Unas veces se gana...
Nos encontramos en un momento de la temporada en el que cobran sentido mensajes como 'se aprende más perdiendo', 'unas veces se gana y otras ... se aprende' o incluso 'no hay mal que por bien no venga'. Y aunque siempre decimos que preferimos aprender ganando, no deja de ser algo peligroso si las victorias han sido engañosas. Ahora bien, si se sabe gestionar estas situaciones amables, vienen muy bien para la autocrítica, que es mejor cuando se gana, cuando se pierde no tiene mérito. Y como todavía no hay nada definitivo y hay mucho margen de mejora, está claro que se pueden poner remedios. Este empate ha venido bien para ver la realidad y poner los pies en el suelo. Y esta realidad vale tanto para el último aficionado como para el dueño de la propiedad, pasando por la secretaría, cuerpo técnico y, por supuesto, jugadores. Y no olvidemos a medios de comunicación y redes sociales, que con mensajes y opiniones podemos condicionar y distorsionar la realidad del equipo creando expectativas poco reales. Expectativas ambiciosas, sí, pero reales también, que luego las consecuencias son peores.
Y ya que estamos a tres días para el cierre el mercado, pronto podremos hacer cábalas reales respecto al potencial de esta plantilla y la de los rivales. A partir de ahí, poner objetivos, crear expectativas posibles y sobre todo, probables. Porque en el empate del domingo en Can Misses hubo muchos ratos del encuentro, y dicho con cierta ironía, en los que el Alavés me resultaba reconocible. Reconocible por las campañas anteriores. Aunque en ésta veo un equipo que quiere, que pone intención de dominar, de llevar la iniciativa, de jugar; pero está claro que contra el Ibiza solo fue voluntad. Se jugó más a empujones, o por amor propio, que por elaborar con cierto criterio y continuidad el juego ofensivo.
Y como consecuencia de ese poco dominio ofensivo se sufrió más de la cuenta en lo defensivo. Yo eché más en falta la pausa que la velocidad y la amplitud que la verticalidad. El equipo, cuando recuperaba, salía huyendo hacia adelante o se quitaba el balón con un despeje orientado sin precisión hacia los delanteros. Tal vez jugar con dos puntas nos confundió, ya que no ayudó para nada al control, posesión, circulación y dominio del centro del campo. Aquello de vísteme despacio que tengo prisa. Cuando un equipo pasa mucho tiempo sin balón, lo peor que se puede hacer en el momento de recuperarlo es salir corriendo hacia adelante o mirar solo hacia arriba, porque eso es sinónimo de volverlo a perder.
En estas situaciones de no posesión, si queremos darle continuidad al juego ofensivo, es imprescindible realizar bien el primer pase para poder dar la pausa que nos permita aclarar y desahogar la situación. Más que intentar ir hacia arriba es importante tratar simplemente de tener el balón, que al rival se le bajen los humos para que nosotros cojamos confianza con el esférico. Para mirar hacia arriba y lejos es imprescindible primero controlar lo de cerca.
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