El Athletic, ante la obligación de ganar

Ganar al Espanyol supondrá despejar de golpe las dudas surgidas tras sumar dos puntos en cinco encuentros y caer a plomo desde el liderato a la zona media de la tabla. No poder con el club blanquiazul conllevará acrecentar la incertidumbre sobre el juego y el rendimiento de los jugadores de Garitano, prolongar su atasco y ver por el retrovisor cómo se acercan los rivales de la zona baja de la tabla, esa que desde la llegada del técnico de Derio quedó desterrada del pensamiento colectivo rojiblanco.

Así que es el momento indiscutible para volver a ganar, algo que no sucede desde el derbi contra el Alavés. Y más todavía en una semana de tres encuentros, en la que no hay tiempo para lamentaciones y donde tras la derrota del Wanda y el duelo de esta noche contra el Espanyol habrá que encadenar otra salida complicada como la del domingo en casa del Villarreal.

Recuperar la solidez en San Mamés, donde el Athletic de Gaizka Garitano había sido inabordable hasta la derrota del Valencia, es fundamental para recuperar el rumbo. El técnico de Derio no había perdido en casa desde que se hizo con el cargo, pero ahora ha caído con el Valencia y empatado con el Valladolid. Además, los rojiblancos han visto cómo su deficiente rendimiento lejos de su afición no se compensa con esa acumulación de puntos que lograban en San Mamés.

Hay que recordar que el Athletic ha sumado diez de sus 13 puntos en La Catedral, así que es importante que no se escapen más puntos mientras el rendimiento a domicilio no mejore.

Para ganar al Espanyol, el Athletic necesita ver portería, romper esa dinámica en la que los rojiblancos se muestran incapaces de traducir sus oportunidades en goles. Ocho tantos a favor en diez encuentros es una cifra deprimente para un equipo con aspiraciones, y menos mal que hasta ahora se ha compensado con la enorme labor defensiva que quedó empañada con los dos tantos recibidos contra el Atlético. Peor todavía si se tiene en cuenta que en los últimos cinco partidos solo se han logrado dos goles y que salvo Raúl García, Williams, Muniain y Aduriz, nadie más ha visto puerta.

Al menos hay un dato que ofrece algo de esperanza, y es que el Athletic, pese a su incapacidad goleadora, es capaz de crear ocasiones en cada encuentro. Remató 19 ocasiones en el duelo contra el Valladolid y fue capaz de generar tres muy buenas acciones frente al Atlético, donde solo un portero como Oblak fue capaz de salvar los remates de Iñigo Martínez y Raúl García.

Habrá que ver si Gaizka Garitano repite el esquema de rotaciones de la anterior semana con tres partidos, aunque el entrenador aseguró ayer que no habrá «muchas», porque a diferencia de la otra jornada intersemanal de septiembre, en la que jugaron tres partidos en menos de seis días, esta vez a sus jugadores «les ha dado tiempo a recuperar». En aquel tramo liguero entró Iago Herrerín en la portería para jugar en Leganés, dando descanso a Unai Simón, algo que el técnico tampoco quiso desvelar en la previa. «Estoy tranquilo con los porteros, tengo mucha confianza en los dos», zanjó.

Otra de las dudas a resolver es el acompañante de Iñigo Martínez, después de que en el Wanda jugara Núñez en lugar de Yeray. Y habrá que ver la apuesta de Garitano en la línea de creación, donde hasta ahora Unai López parece que se ha hecho con el puesto como acompañante de Dani García. En la banda izquierda, Ibai podría pelear la titularidad con un Córdoba muy desdibujado frente al Atlético.

La llegada de Pablo Machín ha cambiado la cara a un Espanyol necesitado de puntos para salir del descenso. Apoyado en su sistema de tres centrales, ha dado solidez al equipo y ello ya se ha traducido en una victoria en el campo del Levante muy necesaria para reaccionar y reengancharse a la pelea por escapar del peligro. Su gran problema es, al igual que el Athletic, el de la escasez goleadora. Porque si los rojiblancos sufren con ocho goles en diez partidos, qué decir de un Espanyol que ha marcado solo cinco... Aun así, bien hará el Athletic en no fiarse de un rival que ha resucitado y que confía plenamente en los mandamientos de su nuevo entrenador.