Al Athletic le sale todo
El Athletic está en racha, lo contrario que hace un par de meses
Se habla mucho de las rachas en el fútbol, un deporte que en cada partido nos enseña que está muy alejado de la lógica y ... de las matemáticas, a pesar de que en los últimos tiempos y por influencia de las televisiones y otros deportes en los que la estadística es casi un jugador más, algunos se empeñen en tratar de traducir a la lógica y a los porcentajes el único deporte que se juega con los pies, lo que de por sí va en contra de lo que sería natural.
Se habla de rachas, de estados de ánimo, de motivación, o sea, de intangibles que no se pueden expresar en números pero que, en definitiva, explican la mayoría de las cosas que ocurren en un terreno de juego durante noventa minutos.
El Athletic actual es la demostración más palpable de todo esto. El Athletic está en racha y, por lo tanto, le sale todo, como sabe cualquier aficionado. Es decir, le está ocurriendo lo contrario de lo que le sucedía hace apenas un par de meses, cuando todo lo que le podía salir mal, le salía peor. ¿Recuerdan el partido de Cornellá contra este mismo Espanyol? El Athletic hizo méritos y ocasiones para ganar por goleada, pero se tuvo que conformar con un triste e injusto empate. Anoche en cambio, ante el mismo rival y el mismo portero, a los rojiblancos les bastó con un par de acometidas para voltear el marcador y sumar tres puntos que le meten de lleno en la pelea por Europa. Quién se lo iba a decir hace dos meses a Marcelino cuando aparecía en las salas de prensa mascullando su propia versión de aquella letanía de Luis Aragonés: empatar, y empatar y empatar, y volver a empatar…
Como a todo equipo enrachado que se precie, al Athletic ahora le sale todo. Ni siquiera le importa encajar un gol a los tres minutos, cuando todavía algunos jugadores estaban situándose en el campo. En otros tiempos ese gol hubiera convertido el partido en un Gólgota para los rojiblancos. Ha ocurrido este mismo año en San Mamés ante el Cádiz y ante el Rayo, dos equipos, en principio, con bastante menos potencial que este Espanyol que ayer acusó la ausencia de Raúl de Tomás, su principal y casi único referente goleador.
Diego López, aquella muralla infranqueable de la primera vuelta, esperó resignado a que Sancet le fusilara de cerca y una falta provocada por Zarraga al borde del área propició una carambola que culminó Iñigo Martínez cabeceando a la red una volea de Vivian, que había recogido el rebote de la barrera. Estas cosas no le pasaban antes al Athletic.
El equipo está en la cresta de la ola y no todo se explica por los intangibles. Hay trabajo por detrás, y confianza en un plan que, por fin, empieza a rendir frutos. Y también hay un cambio de mentalidad, que no de actitud, que siempre ha sido intachable. Este Athletic que gana con asiduidad es diferente de aquel equipo que no pasaba del empate. Ahora es un grupo que disfruta haciendo valer sus cualidades, que quiere ser protagonista y dictar por dónde tienen que transcurrir los partidos, sin esperar a que sea el rival quien lo decida.
El Athletic de ahora es un equipo alegre que hace felices a sus seguidores. Durante muchos minutos del partido de anoche, los rojiblancos hicieron un fútbol prácticamente en las antípodas del que habían venido practicando. El equipo controlador, concentrado en eliminar cualquier atisbo de creatividad del rival, dejó paso a un conjunto que priorizó jugar, sin importarle correr el riesgo de descubrirse atrás.
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