Una pócima albiazul de efecto reducido

Un séxtuple cambio sintomático, con el fin de reconducir el rumbo en casa contra el colista, pero con efecto desigual. El Alavés estuvo lejos de dar una imagen de control total sobre el cuadro gallego. La que sí mostró durante un tramo notable del choque contra el Ibiza, un equipo en una situación similar a su adversario este sábado. Su apuesta tampoco cerró el debate en algunas parcelas, como la mediapunta o la banda derecha del ataque, si bien el desempeño de hombres como Villalibre fue mejor.

El Alavés estaba llamado a salir a dominar desde el inicio. En casa, con su afición, y ante un equipo repleto de dudas, un comienzo de partido arrollador se antojaba como el camino propicio para espantar las dudas y encarrilar la victoria. Pero el escenario fue muy diferente. De primeras, fue el Lugo el que quiso proponer con la pelota. Con un sistema nuevo, de tres centrales y dos carrileros largos, en un intento de sorprender por parte de su nuevo técnico, el vitoriano Iñigo Vélez de Mendizabal. Al Alavés le costó encontrarse ante ese escenario y transitó durante muchos minutos con el pie cambiado. Ahí buscó demasiados pelotazos largos con poco que ganar en la batalla de Villalibre contra tres zagueros y tardó en controlar el escenario. Un ritmo plomizo del que solo se pudo liberar superada la media hora de juego, aunque sin mostrar una imagen dominante que solo llegó, con matices, en el tramo final del encuentro.

Asier Villalibre volvió a salir de inicio en una delantera sin dueño claro. Fue, como Miguel, revulsivo contra el Villarreal B, pero el técnico no terminó satisfecho con ninguno de los tres. Este sábado apostó por el de Gernika. Con él, el delantero más puro de los tres con los que cuenta en plantilla, buscaba capitalizar las potenciales llegadas al área del equipo. Lo cierto es que el delantero estuvo en varias ocasiones cerca del gol. Fue el rematador que necesitaba el equipo en esas acciones y también supo desempeñarse dentro del área. Es su parcela y donde más peligro logra generar de la nada. Pero le faltó puntería y también se topó con un acertado Óscar Whalley, que evitó su tercer gol como albiazul. La falta de puntería del voluntarioso delantero fue la muestra del escaso acierto albiazul. El equipo lo intentó y gozó de buenas oportunidades, pero volvió a pecar de falta de pegada, lo que ya le pasó contra el Villarreal B y el Cartagena.

El Alavés estuvo mejor en la segunda mitad. Cerca de la versión dominadora que se esperaba del equipo. Logró instalarse en campo contrario con continuidad y también dotó de mayor fluidez a sus acciones. Así logró aumentar su caudal ofensivo, aunque muchas de esas ocasiones tuvieron el mismo origen: centros desde ambas bandas, a veces precipitados, que la poblada zaga visitante logró repeler con cierta comodidad. De nada sirvieron las dos variables que planteó Luis García. Primero optó por recuperar el 4-4-2, con Miguel junto a Villalibre, en un intento de cargar el área con más pólvora. Después apostó por Jon Guridi en el doble pivote, un puesto más retrasado de lo habitual para él este curso.