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El más viejo era Carmelo

El señor Flores ha vivido casi 124 años a base de cereales y mascado de coca en un poblado boliviano a 4.000 metros. Nadie llevó sus papeles al Guinness

milagros lópez de guereño

Viernes, 20 de junio 2014, 02:08

A punto de cumplir 124 años, ha muerto en Bolivia Carmelo Flores; extraoficialmente, la persona más anciana del mundo. El indígena fue reconocido en septiembre como 'Tesoro Humano Vivo' por la Gobernación del departamento de La Paz. El aymara salió del anonimato en agosto pasado cuando se conoció un registro del Tribunal Electoral de Bolivia que identificó su nacimiento el 16 de julio de 1890. La información no fue verificada por organizaciones internacionales y por esa razón no figuraba en los libros de records Guinness.

Flores fue profeta en su tierra demasiado tarde. El año pasado, cuando trascendió su historia, el presidente Evo Morales le prometió ayuda económica y le llevó regalos a la comunidad andina de Frasquía, a 4.000 metros de altura, donde Carmelo pasó su larga vida de extrema pobreza. Esta comarca de la provincia Omasuyos se sitúa a 130 kilómetros al oeste de la capital boliviana.

En la visita oficial comentó que buena parte de su dieta se basaba en "sopas, cereales andinos y agua de la cordillera, además del mascado de la hoja de coca". Unos ingredientes puros que, como la quinoa, están siendo incorporados en recetas internacionales.

Paralelamente a su notoriedad comenzó a complicarse su salud. El año pasado le diagnosticaron una bronquitis aguda. Fue ingresado en el hospital de Achacachi. Después ya no fue el mismo. Pero cualquiera firmaría para llegar a los 123 años como él: haciendo vida normal, con la cabeza clara.

"Mi abuelito murió anoche (lunes 9) en su viviendita, lo estaba cuidando mi papá", confirmó René Flores. "Estaba durmiendo y de allí ya no respiró". Eran las "nueve de la noche", precisó el nieto. El médico Adalberto Segales que lo trató durante su hospitalización en Achacachi concretó que Carmelo "tenía una enfermedad de diabetes tipo 2". René Flores, portavoz de la familia, comentó que dos semanas atrás ya presentaba problemas de desnutrición, deshidratación y digestivos. "Nos decía: me duele el pecho; aun así viajó desde su pueblo hasta la ciudad. Lo medicaron, pero seguía delicado".

El longevo boliviano tuvo fuerzas para el último viaje de regreso hasta el pueblo donde había llegado de joven buscando trabajo y conoció a una viuda joven con la que se casó y tuvo tres hijos. Ella murió con 107 años. En 2012 fallecieron dos de sus hijos. A Flores, le sobreviven un vástago, 14 nietos y 39 bisnietos. Familia tan amplia como pobre. El doctor Segales pidió ayuda a las autoridades locales para pagar los gastos del sepelio. Rufo Calle, dirigente campesino, se sumó a la petición y lamentó la situación: "Debería entristecernos porque era un icono, un hombre extraordinario". Carmelo, al menos, se ha ido "con la felicidad de saber que fue el hombre más viejo del mundo. Le habría gustado disfrutarlo un poco más con su familia", comentó el líder rural.

Un centenar de personas, familiares y vecinos le dieron el último adiós. Y las autoridades locales respondieron: declararon tres días de duelo sin suspensión de actividades en honor del anciano. Nelson Guarachi, presidente de la Asamblea Legislativa Departamental (ALD) de La Paz, confirmó el orgullo local, pero acompañó el elogio con un gesto más pragmático. El Gobierno "ya compró el ataúd, se está corriendo con los gastos del sepelio. Estamos en la obligación de contribuir con la familia porque son de escasos recursos", añadió Guarachi. Y lanzó la protesta de bautizar colegios y pueblos con el nombre de Carmelo Flores: "No es tan fácil vivir tantos años, nadie tiene ese privilegio".

Lo curioso es que no admiten, al menos públicamente, que los documentos para el reconocimiento oficial de Flores como la persona con más edad del mundo no llegaron hasta la organización del Guinness World Records.

Los 121 de Juana

Sin esa gestión, los severos jueces de los records mundiales no lo han tenido en cuenta. De hecho, a la vez que Bolivia anunciaba la muerte de Flores, la organización Guinness World Records comunicó el fallecimiento en Nueva York, a los 111 años, de Alexander Imich, un inmigrante polaco al que consideraba el hombre más anciano del mundo.

El trono de la longevidad extraoficial lo ocupa ahora Juana Chox Yac, una indígena maya de Guatemala. Cumplirá 121 años el 29 de noviembre. Analfabeta, como la mayoría de los indígenas. Vivió sus penurias en el altiplano. Preparando comida a sus hermanos, vendiendo maíz. "Sin amigas ni juguetes, su distracción era el pastoreo de ovejas y de chivos", cuentan en su entorno. Se casó dos veces, la primera a los 15 años. De su primer esposo (quien falleció 9 años después) tuvo dos hijos que ya murieron. Con 29 volvió a casarse y tuvo otros siete hijos. Enviudó en 1964. Tiene 75 descendientes entre hijos, nietos y bisnietos y tataranietos.

Aunque, con permiso de Japón, nada como el caso Cuba. El país caribeño tiene su Club de los 120 años, que organiza y supervisa actividades para mantener el buen estado de salud de los ancianos. Presume de ser el país con más centenarios del continente: 1.488.

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