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Portada de 'The Endless River'.

El fin de la era Pink Floyd

David Gilmour y Nick Mason rinden homenaje al fallecido Rick Wright en 'The Endless River', el disco que cierra la historia del grupo más influyente del rock progresivo

Miguel Pérez

Sábado, 15 de noviembre 2014, 01:11

Si se hace caso a las declaraciones de David Gilmour, Pink Floyd ni volverá a girar ni a grabar un nuevo disco. Así que quienes pensaban que 'The Endless River' representaba un renacimiento de la banda de rock progresivo y psicodélico más grande e influyente de todos los tiempos, sus expectativas se han visto arruinadas. El disco que llega estos días al mercado es en realidad el último capítulo del grupo, una especie de cuenta pendiente que Gilmour y el batería Nick Mason tenían con su teclista, Rick Wright, fallecido en 2008, y que ahora se han encargado de saldar poniendo su legado musical en primer plano, según ellos mismos reconocen. Por ese motivo, los teclados suenan en 'The Endless River' como nunca lo han hecho en un álbum de Pink Floyd y eso a pesar de la paradoja de que la atmosférica presencia del piano, el órgano y el sintetizador ha sido tradicionalmente uno de los sellos de calidad de los de Cambridge.

Tras la sonada ruptura con Roger Waters, que por reiteración ha elevado a 'The Wall' a la cumbre más elevada de la opera rock, Gilmour, Wright y Mason continuaron llevando el peso de la formación durante años -salvo un breve lapso en los 80 en que el teclista se ausentó- hasta que en 1994 lanzaron su opus final 'The Division Bell'. En esa ocasión, Gilmour, que capitaneaba el sonido del grupo, ejerció menos de controlador y dejó más espacio libre al resto de la instrumentación, especialmente a los teclados de Wright, lo que emparenta fielmente a 'The Endless River' con aquel trabajo.

En realidad, el disco recién salido es un aprovechamiento de los descartes que los tres hicieron del material grabado para 'The Division Bell'. Al igual que 'The Basement Tapes' recoge la fértil producción de Bob Dylan y unos neonatos The Band en su casa próxima a Woodstock en los 60, los tres componentes de Pink Floyd desarrollaron entre 1993 y los primeros meses de 1994 un amplio repertorio encerrados en el barco-estudio de Gilmour, anclado en el Támesis. Y, si bien el guitarrista y Mason, a la batería, cumplieron con creces, Wright se convirtió en el auténtico baluarte de aquellas grabaciones con una espléndida colección de melodías y desarrollos que, de alguna manera, reflejaban todas y cada una de las etapas históricas de la banda; desde la más pura psicodelia hasta el jazz, el rock progresivo y los sonidos atmosféricos. Desde The Dark Side of the Moon hasta Wish you Were here o The Final Cut.

Homenaje al fallecido Rick Wrigh

Los dos actuales miembros de Pink Floyd han reconocido en las entrevistas promocionales que 'The Endless River' supone un homenaje al teclista fallecido, que posiblemente nunca tuvo el protagonismo debido a causa de la inmensa sombra de dos personalidades tan potentes como las de David Gilmour y Roger Waters. Ellos mismos han relatado que el germen de este disco está especialmente enraizado en una larga secuencia que Wright grabó para 'The División Bell' y que, al final, se quedó en el cajón, al igual que otros muchos fragmentos registrados en esos meses. Su épica es tan potente y representa tan bien la personalidad de Pink Floyd que ha sido recogida de manera íntegra y tal cual se grabó originalmente.

El guitarrista y el batería han revisado nada menos que veinte horas de grabaciones para producir los 65 minutos que conforman este disco final: todo cortes instrumental salvo un único tema cantado por Gilmour, 'Louder Than Words'. Fue en esa revisión cuando los dos artistas decidieron poner en valor el tesoro dejado por Wright. Eran conscientes de que éste había hecho auténtica magia durante las improvisaciones que interpretaron en el estudio para poner a punto 'The Division Bell'. Buena parte del material ha sido objeto de regrabaciones -salvo los teclados de Wright-, pero únicamente con el objetivo de garantizar la calidad del sonido. Porque, en lo demás, es una copia fiel del espíritu y del majestuoso estilo de Pink Floyd tal cual ha sido a lo largo de la historia; es decir, el repertorio de una banda madura, fundamental en la música contemporánea y que logró ese punto a partir de cual se nutría sólo de sí misma y de su extraodinario universo.

Cabe destacar el papel desempeñado en este disco por otro histórico: el antiguo miembro de Roxy Music y excelente productor Phil Manzanera, que ha enlazado sabiamente aquellos fragmentos y pasajes de 1994 hasta convertirlos en una obra sólidamente coherente. En definitiva, 'The Endless River' es un álbum que no ofrece grandes sorpresas, pero necesario para quienes han sido admiradores de la banda en cuanto que cierra su existencia vital de modo definitivo. Y para quienes no la conozcan, resultará un modo idóneo de acercarse a su sonido. Y si a alguien le sirve para descubrir el papel esencial de Rick Wright en el rock de atmósfera, puede completar sus estudios con los tres discos que el teclista grabó en solitario; el último de ellos, 'Broken China', publicado en 1996 y en el que la irlandesa Sinéad OConnor canta en un par de temas.

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