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La reina de la estación de King's Cross

La leyenda de que la guerrera britona Boudica está enterrada debajo de un andén de la terminal londinense reaparece como noticia de broma del April's Fools Day

Julio Arrieta

Lunes, 5 de mayo 2014, 16:57

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Un equipo de arqueólogos ha encontrado en las obras de remodelación de la estación de tren londinense de King's Cross la tumba perdida de Boudica, la reina que lideró el levantamiento de los britanos contra la ocupación romana en los años 60 y 61. La noticia es sensacional. Tanto que es una broma. Se trata de una de las muchas que proliferaron el pasado 1 de abril, fecha en la que en muchos países, sobre todo anglosajones, se celebra el April's Fools Day, una fiesta similar a nuestro Día de los Inocentes. La revista 'Current Archaeology' recopiló las noticias arqueológicas de pega más ocurrentes, entre las que cabe destacar el desplazamiento de uno de los monolitos de Avebury por parte de las autoridades, para ajustar la orientación de este cromlech al horario de verano, y la aparición de huesos de dinosaurio en la gran pirámide de Giza. Sin embargo, el rumor de que Boudica está enterrada en la famosa terminal londinense destaca porque es todo un clásico del folclore arqueológico que reaparece cada cierto tiempo y que ha sido publicado como noticia real por lo menos en una ocasión.

El hallazgo humorístico de la tumba de Boudica fue publicado el 1 de abril en la web de 'Heritage Daily'. La 'noticia' señalaba que "el mundo de la arqueología se tambaleaba" después de que se diera a conocer que un "equipo de investigadores había hecho el descubrimiento del siglo" en las obras de la estación de King's Cross. Un inexistente profesor M. Maus, del no menos irreal Instituto de Estudios de Londres, lideraba el grupo de arqueólogos que había dado con el enterramiento de la reina de los icenos que, según recordaba el redactor de 'Heritage Daily', se alzó contra los romanos, lideró un ejército de 100.000 guerreros, destruyó Colchester e incendió Londres. "El descubrimiento -continuaba la 'noticia'- ha sido mantenido en secreto hasta hoy por miedo a un frenesí de los medios". Sin embargo, el heroico profesor Maus era partidario de que "el mundo sepa la verdad". 'Heritage Daily' tuvo acceso exclusivo a "una cámara funeraria extraordinaria que contenía un carro y el cuerpo de una mujer, muy bien conservado". Tanto, decía el profesor Maus, que, "si te fijas bien, hay rastros de pelo rojo en el cráneo". En cuanto al carro, conservaba los enganches para las guadañas de las ruedas, "que Boudica utilizaba para cortar a los legionarios romanos en la batalla". Cuchillas como las que se ven en el carro de la estatua triunfante del personaje que desde 1902 se alza junto al Támesis, en Londres, pero que en la realidad los britanos no usaron nunca.

"Siempre hubo rumores de que Boudica fue enterrada en King's Cross", declaraba Maus. En esto acertaba el profesor de broma. La leyenda de que la reina guerrera yace debajo de algún punto de la célebre estación londinense, la misma en la que Harry Potter toma el tren que le conduce a la escuela de magia de Hogwarts, circula desde los años 40 del siglo pasado y se ha llegado a publicar como noticia verdadera. El 22 de febrero de 1988 'The Daily Telegraph' daba a conocer que "la tumba de Boadicea (nombre erróneo por el que también se conoce a Boudica), la reina guerrera que luchó contra los romanos hace casi 2.000 años, ha sido localizada por unos arqueólogos. Creen que está bajo el andén 8 en la estación de tren de King's Cross".

Un campo de batalla

Según el periodista Joel Levy, el origen de este rumor o leyenda de la 'tumba ferroviaria' de Boudica está en el libro del escritor escocés Lewis Spence 'Boadicea: Warrior queen of the britons' (Boadicea, la reina guerrera de los britanos), publicado en 1937. Spence nunca afirmó que la reina de los icenos yaciera en la terminal, pero sí que relacionó King's Cross con el lugar donde tuvo lugar la batalla de Watling Street, en la que Boudica fue derrotada. Detallaba que en el pasado King's Cross se había llamado Battle Bridge (puente de la batalla). El autor llegó a la conclusión de que el enfrentamiento ocurrió en el valle donde ahora están las estaciones de King's Cross y St. Pancras. Levy también recuerda en su libro 'Símbolos perdidos' (Martínez Roca) que el número del andén que cubre la tumba de la reina rebelde "varía considerablemente" en las diferentes versiones de la historia, aunque predominan las plataformas 8, 9 y 10.

