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El paseíllo ha vuelto a ser multitudinario. Blanca Castillo
Día del Blusa y la Neska

Atronadora llamada a la fiesta en Vitoria

Miles de blusas y neskas tiñen la ciudad de color y alegría con el inconfundible y estruendoso sonido de la farra

Borja Mallo

Viernes, 25 de julio 2025, 11:51

El 25 de julio es sinónimo de fiesta grande en Vitoria. Una jornada que en sus albores contempló este viernes de nuevo el particular ... cruce de caminos entre quienes vestidos 'de civil' buscaban el camino de regreso a sus casas después de una noche de jarana y aquellos que en dirección contraria se dirigían al meollo de la ciudad ataviados con sus impolutos trajes de blusas y neskas -que no estaban tan limpios unas horas después-, abarcas y pañuelo al cuello persiguiendo el jolgorio diurno. Interminable en muchos casos, con Santiago enclavado en las puertas del fin de semana, por lo que la fiesta se estiró en muchos casos hasta colmatar la resistencia de los organismos.

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Para los más madrugadores, el toque de dianas fue el que marcó el inicio del bullicio. Porque si algo indica claramente que la fiesta se ha desatado es el atronador ruido que la caracteriza. De las charangas a los txistus; de la voz más melodiosa al 'grito pelao'; de la canción del verano al éxito de hace décadas. «Mucho, mucho ruido», que cantaría Sabina. El inconfundible sonido de la farra.

Los primeros representantes de las cuadrillas, que van de récord en récord con hasta 31 este año y casi 9.000 representantes, se fueron congregando poco a poco en sus respectivos puntos de encuentro. «Lo primero es almorzar, que si no luego se sufre», señalaba Asier, de Gasteiztarrak, mientras su cuadrilla recorría Portal del Rey y la música de la Xufaranga se entremezcla con los reclamos de los vendedores de ajos. Algunos, como los de Lerín, incluso con largas colas para hacerse con una ristra y ponérsela a modo de collar en otra de las tradiciones de este día.

B. Castillo

«¡A por ellos, oé, a por ellos, oé!», retumbaba el megáfono a su paso entre los puestos. Y es que las charangas no se limitan ya simplemente al repertorio de canciones interpretadas de manera instrumental, a la antigua usanza. Ahora hay incluso quienes llevan la voz cantante micrófono en mano. Como el 'león' de los Txarangutanes que marcaba el ritmo de la fiesta de Kaletarrak, muy reconocibles por el color morado de sus prendas, a la entrada de la 'Cuchi'. Precisamente, la zona que eligieron los de Hemengoak, con sus distintivos pañuelos amarillos, para el día de su estreno como cuadrilla. Y como son nuevos, en la solapa, junto al escudo, llevaban sus nombres para así ir conociéndose entre los casi dos centenares que conforman el grupo que por la tarde protagonizó en solitario su primer paseíllo al margen de los cauces oficiales.

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Cuadrillas muy activas

Blusas y neskas se convirtieron de nuevo en los grandes protagonistas. Jóvenes y mayores. Pero la fiesta es para todos; con propuestas de todo tipo. Así, además de quienes acudieron temprano a comprar ajos para todo el año, también la zona del Campus de Álava bulló de expectación con el Mercado Agrícola y la exhibición de animales que despertó la curiosidad de los más pequeños. Lo mismo que el Iradier Arena, con las vaquillas y la expectativa de ver algún buen revolcón.

Con el sol despuntando, el centro de atención se situó en el circuito de la Carrera de Barricas. «¡Pero si esto antes se hacía con burros!», rememoraba Ana, que llevaba años sin pisar la fiesta y esperaba en primera línea el inicio de la competición. Lo que sucedió fue un nuevo episodio del día de la marmota. Ocho de ocho para Basatiak, que bañaron sus gaznates un año más en su particular poción mágica. Los 225 litros de vino Rioja Alavesa que se llevaron por su enésimo triunfo.

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Algunas cuadrillas aprovecharon para comenzar con su catarata de actividades. Gaupazaleak, en su segundo año, se animó con una prueba de esquí sobre espuma. Y unos veteranos, Zintzarri, entregaron sus particulares premios. Al ritmo de la mítica 'Ran Rober Ran', Joselu Anayak bromearon con el madrugón que les tocó darse después de haber estado «a las cuatro de la mañana tocando», la escritora Karmele Jaio se acordó «de todos los que no pueden celebrar nada» y la presidenta de ABRA, Itxaso Compañón, reconoció «el mal momento» que están viviendo las bodegas e hizo un llamamiento «a celebrar con vino alavés».

Precisamente, a la ardua tarea de refrescar la garganta se dedicaron casi todos los vitorianos que desde mediodía rondaban la fiesta. La moda de las barras a pie de calle se ha impuesto también en Vitoria y a varias de ellas les tocó pasar inspección mientras se afanaban en rellenar vasos. Y si para el 'bebercio' tocaba hacer cola, los pocos incautos que pretendían comer sin reserva eran observados con gesto de incredulidad. «Si venís a las cinco de la tarde igual...».

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Saciados los estómagos llegó ya en sesión vespertina uno de los momentos más esperados del año para blusas y neskas: desfilar por el centro de Vitoria. El acto fue multitudinario como no se recuerda y desde que salió Batasuna hasta que lo hizo Siberiarrak pasaron más de dos horas. Y al frente de todas las cuadrillas, presidiendo la marcha, estuvo el burro Tamames, haciendo las delicias de niños y mayores con su presencia.

«¡Ya había ganas de fiesta!», proclaman. Blusas, pañuelos, abarcas, sombreros mexicanos, velos de novia, cascos de rugby y mucho brillibrilli porque hay que ponerse guapos. Y también algunas cuantas caras famosas. Pero, sobre todo, estruendo. Mucho, mucho ruido. La atronadora llamada a la fiesta en Vitoria.

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