Garitano junta al Athletic en su debut

«No podemos hacer de cada partido un drama», avisó el miércoles en Lezama. Refrendó su reflexión con su lenguaje gestual durante su duelo de debut. Enfundado en una chamarra del club, dejó clara su manera de ver la situación. En esta grave crisis lo que necesita el equipo es tranquilidad. Y eso es lo que quiso darle desde la banda.

Un observador que desconozca el día a día del Athletic no diría que el entrenador que se colocó ayer en el banquillo era un debutante. El sosiego con el que siguió el duelo no eran los de un técnico que cumplía su sueño de estrenarse con su equipo sino los de alguien más curtido. Sólo se le vio alterado en un momento de la segunda parte. Pese al 0-2 a favor se dirigió con enérgicos gestos a Dani García para que abriera la pelota a las bandas. Es lo que le pedía en el Eibar, en donde juntos saltaron desde Segunda B a Primera.

La cuestión en la que más interés puso el entrenador fue en que su equipo se mantuviera unido en todo momento, que el partido no se convirtiera en un correcalles peligroso. «Juntos, juntos», repitió en varios momentos cuando el rival manejaba la pelota mientras unía su manos en el aire.

Garitano apenas se sentó en el banquillo. Desde la banda demandaba intensidad y líneas juntas. Sabe que la clave de la mejoría pasa por ganar en rigor defensivo. Pone especial énfasis en ello.

Apenas celebró los goles. El primero fue una declaración de intenciones. Con Garitano regresan los balones largos. Iñigo Martínez lanzó a Aduriz, quien superó con una sutil vaselina a Werner. El portero está cedido del Atlético de Madrid y su actuación fue tan deficiente que el público le silbó en la segunda parte en cada balón que llegaba.

Garitano mostró sus primeras ideas. «Hemos salido más ordenados y muy sólidos en defensa. Ésa es la idea que tiene Gaizka. Nos quiere más ordenados en el juego posicional sin tener que hacer marcajes al hombre que a veces nos sacaban de sitio», explicó Iñigo Córdoba, un jugador al que el nuevo técnico sacó del ostracismo.

«Con el Toto atacábamos y defendíamos de otra manera. Ya no marcamos al hombre y nos ponemos más juntos. Hemos estamos muy bien plantados porque lo que queremos evitar son las llegadas del rival. La defensa y el centro del campo han estado muy juntas y eso ha servido para que apenas nos hicieran peligro», indicó Iñaki Williams.

El nuevo Athletic no presiona tan arriba. Cuando la pelota la tiene el rival en su campo, no va a por él como hacía con Berizzo. Prefiere juntarse y estar más ordenado. Y en cuanto se hace con el balón es rápido a la hora de irse hacia arriba. Hay menos pases horizontales y eso significa que se reduce el riesgo de que una pérdida de balón provoque un contragolpe rival.

Garitano fue muy intervencionista durante todo el partido. Sus consignas iban para todos. Quería a Beñat y Dani García siempre en su sitio y a laterales abiertos para incorporarse al ataque.

La forma de defender cambia. Se deja atrás el sistema de seguir al hombre para regresar al marcaje zonal. Y en el posicionamiento el Athletic pasa a jugar con un 4-4-2.

El único disgusto del debut se lo dio Capa. La víspera sufrió unos vómitos y era duda. Es un jugador que ha crecido con Garitano, con el que jugó en el filial del Eibar en Tercera. Tras el 0-2 le sustituyó. «Ya no podía más», explicó. Eso es lo que quiere, jugadores que se vacíen,