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Los villancicos, mejor con zambomba

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Jesús Andrade
El Belén de... Isabel Fernández y Juan Francisco García

Los villancicos, mejor con zambomba

Martes, 29 de diciembre 2020, 00:02

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En casa de Isabel Fernández y Juan Francisco García siempre se arma el belén –en el mejor sentido de la palabra–, se cantan villancicos y se toca la zambomba, que las fabrica él por su destreza con la piel de cordero y la madera de barril que caen en sus manos. Su habilidad con el instrumento de sonido ronco, fuerte y monótono le viene de procedencia. El matrimonio es natural de Guadalajara, donde es tradición su uso por Navidad. Hace seis años llegó él a Vitoria, donde ejerce de profesor, y tres más tarde, Isabel con las dos hijas. La familia está feliz, sobre todo en navidades, cuando da rienda suelta a su creatividad como guardián de las esencias.

Ambos ya practicaban el belenismo en su tierra. En Vitoria les rebrotó la pasión una tarde de paseo con visita a la muestra del convento de El Carmen, donde contactaron con la asociación de belenistas a través de Alfonso Ruiz de Arcaute y se apuntaron a los cursillos para perfeccionar la técnica. Al principio de su estancia en la capital alavesa, al vivir de alquiler, sólo montaban el portal con las figuritas imprescindibles. De dos años para acá, ya alojados en una vivienda de su propiedad, colocan otro más hermoso en el vestíbulo, a la vista de todos los que llegan. «Hemos querido representar el nacimiento del Niño Jesús y la Adoración de los Reyes Magos. Muy tradicional», confiesa Isabel mientras lo contempla y guía al curioso por el paisaje. Solo se levanta una casa con huerto, pero no faltan en la composición el herrero, el carpintero, la lavandera, el frutero con su puesto... Lo imprescindible para dar vida a una representación mágica cada fin de año. «Las plantas son naturales». Las secas se las suministra un compañero de la asociación y las otras se las proporciona un amigo que dispone de un pequeño espacio cultivable.

Vídeo. Jesús Andrade

«Hemos aprendido mucho con los belenistas de Vitoria», confiesa la mujer, que cuando se sumó al programa de actividades era incapaz de hacer una montaña por sí misma. «Aprendes trucos, a matizar (pintar) las figuras, a prestar cuidado a los tamaños, las perspectivas... Estamos encantados. Pero este año, con la pandemia el local ha estado cerrado y no se ha podido trabajar allí», lamenta Isabel, ansiosa por que se levanten las restricciones y todo vuelva a la normalidad, hasta su nacimiento.

«A ratitos vamos haciendo cosas», cuenta la guadalajareña de su afición. «Es nuestro, de nuestras manos, el portal, la casa, todo menos los personajes. El río lo hemos hecho con silicona y se imita el color del agua con tinta china azul». Isabel y Paco han utilizado poliespán para construir un puente sobre la corriente imaginaria y los montes los hacen con la misma espuma que emplean los peones de aislante de tabiques y fachadas. Asombroso. Así que están «orgullosos» de su pequeña gran obra de arte, que la comparten. «Hacemos fotos y vídeos y se los mandamos a los amigos para que los vean».

Materiales

El suyo es un nacimiento al que se le canta a golpe de zambomba, un instrumento navideño en desuso por aquí. En cambio, en Guadalajara es un clásico y no hay lugar donde no se monte una ronda con él, al que se suman guitarras y bandurrias para poner música a los villancicos que celebran la venida del recién nacido.

Juan Francisco empezó con una zambomba y ya lleva ni se sabe cuántas. En Vitoria, siete, de las que cinco ha montado este año de confinamiento. «Aquí le cuesta encontrar la piel de cordero. Se la da un amigo cuando mata uno», relata Isabel. El percusionista también necesita madera para armar el instrumento. «La suele encontrar en tiendas de segunda mano o le compra a un señor barriles de vino». Todo con total de mantener vivas las costumbres. «Un villancico sin zambomba ya no es villancico», culmina la belenista manchega.

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