir el amor por vía telemática. Ahora bien, uno sigue pensando en la importancia del factor humano, del contacto personal, del cara a cara. Qué quieren que les diga: no me quito de la cabeza que si un representante cualificado del Athletic hubiera estado unas semanas en Riad, compartiendo ceremonias del té con los jefazos del Al-Nassr, saludándoles con un 'salam alaykum' y despidiéndose con un 'sukran', las cosas hubieran sido diferentes. Y no me refiero a que las negociaciones hubieran sido más fáciles -es muy probable que las condiciones del traspaso hubieran acabado siendo las mismas-, pero estoy convencido de que no hubieran durado hasta el última día, hasta la hora de la bocina, ni que el Al-Nassr hubiera mandado a la FIFA fuera de plazo la documentación para el transfer.
Creo que al Athletic le ha faltado humildad. Ha ido de gallo en unas negociaciones en las que partía de una situación de debilidad evidente y los árabes, susceptibles como son, se han sentido despreciados por unos interlocutores que no se dignaron ni en acudir a su casa y se empeñaron en sostener hasta el último segundo, buscando ahorrarse unos pocos millones, un pulso que tenían perdido. Sinceramente, no me extrañaría que este talante altivo del Athletic, unido a la mala relación que tenía Laporte desde la pasada temporada con su club, haya sido un factor importante en este desastre. Porque de esto estamos hablando: de un desastre que, salvo sorpresa descomunal en el recurso que el club presentará ante la FIFA, va a obligar al equipo de Valverde a pasar en el alambre al menos tres meses y medio vitales de la temporada, incluida toda la liguilla de la Champions.
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