Ver fotos
El Athletic camina firme hacia Europa
Los rojiblancos remontan rápido a un buen Espanyol que se adelantó en el minuto 2 y luego conservan su renta con oficio
Con una buena faena de aliño, el Athletic cumplió ayer su objetivo, que era de mucha más enjundia de lo que algunos suponían: ni más ni menos que meterse de lleno en la pelea por la Europa League, incluso por la Champions, si afilamos al máximo la ambición. Su trabajada y trabajosa victoria ante un buen Espanyol sitúa a los rojiblancos en un interesante escenario que no alcanzaron la pasada temporada, cuando a estas alturas de la competición los puestos europeos se veían ya demasiado lejos. A ocho puntos en concreto, los suficientes como para caer en la peligrosa tentación de fiarlo todo a la Copa. Ahora la historia empieza a escribirse de otra manera. La Liga se ha convertido en una obligación imperativa. Sólo hizo falta ver cómo los rojiblancos, a falta de fútbol en la segunda parte, defendieron su ventaja hasta el pitido final.
Marcelino había anunciado cambios para refrescar el once tras la paliza del jueves y pensando en la semifinal ante el Valencia. Y siguiendo la teoría o la superstición de que lo que funciona no se toca, los cambios ayer fueron prácticamente los mismos que hizo en Vallecas tres días después del partidazo contra el Barça, con la única excepción de Sancet en lugar de Iñaki Williams. Lekue, Vivian, Balenziaga, Zarraga, Berenguer y Serrano entraron en el once en lugar de De Marcos, Yeray, Berchiche, Balenziaga, Vesga, Nico Williams y Muniain. El equipo no se resintió por los relevos. Firmó una buena primera parte, en la que cimentó su victoria remontando con dos goles de Sancet e Iñigo Martínez un 0-1 muy tempranero de Vilhena, y luego controló el partido, tirando de esfuerzo y oficio, en la segunda.
Marcelino fue dosificando los cambios para mantener la pujanza de su tropa e intentando que buscara el tercer gol, el de la sentencia. A sus pupilos, sin embargo, les faltó chispa para disfrutar de alguna tranquilidad. Muniain y Williams no aportaron gran cosa al saltar al césped, lo mismo que Villalibre, que regresó dos meses después. Tampoco la entrada de Petxarroman como medio centro, que obligó a Zarraga a caer a la derecha, dio algún aire al juego del equipo, que acabó dedicado a labores de zapa, desagüe y vigilancia. Era un plan arriesgado. El Athletic no se distingue precisamente por su maestría en el fútbol control, por adormecer el juego y dejar pasar el tiempo, por hipnotizar a los rivales diciéndoles al oído la palabra 'Madagascar', como aquel personaje de Woody Allen. Pero le salió bien. Aunque no hincó la rodilla, el Espanyol sólo asustó en la segunda parte con un zapatazo de Darder en el minuto 87. Unai Simón desvió el balón lo justo, de esa forma imperceptible con la que el portero de Murgia firma a veces paradas extraordinarias.
No era fácil saber cómo se podía descorchar ayer el partido y lo cierto es que lo hizo de forma explosiva. A los dos minutos, una jugada de Puado por la derecha terminó en un derechazo soberbio de Vilhena, un notable fichaje del Espanyol en el mercado de invierno. El Athletic casi no tuvo ni tiempo de lamentarlo porque Sancet empató dos minutos después en una jugada que en un primer momento se anuló por fuera de juego pero que el VAR no tardó nada en validar. Dos llegadas al área rival y dos goles. Estas cosas pueden ser casuales, pero también la consecuencia de una actitud; en este caso, la de dos equipos que se pusieron a intercambiar golpes desde el pitido inicial.
Sorprendió la ambición del cuadro de Moreno, presionando alto, adelantando la defensa, jugando con velocidad, intentando escarbar por las bandas y buscando la espalda de los centrales bilbaínos. Era una propuesta típica de equipo fuerte, lleno de convicción, en racha; todo lo contrario de uno, como era el caso, que no ha ganado todavía en 2022 y que ha encajado once goles en sus últimos cuatro partidos. El Athletic tuvo que adaptarse a las circunstancias y lo hizo de la única manera posible: subiendo sus revoluciones, apretando arriba a los periquitos y explorando sus debilidades defensivas con un juego rápido directo. En una de estas exploraciones, tras el saque de una falta provocada por Zarraga, un rebote propicio permitió a Vivian poner un buen balón para que Iñigo Martínez firmara el 2-1.
El pulso no podía ser más animado. Con la batuta de Darder, los estiletes de Puado y Pedrosa por las bandas y la potencia de Vilhena y Dimata, el Espanyol era un gran rival. Los periquitos apretaban de lo lindo a un Athletic al que le costaba atacar -Berenguer, eso sí, tuvo una oportunidad soberbia en el minuto 40- pero se defendía con su solvencia habitual. Salvo en el borrón del 0-1, la retaguardia rojiblanca estuvo muy firme. De hecho, fue mejorando a medida que pasaban los minutos hasta llegar al sobresaliente en la segunda parte. Iñigo Martínez estuvo a su gran nivel habitual y Balenziaga, con el que el árbitro fue benigno -justo pero benigno- en una mano dentro del área que otro podría haber pitado penalti, no pudo estar más acertado en todo el tramo final.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión