Un partido para avanzar o retroceder

Las cosas están muy claras. Se trata de avanzar o retroceder. Una victoria dejaría a los rojiblancos en una situación tranquila y esperanzadora durante este mes y medio de paréntesis en la competición. Por el contrario, un empate y, sobre todo, una derrota dejarían a los aficionados con una mezcla de enfado, desencanto y resignación como para embotellarla y venderla como arma de destrucción masiva. No es exagerado decir que el proyecto de Valverde, que tanta ilusión había provocado durante los dos primeros meses del campeonato, quedaría de repente sumido en las dudas casi hasta 2023. Así las cosas, a nadie extrañó que el técnico rojiblanco calificara ayer el partido de «importantísimo por todo», a la vez que reconoció la necesidad de que su equipo haga mejor las cosas y, sobre todo a domicilio, sea «más redondo desde todos los puntos de vista»

La redondez, efectivamente, sigue siendo un problema y una gran aspiración. El motivo es de sobra conocido. Como en temporadas anteriores, un buen número de futbolistas está ya en el foco de las críticas por su pobre rendimiento o su irregularidad en apariencia insuperable. Sus nombres están en boca de todos, entre otras razones porque el Athletic tiene un once titular bastante fijo y no pasan de tres los jugadores que han ofrecido un rendimiento notable de forma continuada, sin altibajos vertiginosos. El partido en Montilivi, en fin, hizo saltar las alarmas sobre una realidad que el Athletic quería superar pero Valverde ya empieza a sentir igual que sus antecesores: la falta de fiabilidad de los rojiblancos para rendir a un alto nivel en fases de tiempo prolongadas y no puntuales o episódicas.

Más allá de la dura resaca que ha dejado la derrota en Girona y de la gran exigencia que plantea el partido, lo cierto es que, en lo estrictamente futbolístico, el Valladolid parece un rival que se le puede dar bien al Athletic. Hablamos de pura teoría, que ya se sabe cuántas veces salta por los aires. A los rojiblancos les incomodan los equipos que se encierran atrancando las puertas y echando todos los cerrojos posibles. Están mucho más a gusto con equipos que quieren jugar, que son valientes e intensos como ellos. El de Pacheta es así, con lo que el duelo puede ser de alto voltaje. Suelen ser muy celebrados los partidos que plantean un absoluto choque de estilos entre los dos contendientes, pero lo cierto es que son igual de interesantes o más aquellos que enfrentan a dos rivales que quieren buscar la victoria con las mismas armas. Sobre todo, se entiende, cuando éstas son la intensidad y el riesgo.

No se espera que Pacheta haga muchos cambios respecto al once que ganó al Elche, le creó ocasiones a mansalva y compró a su equipo «un mes y medio de felicidad», como aseguró el técnico burgalés. Lo que funciona hay que tocarlo poco o nada y el Valladolid está funcionando. Escudero está renqueante y Olaza podría ocupar su puesto en el lateral izquierdo. Tampoco se puede descartar que Kike Pérez ocupe el puesto de Ivan Sánchez para dar más solidez a la medular. En el Athletic, que recupera a Muniain y Herrera, la gran duda afecta al pivote, ya que Vesga arrastra molestias en el abductor desde el viernes. Teniendo en cuenta que Valverde no ve a Sancet en esa posición, como dijo ayer, que Herrera llega muy justito y tampoco es un pivote, que Dani García es baja y que Vencedor apenas ha jugado y se le nota falto de ritmo, lo cierto es que a Txingurri se le plantea todo un dilema.

30-31Hasta uno de esos días de diciembre no volverá la Liga, tras el parón mundialista. El Athletic visitará el Villamarín para cerrar el año. Antes, este domingo 13 de noviembre el Athletic visita al Alzira en encuentro de Copa del Rey (21 horas). Cuando concluya el encuentro, los futbolistas rojiblancos dispondrán de vacaciones hasta el 28 de noviembre, que regresarán al trabajo.