Unos dicen que el error es repetir la misma fórmula que te hizo conseguir el éxito. Otros, sin embargo, aseguran que lo que funciona no ... se toca. Los que siempre aciertan son los que dicen que lo que importa es empezar bien, terminar mejor y ganar como sea. Esto viene a cuento de que esa buena dinámica que lleva el Alavés puede resultar una trampa en el partido contra el último clasificado, el Ibiza. Insistía y casi suplicaba Luis García que tanto el vestuario como, incluso mucho más, el entorno albiazul -ya que a veces el entorno contagia más que el míster en la caseta- se tomaran el partido como el más difícil de la temporada, si no tendremos algún disgusto. Es un partido trampa y la trampa está en el subconsciente.
Por mucho que conscientemente tengamos claro que todos los partidos son difíciles, que no hay enemigo pequeño, que en el terreno de juego todo se iguala y que lo del partido anterior ya es historia, el subconsciente nos está repitiendo como un martillo pilón que sí, lo que tú digas, majo, pero es que jugamos contra el último y nosotros somos los terceros y venimos de cuatro victorias seguidas, por lo tanto, no me cuentes milongas. Según los expertos, el subconsciente decide en la vida de las personas muchísimo más que la razón, por mucho que nos creamos muy razonables. Bueno, lo de razonables es un decir por que si escuchas las noticias, no está muy claro eso. Además, hay que recordar que en la última victoria con goleada en Zaragoza hubo más acierto, pegada y eficacia que juego, por lo tanto fue algo engañoso y nos puede confundir. Y también hay que considerar aquello de que las dinámicas cuanto más duran, en un sentido o en otro, más cerca está el momento de que se inviertan. Como decía el escritor Romains: «La salud es un estado esencialmente precario que no presagia nada bueno».
Hoy recibimos a un rival que vive en un sinvivir, ya que la trayectoria y la clasificación lo dicen todo. Un club un tanto artificial, con muy poco arraigo, seguimiento o apoyo social, lo cual hace complicado sobrevivir en esta categoría. Con una media de asistencia al estadio de unos 2.500 espectadores, no se puede decir que su fuerte sea la afición. Desde la gestión deportiva están intentándolo todo, pero cuando se cumple la Ley de Murphy. solo queda rezar. Han pasado ya tres entrenadores, en el mercado de invierno han incorporado media docena de jugadores, el ambiente está muy revuelto; en fin, lo típico en estos casos. Y claro, al parecer, en el fútbol para sobrevivir está justificado todo con tal de evitar el descenso. Es lo que tiene la ley del mercado versión fútbol, que si no te endeudas o hipotecas para reforzar el equipo. casi seguro que el descenso está garantizado y si lo haces, tampoco garantiza nada.
Entre otras cosas porque, de cualquier manera, hipotecados o no, cuatro equipos van a descender ineludiblemente. Un asunto filosófico y contradictorio en sí mismo, ya que por muy bien que lo hagan los veintidós de la categoría cuatro siempre pierden la categoría.
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