El problema con Boudica es que no existe ningún resto arqueológico relacionado directamente con ella. Aunque su rebelión, recogida por los historiadores romanos, sí que dejó rastros que han podido ser identificados por los arqueólogos.

Hay que señalar que todo lo que se sabe de la célebre reina rebelde se debe a dos autores romanos, forzosamente parciales: Tácito (c. 56-117) y Dión Casio (c.155-235). El primero tuvo acceso al relato de un testigo presencial importante, que además era su suegro: Cneo Julio Agricola, gobernador de Britania entre 77 y 84, que combatió en la batalla de Watling Street. Dión Casio, que escribió mucho más tarde, se basó en el relato de Tácito, pero debió de tener acceso a otras fuentes o ser demasiado 'creativo', pues su versión de los hechos difiere en algunos puntos y añade datos que Tácito omite.

Según narran ambos autores, Boudica era la esposa del rey de los icenos, un pueblo que vivía en la que ahora es la región inglesa de East Anglia. Tácito indica que este personaje se llamaba Prasutago, "pero aparte de esta única mención, ese nombre carece de confirmación", explica el historiador Philip Matyszak en 'Los enemigos de Roma' (Oberon). "Lo que sí es cierto es que el rey era uno de los que se habían apuntado rápidamente al bando romano", era un 'rey cliente', de los que los romanos se servían para que "gobernasen partes difíciles y aisladas de sus fronteras". Al parecer, Prasutago fue puesto a la cabeza de los icenos en el año 47, "después de que un intento romano de desarmar a aquella tribu provocase una revuelta que acabó en fracaso". Hay indicios de que el acuerdo entre Prasutago y los romanos supuso cierta prosperidad para el pueblo iceno. "En 1981 se excavó el yacimiento de un edificio muy bien señalado de Thetford que posiblemente era la residencia regia de Prasutago. Su reino ocupaba gran parte de los modernos Suffolk y Norfolk y estaba bien situado para comerciar con la Galia romana -explica Matyszak-. Hasta donde podemos estar seguros por la arqueología y nuestras fuentes, Prasutago dejó a su muerte un reino pacífico, próspero y modestamente asegurado". El rey dispuso que el territorio se repartiera entre sus hijas y el emperador romano, pues "creía que de ese modo aseguraba el futuro de su reino".

Pero no fue así. Tácito no especifica la causa, pero tras la muerte del rey los romanos se apoderaron del reino sin respetar los derechos de la familia del difunto. ¿El motivo? No está claro. Por un lado, Prasutago había dejado muchas deudas pendientes con los romanos (uno de sus acreedores era Séneca) que su viuda no pudo afrontar. Por otro, el derecho romano no reconocía la herencia por rama femenina, es decir, que las hijas de Prasutago se quedaran con el reino. Fuera cual fuera la causa, Tácito relata en sus 'Anales' que "fue como si Roma hubiese recibido todo el país como regalo. Todos los jefes fueron desposeídos de sus propiedades ancestrales, y los familiares del rey fueron esclavizados () mientras los centuriones saqueaban el reino, sus esclavos rapiñaban la residencia regia como si fuera un botín de guerra". Boudica "fue azotada y sus hijas, violadas", una agresión cuyo fin era que las muchachas no pudieran casarse, cortando así la línea hereditaria de la familia.

¿Una sacerdotisa?

Los romanos no supieron prever las consecuencias terribles de su ataque. uizá no se dieron cuenta de que Boudica era probablemente un personaje mucho más importante para su pueblo que una simple reina consorte. Según Matyszak, "la lectura moderna de las fuentes sugiere que esta mujer era a la vez una de las principales sacerdotisas del reino. Su nombre, Boudica, podría relacionarse con la diosa celta Boudiga, y puede que fuese incluso el título de su oficio. Las plegarias y ritos que realizaba para la diosa Andraste sugieren una cierta familiaridad con el ritual". Es posible que Tácito confundiera la designación de la función sacra de la reina con su nombre personal. Fuera cual fuese su papel en su sociedad, Boudica tuvo la capacidad para desencadenar y liderar una revuelta en masa de los icenos, sus vecinos los trinovantes y, como dice Tácito, "otros pueblos no habituados a la servidumbre", en el año 60, justo cuando el gobernador romano, Suetonio Paulino, se encontraba al otro lado de la isla, en Gales del Norte, en plena campaña contra los druidas de Anglesey.

Según Tácito y Dión Casio, Boudica era una mujer de aspecto formidable. Al segundo se debe la descripción que ha marcado la imagen de la reina hasta hoy, y de la que de hecho se hace eco el inexistente profesor Maus de la broma del 'Heritage Daily'. En su 'Historia romana', Dión Casio escribe que "Boudica era alta, de aspecto imponente, y poseía una voz poderosa. Una marea de brillantes cabellos rojos le llegaba hasta las caderas; llevaba un collar de oro cubierto de diversos adornos, una túnica multicolor y sobre la misma una gruesa capa sostenida con una hebilla. Blandía una larga lanza para atemorizar a cualquiera que osase dirigirle la mirada".

