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«Tengo sensaciones contradictorias. Siento como un vacío pero al mismo tiempo una liberación; ya no están esas butacas en las que nos sentábamos un poco apretados». Esta es la primera reacción de la alcaldesa de Vitoria, Maider Etxebarria, tras pasearse este viernes en ... compañía del lehendakari, Imanol Pradales, y el diputado general de Álava, Ramiro González, por el interior vaciado del Teatro Principal. Sin sillones en la platea, ni en los palcos, ni en el gallinero y con la torre escénica huérfana de su peine de madera, telones, focos, cuerdas y poleas, la bombonera que Cesáreo Iradier creó en 1918 y que se inspira en el Teatro de la Zarzuela de Madrid ofrece ahora una imagen insólita.
11 millones cuesta la reforma del Teatro Principal, que son financiados por el Gobierno vasco (40%), el Ayuntamiento de Vitoria y la Diputación de Álava.
Más accesible. Adiós a tener que subir por el muelle de carga. Las personas con movilidad reducida que antes debían acceder por el muelle de carga y sólo podían ubicarse en los palcos laterales de la planta baja podrán entrar en el teatro por el hall principal y ver los espectáculos desde el patio de butacas.
842 localidades tendrá al final el nuevo teatro, lo que le supone perder 130 asientos pero ganar en confort, ya que el espacio para las piernas será mayor.
Está así porque empieza la verdadera reforma de su interior, una que mantendrá su estética pero con un velo de modernidad, accesibilidad y de eficiencia energética. Es decir, ese patio de butacas seguirá empapelado, enmoquetado y tapizado en rojo grana con adornos y molduras doradas pero con materiales ignífugos, luces de bajo consumo, sistemas de climatización subterráneos, nueva tecnología escénica, más espacio entre butacas y un pasillo especial para el público con problemas de movilidad. El zaguán, el ambigú, los camerinos y el foso de los músicos van a cambiar en 28 meses y tras una inversión de once millones de euros pagados por Gobierno vasco, Diputación y Ayuntamiento.
Etxebarria explicó que la obra, que se inició hace dos meses, ha entrado en el final de la fase de desmontaje. Aún quedan por retirar del recinto los viejos sistemas de seguridad antiincendios, climatización e incluso electricidad. Las lámparas actuales, entre ellas la imponente de lágrimas de cristal que ilumina la platea, se limpiarán y se dotarán más tarde de focos LED. Y en marzo arrancará la fase de excavación y nuevas estructuras. Sí, se va a levantar el suelo del patio de butacas para instalar difusores de calor o de frío.
Mientras la reforma coge, en palabras de la alcaldesa, «velocidad de crucero», en la calle San Prudencio serán necesarios también algunos movimientos. Se van a retirar jardineras, bancos y aparcabicis para facilitar la entrada de los vehículos de las empresas responsables de la reforma. Además la fachada principal será vallada, algo de lo que están informados los vecinos. Todo para adecuar el Principal «a los parámetros técnicos del siglo XXI y que sea motor cultural y económico de Vitoria, que genere actividad y vida en el centro de la ciudad».
Jesús Armendáriz, de la ingeniería Idom, dio detalles de ergonomía, empeines, las envolventes térmicas de las fachadas traseras del teatro, la amplitud del graderío y el fin de ese escenario con pendiente que tantos quebraderos de cabeza daba a los bailarines. Las taquillas desaparecerán del zaguán de entrada, las personas con movilidad reducida ya no tendrán que acceder a los palcos desde el muelle de carga, los suelos de los pasillos y vestíbulos serán de mármol « pero de estética más limpia», el ambigú será multiusos y las oficinas, una sala con gradas para danza y espectáculos de pequeño formato.
Ramiro González aplaudió el trabajo en un espacio «que los alaveses sentimos como propio y que forma parte de nuestra identidad» y alabó el proceso de rehabilitación iniciado. «Se transforma pero manteniendo su esencia». Y Pradales, que puso el broche a la visita, bromeó sobre el frío que hacía sobre el escenario y recordó que en la calle San Prudencio de Vitoria se proyectó a finales de siglo XIX una película, la primera que se veía en Álava, en el lugar que más tarde acogió el teatro. «La Cultura enriquece nuestra visión del mundo y nos conecta con los demás y con nosotros mismos, es creadora de comunidad y un valor a defender», dijo el lehendakari. «Debemos estimular y apoyar la creación cultural en sus distintas modalidades y garantizar que la ciudadanía pueda disfrutarla. Esto requiere de infraestructuras modernas, accesibles y polivalentes como este teatro que Vitoria merece».
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