No termina de arrancar a domicilio esta temporada el Alavés, al que le cuesta hacer goles más de la cuenta. Han cambiado las tornas respecto ... al momento en que el Chacho Coudet se hizo con las riendas del equipo el pasado curso, cuando le costó ganar en Vitoria.
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Por fin ahora Mendizorroza es nuestro mejor fortín, pero hay que volver a ser más competitivos fuera de casa. El Alavés visitó a un colista disfrazado con buenos peloteros como el Girona, al cual no pudimos ni siquiera empatar. Debemos mejorar como visitantes para no dar oxígeno a rivales que son de nuestro pelaje y para no descompensar el granero.
El conjunto albiazul apostó por no tocar lo que funciona, e introdujo sólo el cambio obligado por la baja importante del punta Boyé, con un Mariano que destacó en la doble delantera copera ante el modesto Getxo. Pero ya en el primer tiempo se vio que el conjunto catalán se jugaba la vida y escondió su ansiedad mediante la posesión del balón. Tuvo su premio gracias a un centro medido por la izquierda del habilidoso Bryan Gil, que a la postre fue definitivo. El caso es que el rival de turno se creció y el Alavés tuvo pocas opciones al contragolpe, como el finalizado por Denis Suárez sin más puntería.
En defensa, destacó sobre todo otra vez la fiabilidad de Jonny Otto y el pundonor de Tenaglia, que patentó una segunda barrera individual tras la primera colectiva para abortar el peligro a Sivera en una falta directa en contra. Aunque la mayoría de los jugadores albiazules destacan por su eficacia en los duelos individuales, se vieron superados. De todas formas, tras la continuación se equilibró más el juego, a pesar de que pudo ser precipitado el triple cambio en el descanso. Se buscó más profundidad por las bandas con extremos puros como Carlos Vicente y Abde, así como Guridi de mediapunta.
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Pero la mejor ocasión volvió a ser a balón parado con un gol anulado a Antonio Blanco por un ajustado fuera de juego. Y a pesar de que la presión en campo contrario se igualó, el acierto de cara a la puerta contraria brilló por su ausencia. Ni la brega de Pablo Ibáñez ni otro ariete, como el joven madrileño Diego Morcillo –debutante desde el filial– cambiaron las tornas. Y eso que el partido se le volvió a hacer largo al Girona, que suspiraba por el pitido final, ya que la faceta defensiva no es su principal fuerte.
Pese a que el partido se le hizo largo al Girona por su escasa solidez defensiva, el conjunto albiazul no supo cambiar las tornas
Eso no desluce la valorada labor de su entrenador Míchel, que tiene que recomponer cada año su plantilla con nuevas individualidades, no exentas de calidad, pero que hay que conjuntar. Su propuesta ofensiva no deja nunca de ser atractiva y arriesgada, pero esta vez no acertó el Alavés en buscarle las cosquillas al espacio de sus adelantados defensas. Cuando bajó su bloque, era ya cuestión de segundas jugadas y rechaces, que tampoco abundaron. El caso es que los albiazules no aprovecharon una inmejorable oportunidad ante un rival herido, pero afilado, y tuvieron que volver de vacío en medio de otro parón por compromisos internacionales.
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Será tiempo para preparar la próxima cita ante la parroquia alavesista y un Celta que recibe esta noche al Barcelona, al cual rendiremos visita después. Conviene seguir haciendo bien los deberes en nuestro estadio, porque sólo hemos ganado fuera en Bilbao frente a un Athletic en horas bajas. A expensas de su resultado esta tarde contra el nuevo colista Oviedo, podemos seguir presumiendo por segunda semana consecutiva de ser el primer equipo vasco en la clasificación. Pero siempre con el objetivo de no salir de la zona templada de la tabla, aprovechando un meritorio balance a cero, entre goles a favor y en contra, lo que refleja una gran defensa y un ataque por mejorar.
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