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Musulmanes depositan flores por las víctimas del secuestro.

Australia toma nota de sus errores

El primer ministro pide explicaciones por estar libre el secuestrador del café de Sidney pese a suhistorial y desvincula el ataque del terrorismo

a.g.

Miércoles, 17 de diciembre 2014, 00:23

Envueltos por el luto y el dolor, miles de personas depositaron ramos de flores ayer en Sidney para recordar a las dos víctimas inocentes del secuestro en una cafetería. La consternación por la pérdida de vidas compartía espacio con una profunda sensación de indignación. El propio primer ministro australiano, Tony Abbott, no disimuló su malestar por la vulnerabilidad que retrata el ataque perpetrado por un radical iraní conocido por enviar cartas ofensivas a familiares de soldados fallecidos en Afganistán, acusado de hasta 40 delitos de abusos sexuales y cómplice del asesinato de su exmujer. «¿Cómo puede alguien que ha tenido una larga y accidentada historia no estar en la lista de vigilancia apropiada?», se preguntó.

El mandatario dejó claro que ha pedido explicaciones por los evidentes fallos y dijo no encontrar una explicación para que «alguien así pueda pasar como una persona totalmente normal». «Claramente hay lecciones que aprender», admitió. No obstante, a diferencia de las primeras informaciones, Abbott precisó que sería «equivocado» calificar el secuestro como un acto de «terrorismo». En su opinión, Man Haron Monis era «un enfermo mental con un largo historial de delitos» pero no constan vínculos con ningún grupo yihadista.

Aunque el propio atacante afirmó que actuaba en nombre del Estado Islámico y llegó a pedir una bandera del grupo terrorista, las primeras investigaciones echan por tierra esa hipótesis. Para el Gobierno australiano parece claro que Monis utilizó el nombre de la organización para captar la atención. Pero el asalto al Lindt Café no es más que el fruto de la «fantasía enferma de un individuo profundamente perturbado», tal y como reconoció el primer ministro.

El secuestro que el lunes hizo contener la respiración de Australia dibuja una realidad hasta ahora desconocida en un país que nunca había sufrido un hecho similar. Para muchos ciudadanos es evidente que «algo ha cambiado» y en sus mentes estaban ayer los dos rehenes fallecidos, sobre todo después de conocerse que arriesgaron sus vidas por salvar la de los demás. Katrina Dawson, abogada de 38 años y madre de tres hijos murió al proteger de los disparos a una amiga embarazada. Tori Johnson, de 34, era el encargado de la cafetería y se armó de coraje para intentar arrebatar el arma a Monis cuando creyó que dormía.

El tiroteo que se desató en el forcejeo entre Johnson y el atacante obligó a las fuerzas de seguridad australianas a entrar en el lugar. Como resultado de la operación, aparte del secuestrador perdieron la vida dos rehenes y seis personas resultaron heridas, entre ellos un agente. El comisario de la Policía de Nuva Gales del Sur, Andrew Scipione, cifró en 17 el número total de secuestrados pero evitó hacer referencia a la posibilidad de que los fallecidos se vieran envueltos en el fuego cruzado.

Las autoridades explicaron que llevarán días, incluso semanas, clarificar qué ha pasado. «No es momento de especular o desarrollar teorías. Vamos a trabajar sobre hechos», aseguró Scipione. No obstante, como resultado de las lecciones que se han extraído hasta ahora, las autoridades de Nueva Gales del Sur ya han decidido reforzar las leyes a partir de enero.

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