Urtaran aparca los proyectos de la legislatura y pide apoyo para subir el precio de los servicios
El alcalde advierte de que la pandemia marcará la estrategia municipal «a corto plazo» y señala que la política fiscal actual es «incoherente»
IÑIGO CRESPO
Jueves, 25 de junio 2020
Vitoria aún intenta salir del triple tsunami que le ha golpeado con la emergencia sanitaria. La capital alavesa empieza a sacudirse las secuelas del primer ... golpe de la pandemia, mientras afronta un escenario repleto de incógnitas, donde cualquier plan de futuro se ha volatilizado. En ello se encuentra también el Ayuntamiento, que ha tenido que reducir el horizonte de la legislatura, de cuatro años, a solo unos pocos meses. Con el impacto económico todavía por encajar (tan solo se ha realizado un primer ajuste) y con un notable incremento en la demanda de ayudas sociales, Gorka Urtaran ha aparcado este jueves de forma definitiva los proyectos del mandato para adaptarse a la reconstrucción post-Covid. Requerirá, ya lo adelantó, que los vitorianos se rasquen más el bolsillo al pagar el urbano, las piscinas o los centros cívicos.
El alcalde advirtió que la evolución de la pandemia marcará la estrategia política «a corto plazo». No será hasta que se descubra una vacuna y de que se encauce la recuperación económica cuando se puede regresar a lo que denomina la 'agenda vitoriana' y después, según dijo, a la transformación hacia una «economía verde» que tendrá que casar con la apuesta de su partido, el PNV, por criticadas iniciativas como la extracción de gas a las puertas de la ciudad, en Subijana. El parón a los grandes proyectos es evidente. Por primera vez en un discurso de carácter global, el regidor no hizo mención alguna a sus grandes apuestas como el Auditorio, la reforma del Teatro Principal o la ampliación de Mendizorroza. De momento, no existen.
En una intervención de tono conciliador y de evidentes guiños a los tres grupos de la oposición (EH Bildu, PP y Elkarrekin, que podrán dar su réplica este viernes), el regidor estableció cuatro prioridades en la acción de gobierno inmediata: la protección sanitaria, el bienestar social, el apoyo a la economía local y la confianza en el futuro. Esos fueron los ejes sobre los que gravitó la comparecencia del alcalde, que rozó la hora y media y en la que pareció no tener cuentas pendientes con nadie.
No solo eso. Al PP le agradeció su «capacidad de lograr acuerdos» con los impuestos y le reconoció la creación de una mesa de trabajo para lograr un «pacto económico». «Ahora es más necesario que nunca», subrayó. El elogio hacia Elkarrekin fue igual de generoso por su abstención en el presupuesto: «Escogieron ser influyentes y lo han sido». También trató de acercar posturas con EH Bildu. Sin hacer referencia a ningún pacto concreto, afirmó que la formación abertzale posee «altura de miras».
Pero ese ademán de reconciliación, que después se transformó en una invitación para «recorrer un apasionante camino con todos», llevaba intrínseca una negociación que asoma en el horizonte. Urtaran solicitó el apoyo de sus rivales para subir los precios públicos y las tasas: urbanos, basuras, piscinas... «Seguimos incrementando la oferta de los servicios, pero no abordamos una política fiscal coherente», sentenció. Según sus datos, cada vitoriano desembolsó 608,64 euros en este concepto el año pasado. La cifra ha descendido desde 2015, cuando superaba los 640 euros.
«Esto nos obliga a realizar una revisión de nuestras ordenanzas fiscales, especialmente las relacionadas con las tasas y precios públicos, para mantener la calidad de los servicios», insistió. La coyuntura actual, además, agravará las malas perspectivas económicas, donde el Ayuntamiento -preso de un gigantesco gasto corriente y de personal, que se 'tragan' el 75% del presupuesto-, posee ya un «ahorro neto insignificante». La suspensión de varios servicios durante el estado de alarma (OTA, transporte público, centros cívicos y cursos formativos, entre otros), el descenso en la recaudación y la exención temporal de obligaciones fiscales estrechan aún más las cuentas municipales. Tuvisa y Ensanche 21 son, prácticamente, dos sociedades en quiebra.
Cambio de modelo
Pero la pandemia también desveló algunas carencias en la capital alavesa, como las labores de desinfección viaria que tardaron semanas en llegar, y el modelo asistencial. En este sentido, el nuevo contrato de limpieza que acaba de salir a licitación, incluye un plan de adaptación en caso de que surgiera una emergencia sanitaria similar a la actual.
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Urtaran, por su lado, insistió en un cambio en el modelo de residencias de mayores, una de las instituciones más golpeadas por la epidemia. Según los datos proporcionados por el Consistorio, solo dos usuarios de los apartamentos tutelados y las viviendas comunitarias dieron positivo por coronavirus, muy lejos de los 235 de la red convencional tutelada por la Diputación. «Apostamos por este modelo, que además ha demostrado ser un gran cortafuegos», dijo el alcalde, quien recordó el proyecto de ampliación de los apartamentos de Aurora, que costarán 600.000 euros, y la reconversión del CIAM San Prudencio en viviendas comunitarias.
El coronavirus es hoy el espectro que sobrevolará cualquier proyecto o medida municipal y que amenaza los avances en el modelo de ciudad verde y sostenible. «No podemos permitir que la pandemia nos haga retroceder en el uso del transporte público en favor del vehículo privado», señaló el alcalde, quien pidió desterrar el «miedo» a la epidemia. «El respeto conlleva prudencia y el miedo, la parálisis», zanjó.
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