Zulueta, un palacio con historia
En mis años de estudiante en la Facultad de Letras de esta ciudad tuve la ventura de ser alumna de uno de los mayores especialistas ... en la historia de Cuba. Sus clases me hicieron sentir verdadero interés por profundizar en la cultura cubana hasta que, por fin, pude visitarla con motivo de un encuentro académico. Allá me di cuenta de la importancia histórica de la huella vasco-navarra en la isla, concretamente la ligada a un personaje de origen alavés: Julián Zulueta Amondo.
Zulueta nació en Anúcita en 1814 y, tras ser requerido por su tío Tiburcio, arribó a Cuba en 1832. Allí se hizo cargo de los negocios que más tarde heredó y logró ampliar, hasta el punto de convertirse de una de las mayores fortunas de la época. Fue traficante de esclavos africanos, que se ocuparon en sus grandes haciendas azucareras, entre ellas el ingenio Álava, el más grande de toda la isla, y que dio a Zulueta el nombre de su marquesado. Asimismo, promovió la llegada de chinos a Cuba en condiciones de esclavitud, si bien su presencia favoreció aún más el magnífico mestizaje étnico y cultural. Zulueta se involucró también en la política de la isla -aún española- llegando a ser alcalde de La Habana entre 1864 y 1876, que en aquella época era una de las ciudades más prósperas y con mayor vida social y cultural de toda América Latina. Murió accidentalmente en 1878 tras caer de un caballo. A pesar de los vaivenes históricos, hasta tal punto la memoria de Zulueta se mantiene viva en Cuba que, por ejemplo, la calle en la que se ubica la céntrica embajada española en La Habana lleva su nombre.
El edificio forma parte del patrimonio de la ciudad y cabe esperar que las instituciones le den un uso que permita disfrutar de su belleza
El vasto patrimonio de Zulueta fue heredado por sus once hijos, fruto de sus tres matrimonios. Su controvertido legado sirvió para que una de sus herederas, Elvira, realizara un buen número de obras caritativas en la capital alavesa. Junto con su marido, impulsó la construcción del palacio Augustin-Zulueta, que en la actualidad alberga el Museo de Bellas Artes de Álava. Tras su fallecimiento, su viudo legó parte del dinero recibido para la construcción del Seminario Diocesano de Vitoria.
Producto de una época
Otro de los herederos, Alfredo, mandó construir en 1903 el conocido como palacio Zulueta, sito en el paseo de La Senda. Este albergó entre 1991 y 2009 la sede de la Fundación Sancho el Sabio, dirigida desde 1955 por Jesús Olaizola bajo los auspicios de la entonces Caja Municipal de Ahorros. Tras tomarle el relevo Carmen Gómez y Jesús Zubiaga, cabe destacar que -ubicada en Betoño- actualmente es el mayor centro documental de la cultura vasca.
Independientemente de su origen, basado en una fortuna hecha a partir de la explotación de seres humanos -censurable a ojos de cualquier persona en el siglo XXI-, este palacio es producto de una época y forma parte del patrimonio artístico y cultural de la ciudad. Como tal, cabe esperar que las instituciones se involucren en su conservación y, lejos de abandonarlo a su suerte, le den un uso que permita a locales y foráneos disfrutar de su belleza y de su historia.
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