El 'pinchazo' llega puntual a Lakua

Las instalaciones abrieron a las 8.15 horas, aunque alguno se adelantó y llegó a esperar desde las siete y media, y no cerraron hasta cerca de las diez de la noche. La fila que se estiraba alrededor del campo de rugby se ordenó por hora de citación, así que de nada sirvió que algún ansioso llegase una hora antes de lo fijado. «Vete a tomarte una tila al bar», le espetó una de las que esperaba a un hombre que desbordaba impaciencia. Una jornada de 14 horas, repartida en dos turnos, que se repetirá este domingo y lunes. Al final de esa jornada se habrán inoculado 6.300 dosis de AstraZeneca.

Ya en el interior, y después de tomarles los datos necesarios, a cada ciudadano se le repartió por la media docena de puestos de inoculación que están abiertos y allí aguardaban un cuarto de hora por precaución tras recibir la inyección. Una espera que servía para reconocer que el miedo a la enfermedad, el objetivo de proteger a los más débiles o las ganas de recuperar su vida anterior a la pandemia les había animado a arremangarse y esperar un pinchazo que, coincidía la mayoría, apenas se notaba.

La zona de gradas del frontón se convirtió en el lugar donde aguardaban media hora los pacientes con alergias. «Contamos con camillas y un carro de paradas por si se complica la cosa, pero de momento solo hemos tenido un mareo», explicaba uno de los responsables médicos del centro de inoculación situado a 400 metros de la puerta de urgencias del hospital de Txagorritxu. «Venía nerviosa y no había probado bocado en toda la mañana», se oyó disculparse a la aludida, que reconoció que la vacuna «al final no había sido para tanto».

Nada se improvisa, ni se desaprovecha. Hubo algún despistado que no acudió a su cita, pero esa dosis que se le había reservado se utilizará este domingo -ya que el periodo de conservación de AstraZeneca llega hasta los dos días incluso en los viales que ya están abiertos- para inoculársela a otra persona. Es más, los que este sábado pasaron por el recinto de Lakua ya están citados para el 26 de junio, justo en el arranque del verano, para recibir la segunda dosis. «La gente viene con la ilusión de acabar por fin con la pesadilla de este año», recalcó la supervisora del proceso de vacunación de la OSI Araba, Marta Mendoza.

Entre quienes acudieron a Lakua se observó una ilusión mezclada con esa precaución que dejará la crisis sanitaria. «Aún hay que cuidarse. Por tener la vacuna no me voy a marchar ahora de fiesta», ironizó Juana Niso, que esperaba a que transcurriese la media hora desde la inoculación del fármaco. «Con un pinchacito, al menos, me quito los miedos y la inseguridad del último año», añadió María Margarita Alves, una brasileña afincada en Salvatierra que no rebajará las medidas de prevención frente al Covid, pero sí que podrá «respirar más tranquila».

«Llevamos un año de ola en ola y esta es la forma de salir de este bucle», confiaba Julio Jubera. Luisa Ruiz Conde, por su parte, esperaba que esta vacuna al menos sirva para «quitarse el miedo» y poder ver más a sus familiares.

La campaña sigue en marcha en Santiago, donde se está suministrando la segunda inyección de Pfizer y BioNTech a los mayores de ochenta años. En el frontón de Lakua este sábado se abrieron seis de los diez puestos instalados, pero podrá ajustarse a medida que lleguen más dosis.