La horda encabezada por la reina viuda atacó Camulodunum (la actual Colchester). La ciudad fue arrasada y sus habitantes masacrados. "La arqueología demuestra que Colchester fue literalmente destruida hasta los cimientos -afirma Matyszak-. Después de quemar todo aquello que fuera combustible, los britanos demolieron sistemáticamente cualquier estructura de ladrillo, o barro, dejando los cimientos destruidos a ras de suelo". Así se comprobó en las excavaciones realizadas en 2000 bajo la dirección de Philip Crummy.

Quinto Petilio Cerial, legado de la Legión IX Hispana, trató de auxiliar a la ciudad con parte de sus tropas, pero sufrió una derrota humillante y apenas se las apañó para huir con un pequeño contingente de caballería. Mientras, Suetonio Paulino, enterado de la situación, regresaba de Gales a Londinium (Londres) para descubrir que era indefendible y no había más remedio que abandonarlo a su suerte. "Boudica no estaba interesada en hacer prisioneros o solicitar un rescate por ellos o ningún otro comercio de guerra", dice Tácito. Londinium fue incendiado y su población aniquilada. Según Dión Casio, "aquellos que fueron llevados prisioneros por los britanos se vieron sometidos a todas las formas conocidas de atrocidad". De nuevo, aquella destrucción dejó su huella arqueológica. Como indica Matyszak, "el fuego fue tan feroz que formó una capa de arcilla cocida alrededor de las casas, y este estrato sigue existiendo hoy en día a unos cuatro metros por debajo de las calles del Londres actual".

La reina guerrera se dirigió después de Verulamium (St. Albans), que también fue destruida. Para entonces los rebeldes habían matado a unas 70.000 u 80.000 personas, entre romanos y simpatizantes de estos. Paulino decidió hacer frente a los britanos en un punto cuya situación exacta todavía se discute, entre Londinium y Viroconium (Wroxeter), en el antiguo camino britano convertido en vía romana conocido como Watling Street. Como relata Tácito, "Suetonio se preparó para combatir lo antes posible. Escogió posicionarse en un estrecho desfiladero que culminaba por detrás en un bosque, con lo que se aseguraba de que no pudiese haber más soldados enemigos que los que tuviese frente a él, donde se abría una extensa planicie". Las fuentes romanas, que suelen ser dadas a exagerar los números, indican que los britanos eran 230.000. Paulino comandaba a unos 11.000 soldados.

La derrota

Según Tácito, Boudica entró en combate en su carro, acompañada por sus hijas. Dión Casio añade que, "a continuación, los ejércitos se aproximaron el uno al otro, los bárbaros con un gran estruendo de gritos y amenazadoras canciones de guerra, y los romanos en silencio y en orden hasta que se encontraron al alcance de las jabalinas de sus enemigos". La superioridad numérica de los britanos se volvió en su contra al convertirse en un caos frente al avance ordenado de los romanos. Según Matyszak, "para los britanos, que necesitaban un espacio de aproximadamente un metro para emplear sus lanzas largas o para blandir correctamente sus espadas, fue un desastre. Los romanos combatían en formación cerrada y usaban sus espadas cortas para pinchar más que para dar mandobles. Para ellos, un campo de batalla congestionado era una oportunidad más que un problema. Los guerreros britanos, casi indefensos, fueron masacrados, y tras ellos también sus esposas e hijos".

Boudica sobrevivió a la batalla perdida. Tácito afirma que se suicidó con veneno. Según Dión Casio enfermó y murió. Pero también indica que tuvo un funeral magnífico y fue enterrada. Pero, ¿dónde? La lista de fosas, túmulos y montículos que han sido identificados como la tumba de Boudica es interminable. Pero, como explicó el arqueólogo Richard Hingley, de la Universidad de Durham (en unas declaraciones recogidas en el artículo 'Boudicca, queen of the icenii', publicado en julio de 2013 en la web de la revista 'Archaeology'), "es poco probable que Boudica hubiera tenido un monumento funerario", algo inusual en la época y en la región. Y, como apuntaba Mike Heyworth, director del Council for British Archaeology, en caso de encontrarse unos restos que pudieran ser los de Boudica sería un reto muy complicado comprobar a ciencia cierta si se trata de la reina de los icenos o de otra mujer.

Incluso si aparecen debajo del andén 9 de la estación de King's Cross.

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