Está claro que en esto del fútbol las mismas causas no producen los mismos efectos, incluso, es más, a veces mejores causas o razones producen ... peores efectos. Así lo pudimos comprobar el sábado contra el Cartagena. Resulta que con más posesión, bastantes más disparos a puerta, más saques de esquina y con tres o cuatro ocasiones claras más que ellos no hubo goles. Y, por ejemplo, contra el Zaragoza o el Ibiza con bastante menos conseguimos mucho más, hasta cuatro tantos. Son las inexplicables incongruencias de este juego. Como dice Manuel Sergio en su libro 'Filosofía del fútbol': «Todo lo que es demasiado exacto impide el pensamiento. Por eso, el fútbol es una fuente inagotable de investigación. Por las dudas que genera, es más caosalidad (de caos) que causalidad (de causa). Por eso, la exactitud en el fútbol no existe».
Y como este juego es imperfecto, se me ha ocurrido una osadía, comentar alguna imperfección del Alavés. Por ejemplo, yo le veo algo timorato, con ciertas dudas o carencias, cuando quiere iniciar el juego desde atrás. Se le ve que es un quiero y no puedo o mejor dicho, un quiero y no me fio, porque estoy seguro de que puede. Poder iniciar el juego desde la defensa debe de ser una alternativa más que enriquezca los recursos tácticos del equipo. Una variante que en función del rival, el partido o las circunstancias podamos aplicar como una solución puntual. Está claro que desde el punto de vista ofensivo ni es bueno sacar siempre en corto ni tampoco siempre en largo para evitar el peligro. Lo importante es que el rival no tenga referencias.
Además de poder aplicarlo cuando el rival nos ejerce una presión alta, ya que, si desbordamos esa primera línea de presión a partir de ahí tenemos todo el campo despejado para correr. O cuando vamos ganando, para defender el resultado con balón. Sin ir más lejos, en el partido del sábado nos hubiera venido bien en los últimos minutos. Dijo el míster que tuvo que hacer un cambio defensivo metiendo a Benavídez para aguantar el resultado, y matizó: «Esto ha hecho que me convirtiera cinco minutos en un entrenador defensivo».
Es cierto que al Alavés se le ve cierta intención, pero con el freno de mano echado. Demasiadas precauciones para que eso fluya, sea dinámico, seguro y eficaz. Una cosa es incuestionable, si se decide jugar así, hay que hacerlo completamente convencidos porque cualquier error es mortal de necesidad. Y claro, todos sabemos que el excesivo rigor, cuidado y seguridad están reñidos con el atrevimiento, la creatividad, la fluidez, el dinamismo o la agilidad tanto en el juego en general como en la circulación y combinaciones en particular. Se trata de buscar ese punto medio entre seguridad y riesgo o entre miedo y atrevimiento. Un asunto tácticamente contradictorio en sí mismo porque si la seguridad es lo primero, sin riesgo no hay fútbol.
Ahora entra por medio el entrenamiento y el entrenador generando hábitos y automatismos que son los que dan confianza, atrevimiento y seguridad, porque tanto esa situación como otras deben fluir como las palabras en una conversación, con la idea clara pero sin pensarlas.
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