Una derrota labrada a pulso
Desde el minuto uno hasta el noventa el equipo de Valverde fue un muñeco zarandeado por un rival que hasta anoche había sumado tan solo dos victorias
El Athletic dio pena en Girona. No hay ningún paño caliente para paliar una derrota labrada a pulso. Desde el minuto uno hasta el noventa ... el equipo de Valverde fue un muñeco zarandeado por un rival que hasta anoche había sumado tan solo dos victorias, que no ganaba desde la quinta jornada, hace dos meses largos ya, y que tenía los mismos puntos que el penúltimo clasificado.
Llegaba el Girona de arrancar un meritorio empate en el Bernabéu, y eso había subido algo su cotización, pero, sobre todo, su autoestima. Se decía del equipo catalán que tenía más fútbol que puntos. No vale. Doce jornadas son más que suficientes para ir colocando a cada uno en su lugar y el rival del Athletic empezó el partido de anoche como cuarto por la cola. Puede que el equipo de Michel tenga más fútbol de lo que dice su clasificación, pero lo cierto, lo tangible, es que solo había conseguido ganar al Getafe y al Valladolid.
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También venía el Athletic de una victoria incontestable ante un rival de postín como el Villarreal, y llegaba en puestos europeos, aspirando a dormir en el tercer escalón de la tabla nada menos. No era pues cuestión de confianza, ni de autoestima. Valverde tendrá que descubrir lo que le pasó a su equipo anoche para ofrecer una imagen tan paupérrima.
El de Montilivi fue, de largo, el peor partido que ha jugado el Athletic hasta la fecha. Ni siquiera el fiasco del Camp Nou es comparable a lo sufrido anoche. Los de Valverde se empeñaron en hacer internacionales a un grupo de futbolistas que tienen sus cualidades, sí, porque por eso juegan en Primera, pero que forman un equipo de los que luchará por salvar el pellejo.
Valverde tendrá que descubrir lo que le pasó a su equipo anoche para ofrecer una imagen tan paupérrima
Desde la primera jugada se pudo ver que la noche venia negra para el Athletic. Un pelotazo largo le bastó al equipo local para dejar a Valery solo ante Simón. Solo el horroroso control del delantero local impidió que fusilara al portero vendido por su defensa. Pudo haber sido algo anecdótico, al fin y al cabo, solo había transcurrido un minuto, pero, por desgracia para el Athletic, aquella primera jugada marcó la pauta de un partido que se convirtió en una sucesión de llegadas del Girona desbaratadas por Iñigo y Yeray y, en última instancia, por un Simón que tuvo más trabajo en noventa minutos que en todos los partidos anteriores.
Partidos como éste ponen de nuevo sobre la mesa la vieja cuestión de la irregularidad de este equipo. Y por lo que vamos viendo, Valverde tampoco está consiguiendo imponer al grupo una pauta estable de comportamiento. Lo mismo toca el cielo, como el último domingo en San Mamés, como roza el ridículo ante un rival mucho menos cualificado.
Esa irregularidad del grupo obedece, en gran medida, a los altibajos de jugadores que no terminan de alcanzar una velocidad de crucero acorde a las posibilidades que se les supone otras tardes. Sancet volvió a desaparecer, y el Athletic acusa muchísimo las ausencias del navarro. Vesga también tuvo el día negado, y qué decir de los laterales, de nuevo Lekue desbordado y Yuri plasmando sobre el césped todo lo que dijo días antes en la sala de prensa.
Al Girona le bastó con golpear en largo para superar la descoordinada presión del Athletic, y sorprender en velocidad una y otra vez por las bandas, pero también por dentro. Que el marcador no se moviera hasta el minuto 66 a pesar de las facilidades que dieron los de Valverde, da una idea del nivel del equipo de Michel Sánchez. Otro rival le hubiera hecho un roto importante a un Athletic que, de pronto, y cuando nadie lo esperaba mostró su peor cara, la de un equipo que ni defiende ni ataca y, lo que es peor, se ve superado hasta en intensidad por un rival que hizo méritos sobrados para acabar con un marcador más holgado. Ni siquiera el gol de Guruzeta sirvió para despertar a los de Valverde. Quedaba prácticamente un cuarto de hora por delante, contando con la prolongación, pero el Athletic no volvió a rematar porque después de estar a merced del rival durante ochenta minutos, solo le quedaba mostrar su impotencia cuando el Girona le entregó el balón para encerrarse en su área.
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