¿Qué es mejor, ganar o tener éxito?
Cuando el equipo se despacha un partido a la heroica, con todo en contra, es imposible más felicidad
No sé dónde leí que se preguntaba uno si era mejor ganar que tener éxito y me dio por asociarlo a nuestro Glorioso. Todos sabemos ... que hay mucha gente que gana mucho pero no tiene éxito. El éxito es una percepción particular de las cosas. Aunque hay una idea frívola del éxito que es poco recomendable. Hay muchos que con poco son más felices que otros siendo campeones o los más ricos. Y en eso andamos los alavesistas. Entre ser felices por ganar muchos partidos siendo cabeza de ratón o arriesgarnos a ser unos desdichados sufriendo derrota tras derrota por ser cola de león, pensando que el éxito está en pertenecer a la liga de las estrellas. Está claro, hacía tiempo que no éramos tan felices. Aunque siempre habrá algún infeliz que por esa exigencia social defiende a la ambición como el único camino para ganar. Y resulta que gana mucho, pero no tiene éxito por vivir en un sinvivir.
Si además el equipo se despacha un partido como el del viernes, a la heroica, con todos los condicionantes en contra, es imposible más felicidad, ni más éxito. Y este equipo no deja de sorprendernos. Entre otras cosas, porque en agosto no dábamos un duro por él. Como dice el periodista Ángel Ruocco: «El fútbol tiene que mejorar, sí, pero su persistente capacidad de sorprender. Por más que los tecnócratas lo programen hasta el más mínimo detalle, por mucho que los poderosos lo manipulen, el fútbol sigue queriendo ser el arte de lo imprevisto. De donde menos esperas llega lo imposible». Y para que guste algo o haya arte hace falta que exista el error previo. Una partida de ajedrez entre dos ordenadores no tiene ninguna belleza por ser perfectos. Una partida de ajedrez, como un partido de fútbol, se apoya en el error, algo que le hace humano e interesante por la incertidumbre que se genera. Y, más error e incertidumbre que la que nos generó la expulsión de Benavídez era imposible. Y con tanta incertidumbre, inseguridad y emoción, un final feliz hizo que, además de ganar, el partido fuese un éxito.
Luis García insiste en el beneficio de las rotaciones. Como ahora sale bien, todo el mundo aplaude. ¡Ojo! Porque si los resultados no son buenos las rotaciones son inventos de los entrenadores para tener un cierto compadreo con el vestuario. E insisten los críticos: «lo importante es saberse la alineación de memoria». Y una crítica amable al míster. Al parecer, ha dado al equipo tres días de fiesta. Yo creo que cuando más se puede entrenar, apretar y exigir es precisamente cuando la moral, el ambiente y los resultados están por las nubes. Es cuando más predisposición receptiva, anímica y física hay al esfuerzo. Cuando un equipo está hundido y destrozado anímicamente es el mejor momento para el descanso. Pero no hay entrenador en el mundo que se atreva. Entonces está bien visto eso de «dales caña a ver si espabilan, que para eso cobran». Son las paradojas, los contrasentidos y las mentiras del fútbol.
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