La foto fija del Athletic
Empatar el partido de este sábado en Mestalla fue lo más parecido a perderlo
En aquellos cines antiguos con olor a desinfectante y rumor de cáscaras de pipa, a veces ocurría que la película quedaba detenida en un fotograma ... que empezaba a consumirse a la vista de los espectadores, por efecto del calor del proyector. El Athletic recuerda a aquella foto que quedaba congelada en el tiempo mientras el celuloide se empezaba a derretir. Este equipo es una foto fija clavada en las pupilas del aficionado condenado a acabar deprimido cada partido. Da igual que el equipo juegue un poco mejor o peor, que las circunstancias del partido cambien o se repitan; al final la foto del Athletic acaba quemada.
Empatar este partido de Mestalla fue lo más parecido a perderlo. Con todas sus limitaciones, el equipo de Garitano hizo méritos sobrados para llevarse los tres puntos en la primera media hora de la segunda parte. Si no lo consiguió fue porque este equipo es el perro flaco acosado por las pulgas. Si un penalti tonto dio ventaja al rival, el gol del empate del Valencia fue como para comer cerillas.
Era un duelo entre dos equipos necesitados de autoestima, cuyos problemas, cada uno a su modo desde luego, van más allá del terreno de juego. Al Valencia lo está dejando en los huesos su propietario. La indefinición de Ibaigane, sumada a su vocación de airear todos sus debates en la plaza pública, ha colocado al entrenador en la posición más incómoda. No perder, dejando además un buen rato de sensaciones positivas, le ha servido a Garitano para prorrogar unos días su condición de 'ninot indultat', aunque nadie sabe hasta cuándo, claro.
Si se mira la foto del Athletic se ve la imagen de un grupo ordenado, bien posicionado y cumplidor de la ortodoxia. No cabe duda de que el Athletic es uno de esos equipos a los que los técnicos suelen definir como bien trabajados. Pero cuando te fijas en los detalles, descubres que por debajo de esa imagen tan bien compuesta aparecen signos de desgaste, que la foto amarillea por las esquinas y los colores se ven ajados.
En Mestalla Garitano optó por recuperar un centro del campo que ya ha dado sobradas muestras de inoperancia en la creación. Dani García recuperó el sitio en detrimento de Vencedor y aunque Vesga y Villalibre seguían en el equipo, era inevitable percibir la sensación de que los brotes verdes se están marchitando. El Athletic quiso volver a jugar a que no pasara nada y, efectivamente apenas pasó nada durante todo el primer tiempo, pero los rojiblancos se fueron al descanso perdiendo.
Gracia quiso ser Garitano y quiso dedicar toda la segunda parte a defender la ventaja. Con Unai López en el campo, Yuri desatado en la banda y el Valencia mostrando su perfil de equipo menor, el Athletic volteó el partido jugando sus mejores minutos lejos de San Mamés. La victoria rojiblanca hubiera sido el resultado más lógico, pero en la foto del Athletic también se aprecia la mirada aprensiva de quien vive siempre temeroso de sufrir una desgracia en cualquier momento. La sucesión de calamidades que concurrieron en el segundo gol del Valencia fueron una profecía auto cumplida.
El empate deja las cosas como estaban. Seguimos con la imagen congelada de un equipo víctima de los desastres que él mismo provoca y de un entrenador que vive en el alambre. Como las desgracias nunca vienen solas, no es descartable que ahora pasemos del no tenemos delantero al no tenemos portero.
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