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Hay días en los que el fútbol es más que un deporte y más en Bizkaia. En los que, en la victoria, no solo gana el equipo que más veces lograr batir al contrario. Esos días son los que tenemos que festejar a lo grande ... porque hemos ganado todos. Este sábado, nuestro Athletic volvió a levantar la Copa del Rey después de 40 años. Hemos tenido que esperar desde 1984 nada menos para poder salir a la calle a festejar el mismo triunfo que entonces. Mucho tiempo ha transcurrido desde que esa misma Copa brillara en manos del entonces capitán Dani Ruiz Bazán. Mucho ha vivido la ciudad y Bizkaia entera. Solo ese mérito, el de ganar el partido soñado por todos, merece una felicitación para los campeones en una ocasión tan especial, además, como es la victoria en una tan simbólica Copa del Rey.
Por otro lado, esa misma felicitación la debemos hacer extensible también a los que, sin lograr llevarse el galardón, ganaron el respeto de todos los aficionados del fútbol. Porque el Mallorca ofreció también un ejemplo de lucha y coraje.
Hasta ahí, el fútbol. Al día siguiente, entre los cafés de la mañana y el sonido de las páginas de los periódicos, lo que se palpaba era la sensación de que el Athletic había ganado mucho más. Que en el duelo entre los nuestros y los del Mallorca había una victoria luciendo los colores del ejemplo que uno y otro equipo ofrecieron.
Sobre el terreno de juego, se hicieron presentes el valor del esfuerzo, de la pasión y el trabajo en equipo. Porque ningún jugador puede ganar un trofeo sin la ayuda de sus compañeros, sin el apoyo y la guía de un entrenador, sin la confianza de un cuerpo directivo y sin el aliento de una afición infatigable. Tampoco, pensando en el contrincante, la derrota se puede encajar sin hacerlo desde la unión, y eso también es parte de la grandeza del fútbol.
Más allá de lo que ocurrió en Sevilla, todo Bizkaia estuvo con su Athletic, haciendo visible una vez más que son la alegría y los objetivos comunes, en nuestra diversidad, aquello que más nos une. Que el Athletic volvió a ilusionar por ser parte de una historia común -hasta el cántico del Aliron nos retrotrae a esa expresión 'All Iron' que enraíza con nuestro pasado industrial-, al mismo tiempo que ofreció al mundo una muestra de nobleza en el deporte, de saber ganar.
Un ejemplo que tanto los entrenadores Aguirre y Valverde, como los 70.000 aficionados del Athletic también supieron ofrecer y que la propia ciudad de Sevilla seguro agradeció.
Estos días, el propio Dani, aquel mítico capitán del 84, recordaba que la victoria de hace 40 años sirvió para unir a una sociedad y en estos días no está demás recuperar el espíritu de la concordia, del juego limpio y de la nobleza, que son, al fin y al cabo, los valores que nos unen.
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