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Una treintena de plazas y calles de Vitoria sufre la falta de arbolado y sombra
Colectivos ecologistas identifican áreas con déficit de vegetación y alertan de esta «tendencia» en las reformas recientes
Mientras el Anillo Verde de Vitoria 'engorda' en su volumen de vegetación, el núcleo urbano de Vitoria se está quedando 'calvo', con más de una ... treintena de espacios, parte de ellos puntos céntricos recientemente remodelados, con un déficit de arbolado que proporcione tanto sombra en verano como protección contra el inclemente tiempo del invierno vitoriano, previniendo el llamado efecto 'isla de calor' (o, en su caso, de frío). Al menos así lo perciben colectivos, vecinos y comerciantes. Las organizaciones ecologistas locales identifican más de tres decenas de emplazamientos que suelen denominarse 'plazas duras' por el predominio del cemento y la ausencia de elementos verdes. Un asunto que les preocupa, tratándose de la que hace casi una década levantó el galardón de capital verde europea.
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«Hemos pasado de la Avenida, donde se sacó a la superficie un río y se le dio mucho protagonismo al verde urbano, a la plaza de Santa Bárbara, donde se prioriza el asfalto. La diferencia es espectacular y es una tendencia peligrosa», alerta Andrés Illana desde la plataforma Benetako Green, integrada por colectivos que trabajan, como su nombre indica, por «recuperar el espíritu de una verdadera Green Capital». De hecho, en esa última explanada inaugurada hace un par de años, el Ayuntamiento se ha visto obligado a colocar toldos en la pérgola que protejan del sol y del viento ante las quejas de los productores del mercado que acoge el espacio dos veces por semana.
Lo mismo ocurre, añade la agrupación, en las también recientemente renovadas áreas de la Cuesta de San Francisco, las plazas de los Guardias y la de la Catedral Santa María o las calles Médico Tornay y San Ignacio de Loyola, que han seguido la estela urbanística de la Virgen Blanca. Hay más ejemplos en el centro como la explanada del Renacimiento (junto al Iradier Arena) o San Antón (en Francia); y en barrios, como la plaza Sefarad en Judimendi, las oficinas municipales de San Martín, la de la entrada del centro cívico de Zabalgana... «Parece que es una tendencia en las últimas reformas que se han hecho. Ese tipo de urbanismo va precisamente en contra de lo que están haciendo otras ciudades, y nos estamos quedando atrás», opina Illana.
«Podas salvajes»
Por ejemplo, Bilbao está culminando en uno de sus barrios la instalación de un sistema urbano de drenaje sostenible (SUDS) para evitar ese efecto 'isla de calor' y reutilizar el agua de lluvia. Mientras, la asociación Ensanche XIX del centro de Vitoria sigue impulsando un proyecto para introducir infraestructura verde en patios privados de manzana. Por su parte, urbanistas consultados no ven un excesivo déficit y alegan la necesidad de alternar espacios diferentes. Santa Bárbara o la plaza del Iradier, recuerdan, están sobre parkings subterráneos, no apropiados para raíces. Sin embargo, el portavoz ecologista tilda de «inadmisible» que el Ayuntamiento gestione su arbolado (la ciudad tiene unos 150.000) desde el departamento de Espacio Público, «que depende de los mismos que gestionan las papeleras y las farolas», en lugar del de Medio Ambiente. Así lo reclamó la plataforma en una moción aprobada por el pleno en noviembre.
Además, cuando se hacen talas, el Consistorio «incumple la ordenanza de forma sistemática». Por ello se preguntan «para qué han contratado a un arborista». Es más, «nos dicen que reponen más árboles que los retirados, pero no vale si es en el Anillo Verde, el arbolado en la ciudad es fundamental, y sobre todo que tenga una copa grande». A eso se suma el malestar por las podas «salvajes» en áreas como la calle Nieves Cano o la eliminación de ejemplares en diversas partes del trazado del BEI -entre esta obra y el tranvía a Salburua se calcula que se suprimen unos 750 ejemplares-. Un fugaz vistazo al Buzón Ciudadano municipal basta para reunir un puñado de quejas al respecto. Las más recientes por la retirada de 48 chopos en la reforma de Portal de Gamarra (serán reemplazos por otra especie) o la sustitución de ciruelos chinos en Florida «por una catenaria de tranvía». Bien es cierto que los propios residentes son los que en ocasiones requieren retirar troncos y ramas por la cercanía a sus casas o riesgo de desprendimiento.
En cuestión de podas, «los arboristas somos partidarios de que en un pliego, cuando se hable de podar sea por peligro o rotura, pero no de poda sistemática. Un árbol no lo necesita salvo que se haya plantado mal», señala Mariano Sánchez, Jefe de la Unidad de Arbolado del Real Jardín Botánico del Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), en Madrid. Podar «acorta la vida del arbolado». Suele ocurrir «porque se han plantado mal, pero el responsable es quien hizo esa plantación hace años, cuando puso un plátano cada 4 metros». Algo así como «meter a Pau Gasol en una caravana e intentar que viva ahí». A su juicio, cada Ayuntamiento «debe hacer un plan de gestión» y cuando no queda más remedio que recurrir a la motosierra, en lugar de actuar a la vez en toda una hilera, debe hacerse de forma «progresiva».
Con los árboles «lo importante es la calidad», «y los que dan beneficios son los viejos, los jóvenes necesitan 20 años», destaca Sánchez, quien aboga por que en plazas o calles renovadas «se espere» a que crezcan los nuevos ejemplares. «A lo mejor en 5 años ocupan todo el espacio». El experto se dará cita en Vitoria en el Congreso Nacional de Arboricultura 'Del gris al verde', promovido por la entidad que él preside, que albergará el palacio Europa en junio.
«Protegen aceras, edificios»
El efecto 'isla de calor' «es un problema que crece año tras año en las ciudades», apunta por su parte el jardinero paisajista Eduardo Barba, autor de 'El jardín del Prado'. «Si ya lo es en Vitoria, imagina en Castilla. La necesidad de sombra se hace más imperiosa». Introducir vegetación «no solo mejora nuestro propio ecosistema, también la economía. Pocas cosas hay más agradables para el humano que la vegetación». Los árboles «actúan como sumidero de dióxido de carbono, y aunque en Vitoria se esté retirando el tráfico del centro, sigue siendo necesario aportar árboles que den sombra».
Ello favorece a su vez que «los rayos del sol no incidan sobre asfalto, aceras, edificios... que también van a prolongar su vida. No solo protegen del sol sino de heladas». Ese tipo de plazas 'duras', abunda, «son modelos que no funcionan, acaban sin usarse». Al reformar una plaza «el mayor error es convertirla en un hito arquitectónico. Para eso ya tenemos museos».
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