La Policía estrecha la vigilancia en Aldabe mientras vecinos y comercios urgen medidas
«No habíamos visto tanta violencia», dicen tras la multitudinaria pelea del martes, la tercera en las últimas dos semanas
La calma es tensa. Y la vigilancia policial constante. Porque el cóctel podría volver a estallar en cualquier momento y desatar una nueva pelea multitudinaria. ... La zona de Aldabe, al principio de la calle Portal de Arriaga, se convierte cada tarde en el lugar de encuentro para numerosas cuadrillas de chavales de diferentes orígenes y religiones que suelen reaccionar con violencia ante cualquier mal gesto o para saldar cuentas pendientes. El ejemplo más cercano ocurrió hace 24 horas y solo una intensa intervención policial logró abortar la reyerta. Pero no es el único foco. De noche, los exteriores de los locales de ocio nocturno también han registrado episodios parecidos.
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El ambiente que se respira entre los residentes de las calles más próximas como Cubo, Barrenkale o Santo Domingo es de «pavor». Llevan más de una década viendo desde sus ventanas estas escenas, pero «nunca con la violencia que se palpa ahora. La gente ya no quiere venir a vivir aquí. Cada vez hay más violencia». De forma que lanzan un ultimatum. Desde la asociación vecinal Gasteiz Txiki dan esta semana de plazo para ver si la situación se reconduce. De no ser así, «pediremos a las autoridades que tomen cartas en el asunto» porque «la zona se está degradando».
Basta con dar un pequeño rodeo para entender sus palabras. Apenas un puñado de comercios mantienen la actividad en mitad de una estampa desangelada. Los grafitis conquistan todas esas persianas bajadas. «Aquí -la esquina con Santo Domingo- antes había un bar. ¿Quién va a querer abrir con esta situación?», se cuestionan desde el colectivo. Porque hay gente que ahora trata de evitar cruzar la zona. Una señora mayor relataba ayer que prefería bordearla por «temor».
Pero la pérdida de clientes no es el único golpe para los negocios. «En la pelea del domingo los chavales cogieron varias sillas de mi terraza para lanzárselas. Los clientes huyeron corriendo. Así no se puede», relata un hostelero. Nadie quiere dar su nombre por «miedo a posibles represalias». Una violencia que otro comerciante acaba de sufrir en sus carnes: «Hace tres días me pegaron un puñetazo por decirles que no podían encadenar la bici en la puerta». A él la «batalla campal» del martes no le sorprendió.
Precedentes
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6 de abril Una docena de jóvenes se pegaron con botellas rotas y cadenas por «un asunto de drogas». Hubo un detenido.
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16 de abril. Dos grupos de chavales se enfrentaron en la plaza. Algunos utilizaron las sillas de los bares para lanzarlas.
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18 de abril. Una «batalla campal» que se saldó con tres identificados y un detenido. Hasta el lugar se desplazaron 27 dotaciones policiales.
En el Ayuntamiento tratan de rebajar el volumen -«no fue algo multitudinario, sino una pelea entre dos o tres personas», aseguró ayer el alcalde Urtaran-, pero lo cierto es que la plaza se blindó con 27 patrullas la noche del martes Y ayer se desplegó también una fuerte presencia de agentes de la Policía Local y la Ertzaintza durante toda la jornada. Por la tarde, cuatro uniformados se adentraron a pie en la plaza con el objetivo de ser el primer cortafuegos ante cualquier atisbo de pelea y pidieron la identificación a algún joven.
«Para nosotros este es un lugar de encuentro, nuestro segundo hogar. Llevo cinco años en Vitoria y ya me dijeron que la gente musulmana se suele juntar aquí», comenta Abdelhak Larbaoui, un argelino de 20 años, junto a un grupo de seis amigos que siguen el Ramadán. Las diferentes cuadrillas toman los asientos en la plaza. Otros juegan a fútbol y los hay que se pasean montados en la bici. «Nos quedamos aquí hasta el desayuno -ayer, a las 20.55 horas-. La gente al llevar muchas horas sin comer o tener el mono -por no poder fumar- salta a la mínima, pero no todos somos así», relataba el chaval.
Peleas nocturnas
Lo mismo argumentan desde la mezquita Assona. «Son chavales que no saben contenerse y a la mínima responden. Y lo que generan salpica al resto». Un mismo reproche que lanzaban desde varios comercios de la zona regentados por musulmanes. «No somos así, no queremos coger fama de liosos», comenta el regente de un negocio. Vecinos y comerciantes del Casco Viejo dibujan una realidad multicultural donde conviven «chavales de origen latinoamericano, africano, de etnia gitana y también vitorianos. La chispa salta en cualquier momento y en cualquier colectivo».
Los vecinos denuncian que los aledaños de los establecimientos de ocio nocturno son otro foco de conflictos. Muy cerca, en la calle Coronación, se han sucedido altercados con palos y navajas, algunos de ellos con más de diez detenidos «La gente sale desfasada y esto se convierte en escenario de peleas. Hemos llamado demasiadas veces a la Policía», aseguran residentes hartos de la situación en Aldabe.
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