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Marguerite Duras y Yann Andréa.

El hombre que amó a la mujer mayor

A Marguerite Duras y Yann Andréa, 38 años más joven, solo pudo separarles la muerte de la escritora, en 1996. Él sobrevivió a duras penas hasta el pasado julio

Isabel Ibáñez

Jueves, 4 de septiembre 2014, 02:08

Parece como si dos de las personas relacionadas estrechamente con la vida y la obra de Marguerite Duras hubieran esperado al centenario del nacimiento de la gran autora francesa para irse definitivamente. Su traductora al castellano, Ana María Moix, hermana de Terenci Moix, fallecía en febrero a los 66 años sin imaginar que solo unos meses después, en julio, lo haría Yann Andréa, a los 61, el último compañero sentimental de Duras y cuya obra también pasó Moix al castellano. Sin duda, la española hubiera querido escribir algo sobre esta silenciosa marcha de Yann Andréa tras una vida de subsistencia desde que su amada se fue, en 1996, hace ya casi dos décadas: lo encontraron muerto en el piso de París que compartieron sin que se hayan aclarado públicamente las causas. En realidad se llamaba Yann Lemée, pero ella le inventó otro nombre.

Moix escribió el prólogo de Yann Andréa Steiner, novela de Duras que lleva por título precisamente el nombre que ella creó para su amado. En aquella introducción, la autora española presenta la obra y se refiere a la relación entre ambos: "Recrea ese verano de 1980 cuando la narradora conoce al joven Yann Andréa, con quien inicia una relación amorosa consistente, sobre todo, en conversaciones (...) Una relación amorosa compleja (se habla de las escapadas nocturnas de Yann Andréa al encuentro de camareros)...". La novela contiene varias historias de amor que en realidad son una misma: la suya autobiográfica y su reflejo en la de una monitora enamorada de un niño (a Marguerite y a Yann los separaban cuatro décadas).

Yann Andréa tenía 20 años y estudiaba Filosofía cuando cayó en sus manos un libro de Duras y ya nada volvió a ser igual. Dijo que nunca leería otra cosa que no fuera Duras. La escritora acudió al estreno de su película (también era directora) India Song y allí se presentó él. Participó en el debate posterior y se fue con Duras y unos cuantos a un bar. Así lo recuerda la propia autora: "Me preguntaste si tenía amantes. Dije: Ninguno ya, y era cierto. Preguntaste a qué velocidad circulaba yo por la noche. Dije: a 140. Como todo el mundo con un R-16. Era magnífico. Comenzaste a escribirme cartas después de aquella velada. Muchas cartas. A veces una al día. (...) Yo no te contestaba. (...) Y luego, una vez, dejaste pasar bastante tiempo sin escribir. Un mes quizá, ya no sé cuánto duró aquello. Entonces, a mi vez, en el vacío que había dejado aquella ausencia de cartas, de llamadas, te escribí...". En realidad fueron cerca de cinco años de misivas hasta que ella le dijo: "Venga a verme". Y Yann se apareció en la puerta de su piso de París. "Abrí".

Todo ello se relata en Yann Andréa Steiner. La francesa quizá sea una de las personas que mejor haya sabido descifrar con su escritura la complejidad del amor: "Y después hubo la puerta que se cerraba detrás de ti y de mí. Detrás del cuerpo nuevo, alto y delgado. Y después hubo la voz. Aquella voz de increíble dulzura. Distante. Real. La voz de tu carta, la voz de mi vida. Hablamos durante horas (...) Todo lo que querías decirme antes de que súbitamente apareciera la evidencia, la cosa, terrible, esclarecedora, aquella decisión que habías tomado: conocerme antes de suicidarte". Pero Yann no se suicidió; de hecho no la abandonó hasta la muerte de ella, 16 años después de aquella primera cita: "Nos acostamos con la luna en el cielo sombrío y azul. Al día siguiente hicimos el amor". Luego llegarían los momentos sumergidos en alcohol, al que Duras era tan aficionada. Y la dura rehabilitación que tan bien supo recoger Yann Andréa en el libro M.D. Él siempre estuvo a su lado, incluso cuando su amada se enfadaba por sus escapadas en busca de otros hombres, aunque en el fondo ella lo entendiera. "Te amo Yann. Es terrible, pero prefiero amarte que no amarte", escribió ella en una carta a los seis meses de vivir juntos. Pese a los años, pese a la intimidad, siempre la trató de usted.

Duras murió en 1996. Y él publicó Ese amor (2000) con esa forma de escribir corta, llena de puntos, que se parecía tanto a la de su amada. Un libro que únicamente puede aproximarnos a lo que fue la sufrida existencia de Yann desde ese momento y hasta el pasado julio: "Solo existe un destino común. La desdicha general, compartida por todos. Y un único amor. Y ese amor también. Usted y yo. Together. Y en lo sucesivo sin su cuerpo, porque usted ha muerto, porque está en el cementerio de Montparnasse, donde voy a ver, donde no me atrevo a mirar (...). Cruzo la calle, me dirijo a esta habitación y me encierro en ella. Y luego tengo miedo, salgo cada vez menos y encargo comida a domicilio y sobre todo bebida, pizzas durante semanas, a continuación cuscús y, durante meses, rollitos de primavera, nems y ensaladas chinas. Ya no salgo. Tengo miedo. No quiero vivir. No sé qué hacer para matarme. (...) He decidido ahorcarme. He colgado un cinturón en la esquina de la ventana. Me subo a una silla y paso mi cabeza por el lazo, va bien, mi cabeza entra perfectamente, la prueba es concluyente. Y después me digo que el cinturón se romperá (...). Pienso en el metro, pienso en el Sena. Pienso en un revólver, pero... ¿cómo comprarlo?".

"Hace semanas que no me lavo, en absoluto, ni el cuerpo, ni los dientes, ni el pelo, ya no me afeito, debo de oler mal, debe verse toda esa mugre (...). El día ha dejado de existir, el tiempo ha dejado de existir, vivo ahí, en este cubo de basura. Ésa es la palabra: soy una basura", dejó escrito en aquel libro. Durante su promoción, contestó a varias entrevistas. En una de ellas, en 1999, durante un programa conducido por Thierry Ardisson, puede vérsele en toda su timidez, suavidad, fragilidad, pasándolo mal ante algunas insinuaciones de los invitados sobre su verdadero interés por la autora, en referencia a su legado, del que quedó nombrado responsable y protector. Incluso se enfrentó a un hijo de Duras para impedir la publicación de un libro de recetas de cocina de la escritora, en el convencimiento de que se trataba de "un mal libro". Aquella entrevista en francés; aunque no se entienda, es fácil comprender el lenguaje no verbal. Pinchando aquí se puede ver el vídeo. Alguien dejó escrito un comentario el otro día: "RIP Yann. Uno se pregunta qué hay que hacer con estos payasos".

El 10 de julio, no hace ni dos meses, Yann moría al fin. Quién sabe si el tiempo pudo curar el dolor por la pérdida de su compañera. Habían pasado 18 años. Dicen que se había recluido en aquel apartamento escenario de su amor, y ni siquiera se le vio con sus gafillas y su eterno bigotito en los actos de celebración del centenario. Aún no se ha hecho pública la causa de su muerte, pero esto fue lo que escribió el periódico Le Monde: "Sean cuales sean los motivos de su fallecimiento, aquel amor lo ha matado". 18 años son mucho, mucho tiempo. Pero ¿desde cuándo el tiempo significó algo para Yann Andréa?

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