El duro castigo a la complacencia del Alavés
La falta de recursos ofensivos sin Kike García merma a un equipo sin la garra suficiente para sorprender a un Athletic discreto
Las cuentas de la permanencia, cambiantes cada jornada, situaban el partido de San Mamés como el más complicado del tramo final de temporada para el ... Alavés. Era un rival en pelea por la Champions, fiero en su estadio y que se le he atragantado constantemente al plantel vitoriano. Argumentos que situaban cualquier posible botín que rescatase el equipo de Coudet como un balance positivo. Pero el hecho es que el planteamiento y desarrollo del encuentro fueron insuficientes para que el plantel albiazul rescatase algo de un estadio del que volvió a marcharse de vacío. Necesitaba muchos argumentos para engordar su casillero, pero la mayoría se le quedaron en el tintero.
El balance ofensivo del equipo fue raquítico, apenas un disparo a puerta lanzado en todo el encuentro. El del primer minuto ejecutado de forma tímida por Guevara. Una anécdota en un mar de imprecisiones y falta de filo. Nada más. Aunque la estructura defensiva del Athletic –la única parcela que se mantuvo ajena al mar de lesiones y sanciones que castigó al equipo de Valverde– era un hueso duro de roer, al Alavés le faltó encontrar más recursos para hacer daño. La apuesta obligada por Toni Martínez ilustró que Kike García es un jugador muy importante para el equipo más allá de los goles. Nadie heredó la capacidad de brega y dominio aéreo del conquense. Así, cada balón que iba por alto regresaba por bajo casi de inmediato.
Pero a los albiazules también les faltó creérselo. Verse capaces de castigar a un Athletic mermado, aunque todos los factores sugirieran que iba a ser un camino repleto de obstáculos. Que esa fe casi inquebrantable mostrada en las últimas jornadas tuviera continuidad en San Mamés. Esta vez el Alavés no fue creyente en la Catedral. Sin eso y con poco fútbol en sus botas, la combinación acabó arrojando el resultado más probable.
Aunque de no haber tenido la mala fortuna de que una serie de rebotes acabasen con el balón en el fondo de la red las conclusiones extraídas de la historia bien podrían haber sido diferentes. En realidad, y aunque la victoria rojiblanca es lógica, tampoco los argumentos locales resultaron del todo convincentes. La estructura defensiva del Alavés logró sostener durante gran parte del encuentro la discreta propuesta local. Con altibajos, de otro partido muy notable de Mouriño a la actuación mucho más sufrida de Diarra.
Sufrimiento con Maroan
Los problemas del zaguero malí en su regreso al once titular tras dos partidos de suplencia tuvieron casi siempre el mismo origen, el de un futbolista que centró los focos en la previa del encuentro y protagonista también en el mismo: Maroan Sannadi. El delantero vitoriano y ex de las categorías inferiores del Alavés, traspasado en enero al conjunto rojiblanco, mostró en el primer encuentro ante su exequipo la capacidad que nunca se le pudo llegar a ver en Mendizorroza –no jugó ningún partido oficial con el primer equipo– como local. Un portento físico aún por pulir, pero con sobrada capacidad para hacerse un hueco en Primera. Quedará la eterna duda de si podría haberlo tenido con la camiseta albiazul y no con la rojiblanca.
Cuando Maroan se fue mermando aparecieron los revulsivos del Athletic. La presencia de Unai Gómez, Guruzeta y Sancet elevó el desempeño rojiblanco en ataque hasta que llegó el gol. Al Alavés, en cambio, las permutas no le cambiaron el color. Ni la entrada de Villalibre, con un reencuentro desapercibida con un hinchada que celebraba el 1-0, recargó la batería de un equipo que se quedó cerca de sacar un buen resultado. Le faltaron fe y fútbol para poder lograrlo.
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