Vitoria se gasta más de 7.000 euros en la reparación de las figuras del belén
A pesar de la vigilancia, estos actos vandálicos traen de cabeza a los consistorios de toda España. En Vitoria ya se han roto dos figuras
Hay quien, lo va dejando, lo va dejando, llega la Semana Santa y todavía tiene puesto el arbolito, con su espumillón despeluchado y las bolas ... descascarilladas. También están esos dichosos papanoeles trepadores que, ennegrecidos, se quedan ahí, abandonados a su suerte, amarrados a cornisas y balcones, año tras año. Pero, por regla general, el 7 de enero se repite en la mayoría de hogares la misma tediosa liturgia: toca retirar los adornos navideños. Es en ese momento, a la hora de envolver las figuritas en papel de periódico (por supuesto, este es el que mejor protege), cuando toca hacer balance de daños. La lavandera que acabó manca, ese pobre angelote que perdió las alas, el pastorcillo tullido... A Vitoria le ocurre lo mismo. Cada año, de forma invariable, tiene que desarmar el Belén de La Florida con múltiples heridos. Y alguna que otra baja.
Este mismo fin de semana, el nacimiento monumental de La Florida padecía dos ataques vandálicos consecutivos. Durante la madrugada del sábado, desconocidos le arrancaron una pata al pobre gorrino que cuelga, abierto en canal, en el puestito del carnicero. La noche siguiente, tres personas, que ya han sido identificadas gracias a las cámaras de vigilancia del Parlamento, destrozaron una oveja del bucólico rebaño que allí bala, mudo, estos días.
Al margen de estos actos de puro incivismo, el mantenimiento y la reparación del Belén le sale a la ciudad por un buen pico. El pasado mes de septiembre, el Ayuntamiento consignó 7.381 euros para este fin. La firma vitoriana Platea, que se encarga de la organización y la prestación de servicios para actividades culturales, fue la elegida para la puesta a punto de las figuritas (por sus hechuras, más bien figurones) que durante un mes están expuestas a las inclemencias del duro invierno gasteiztarra y, sobre todo, al capricho vandálico de los más desaprensivos.
Trabajo complejo
La restauración de las figuras dañadas es un trabajo mucho más arduo de lo que pueda parecer. «Cuando se rompe la original, lo complicado es que no se note la reparación. Y no siempre se consigue», señala uno de los artesanos que, en los últimos años, se ha encargado de esta tarea. La mayoría de las piezas están moldeadas en resina de poliéster, sin embargo, todavía quedan algunas, mucho más delicadas, que están construidas íntegramente con escayola. Es el caso del cerdo, que ahora yace desmembrado. «Va a resultar más sencillo hacer uno nuevo que repararlo», asegura otro experto.
Para tratar de disuadir a los ultrajadores, una patrulla de la Policía vigila el entorno de forma permanente. Además, el Consistorio acostumbra a contratar un servicio de seguridad privado (sin arma) para custodiar la gruta que alberga el nacimiento. En concreto, el año pasado se destinaron a este fin 5.929 euros. Y, sin embargo, cada año, el gran belén vitoriano sufre un nuevo ataque. En 2016, un joven decapitó a una oveja. El año anterior, los vándalos dejaron coja a otra y en 2014 alguien la tomó con el carnicero. Un par de años antes, otro grupo arrasó el pesebre: se llevó por delante un cordero, un vigía del castillo de Herodes, la campesina de las gallinas, el panadero y un niño con un borrico.
Más que por cristianofobia, por puro vandalismo, lo cierto es que los ataques a los belenes se están sucediendo en los últimos tiempos en toda España. Para algunos, grabarse y colgar los vídeos a las redes sociales con estas 'hazañas' se ha convertido en una suerte de absurda moda viral. Este mismo fin de semana una joven se llevaba en brazos, a la carrera, un borreguito del espectacular nacimiento de la Plaza del Pilar de Zaragoza. En Orense, el niño Jesús ha desaparecido ya dos veces en dos días: han optado por atornillarlo a la cuna.
No hay carbón suficiente para tanto necio.
Noticias relacionadas
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión