Ander Herrera, de fichaje estrella a secundario de lujo

El Athletic pagó al Zaragoza 8,5 millones fijos más 750.000 euros en variables por un centrocampista sobrado de calidad y clase. Tres años más tarde, con 128 partidos en las piernas y grandes actuaciones, el futbolista ejecutó su cláusula de rescisión para irse al Manchester United y dejó 36 millones en las arcas de Ibaigane. Como suele ser habitual en estos casos, el club no quiso vender ni negociar pero nada pudo hacer ante el cumplimiento de dos premisas básicas: el jugador quería irse y se abonaba el precio íntegro de su libertad. Después de su etapa en Inglaterra y Francia, saldada con un total de diez títulos, la dirección deportiva encabezada por Mikel González recuperó al bilbaíno con una fórmula de cesión y la posterior incorporación como futbolista en propiedad.

El regreso de Ander Herrera fue acogido con entusiasmo por la afición bilbaína. De hecho, cerca de 3.000 seguidores rojiblancos fueron a su presentación en San Mamés. También el club y el cuerpo técnico se frotaron las manos con la incorporación de una pieza de calidad, llamada a gobernar el centro del campo rojiblanco, pero las lesiones impidieron al bilbaíno disfrutar de continuidad y minutos. Tanto es así que en la temporada 2022-2023 hubo hasta seis partes médicos relativos a lesiones musculares de diversa consideración. El propio jugador emitió un comunicado en el que expresaba su pesar por los problemas físicos sufridos y hasta confesó que había pensado en colgar las botas y decir adiós al fútbol.

Pero no quiso rendirse, decidió continuar trabajando y mejoró en la pasada temporada, en la que estuvo disponible en la inmensa mayoría de los compromisos. Pasó de los 693 minutos disputados en la Liga a los 1.023, además de participar en siete encuentros más y jugar un papel importante en la final de la Copa. No saltó al césped de La Cartuja, pero en el vestuario fue clave para levantar al equipo en el descanso del choque frente al Mallorca. Había caras largas y algo de abatimiento por aquel 0-1, momento en el que el propio Ander Herrera, Muniain y Raúl García ejercieron de líderes y animaron a la tropa. Todo acabó con un título bajo el brazo después de cuatro décadas de espera.

Tras dos años en Bilbao en su segunda etapa, el jugador renovó hasta el 30 de junio de 2025. Hizo una buena pretemporada sin contratiempos físicos -participó en los siete amistosos- y no se descartaba su titularidad en el estreno liguero frente al Getafe debido a la baja de Ruiz de Galarreta. Finalmente empezó en el banquillo, aunque el mal desempeño del centro del campo compuesto por Vesga y Prados acabó activándole en el minuto 57 junto con Unai Gómez. Valverde echó mano de Herrera y de su experiencia, importantes en un año cargado de compromisos.

No hay ninguna duda de que a sus 35 años, el centrocampista interpreta el papel de un secundario de lujo. Hay gente por delante de él en la sala de máquinas, pero en una campaña con Liga, Europa League, Copa y Supercopa, Ander Herrera debe ser una pieza importante en la que apoyarse en los momentos de necesidad. Que el físico le acompañe porque el fútbol lo tiene.