«A pesar de la pandemia, hemos tenido menos divorcios en Vitoria»

– Fue decana de 2003 a 2008. ¿Por qué regresa a este cargo?

– Cuando llego a Vitoria en 2001 nadie quería serlo. Se ponía al de mayor antigüedad. Y la compañera decana sufrió una enfermedad larga. Era la siguiente en el escalafón. Mi momento personal era muy complicado. Tenía tres niños superpequeños. El juzgado de familia. Llevábamos escolta. No le dediqué el tiempo que quería.

– ¿A qué aspira ahora?

– Lo más cercano es mantener los niveles de seguridad con el Covid. Amedio plazo, que la respuesta de los juzgados siga siendo medianamente rápida.

– ¿Y a largo plazo?

– Conseguir que en estos próximos cuatro años el Gobierno vasco digitalice los expedientes. Y que Vitoria sea el mejor partido judicial de todo el País Vasco.

– El coronavirus lo ha cambiado todo. Esto es un búnker.

– Y aún así entra mucha gente, creo.

– ¿Cómo va la agenda de juicios con tanta restricción?

– Cuando nos confinan en marzo nos encontramos con todas las agendas marcadas de señalamientos y hubo que suspenderlas tres meses. Tras el confinamiento cogimos esos bloques y los trasladamos. A partir de ahí, lo que entra se señala con un retraso que no teníamos. Los de Instancia han hecho un esfuerzo tremendo para recortar plazos. Yo en 4 meses y hay compañeros a 2 meses. El mayor problema se nos va a dar en los de Social.

– ¿Cuál es la razón?

– Porque es una jurisdicción que señala mucho número. Ahora no señalan tanto para no acumular gente en los pasillos. Y cuando no haya 'ertes', en Social les va a venir un trabajo infinito. Tiene mala pinta. Estamos en un momento impasse. Nadie se mueve, pero se moverá, se moverá.

– ¿Ha habido tantos divorcios como se comenta?

– Aquí no han aumentado. En absoluto. Hemos cerrado el año con 50 números menos que el anterior. Hablo en mi campo, en Familia. Divorcios, separaciones, medidas de hijos. Desconozco la razón. Los procuradores nos decían 'Ya veréis en septiembre, octubre'. La gente igual no tiene dinero. Divorciarse es caro, la gente se lo puede pensar.

–Todos en el Palacio de Justicia de Vitoria aluden a la falta de medios.

– Cuando llego a Bilbao, dos años estuve, y luego me bajo a Vitoria me encuentro con un edificio fantástico, unos sistemas de oficina alucinantes. 'Me he venido al mejor sitio de España', pensé. Pero esa velocidad que llevaba el Gobierno vasco la ha perdido. Hasta el punto de que nos hemos quedado los últimos de España a nivel informático. Todos menos nosotros tienen expediente digital.

– ¿Qué es el expediente digital?

– Pues que desaparezca esto de mi mesa (y coge un voluminoso tocho de papeles) y lo tenga en mi ordenador. Lo tienen registradores, notarios, Tesorería, Hacienda, Seguridad Social. Es ecológico. ¿No somos green capital?

–¿Se lo reclamamos de nuevo al lehendakari Urkullu?

– Creo que el actual equipo de gobierno tiene la intención firme. Nos han hablado del sistema que se implantará.

– ¿Hay fecha?

– No, pero sí nos dijeron que llevaría uno o dos años. Veremos.

– Últimamente, los jueces figuran en el punto de mira de ciertos políticos...

– Bueno últimamente... Desde aquel 'la Justicia es un cachondeo' que pronunció un político es tal el hartazgo con los nombramientos, las sentencias, el juez que está borracho... Esto cala a nivel social. Por eso es una de las instituciones peor valoradas. El 99,9% de mis compañeros está harto de que todos lo politicos que pueden abrir la boca nos critiquen, que se llenen la boca con la independencia y estén muy a gusto con la designación a dedo. Rondamos los 5.000 jueces y cargos de designación hay 150. El resto somos gente que nos hemos ganado esto a pulso. Claro que es independiente la Justicia.

– ¿Le constan presiones a sus compañeros en Vitoria?

– Nunca me ha constado. Siempre me he preguntado cómo presionas a un juez.

– Lo desconozco. Igual a través de personas en común.

– Mis compañeros no me lo han comentado. Jamás lo he visto.

– «Los delincuentes entran por una puerta del juzgado y salen por otra». ¿Lo comparte?

– Eso es porque la ley no nos deja hacer otra cosa. Parece que el juez ve la cara al detenido y dice 'qué pena, te voy a dejar libre'.

– ¿El ladrón de 20 años que lleva 50 delitos acabará en prisión?

– Sí. Pero en el día a día un hurto, otro hurto es detenerlo y soltarlo hasta que pase la línea o lleguen las condenas.