«Pensé que se había estampado un coche»
Iruña de Oca, en el epicentro del seísmo, no recuerda un temblor igual. El alcalde protesta por la falta de información
En Iruña de Oca, ni los vecinos más veteranos recuerdan un temblor igual. «En la vida» habían sentido un suceso como el que ayer a ... las 00.10 hizo retumbar viviendas, locales y edificios. Tal vez por eso el seísmo, cuyo epicentro situaron expertos en una zona junto al río Zadorra en Trespuentes (uno de los cinco concejos pertenecientes al municipio alavés), alarmó aún más a residentes y animales de estas tranquilas localidades de la Llanada. Cerca de ese punto reside Javier Cuesta, que escuchó «una explosión» cuando estaba a punto de dormirse en la cama. Su perro se quedó «muy asustado», confesaba el hombre ayer por la mañana. «Estoy acostumbrado a escuchar explosiones de la cantera (situada cerca), pero esto no ha tenido ni punto de comparación», aseguró.
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Por el puente romano del pueblo paseaba mientras Davide di Paola, vecino y concejal en el Ayuntamiento que precisamente es originario de Nápoles, ciudad donde son habituales los terremotos y la actividad volcánica. Por eso sabe de lo que habla. «Quien no está acostumbrado a uno de magnitud 4 sí lo nota», explicaba. «La última vez que estuve allí hubo un seísmo de ese mismo nivel y lo aprecié, estaba en la cocina y sentí un bote: 'tu-tum'», ponía como ejemplo. En todo el municipio los vecinos manifestaron su «preocupación» por si hubiera alguna afección por el terremoto en el acuífero de Subijana, un extenso sistema de 15 kilómetros cuadrados emplazado en el subsuelo de toda esta área. Así lo trasladó el alcalde de Iruña de Oca, Michel Montes, que criticó la «falta de información» sobre lo ocurrido.
«Ninguna alta institución nos ha dado explicaciones. Tienen que informar a la población para calmarla»
Michel Montes
Alcalde de Iruña de Oca
«La casa retumbó un buen rato. Se nos ha abierto una pequeña grieta que habíamos arreglado»
Ander y Asela
Vecinos de Nanclares de la Oca
Afeó que «ninguna alta institución» le contactara para dar explicaciones, y apremió a autoridades y técnicos a «informar» a la población. Con todo, el responsable municipal quiso extender un llamamiento al «sosiego». Los bomberos del parque foral de Nanclares, indicó el primer edil, efectuaron una revisión visual por la mañana en busca de desperfectos, que no hallaron. Patrullas de la Ertzaintza recorrieron la zona para realizar labores de vigilancia y tranquilizar a la población, transmitieron portavoces del Gobierno vasco. A la 'zona cero' del sismo acudió también el técnico de Emergencias y geólogo Jon Apodaka.
Otro de los aspectos que censuró el regidor y buena parte del vecindario fue que no llegara una alerta generalizada a los teléfonos móviles –solo a los del sistema operativo Android que se envían de forma automática cuando detecta movimientos relacionados con la actividad sísmica en una misma área–. Montes escuchó «dos explosiones» y un temblor con el que «parecía que daban patadas a la mesa». «A nadie nos ha llegado ningún aviso», protestaban otros residentes.
Y es que hubo gente que sufrió un buen susto y no pegó ojo. «Pensábamos que un coche se estampaba contra un muro, salimos corriendo a la calle», relataban Begoña y su compañera tras la barra del bar de Víllodas, otra de las juntas administrativas del término municipal. Estaban cerrando el establecimiento cuando «notamos movimiento en el techo».
«Oí una explosión»
Hubo quien en un primer momento pensó que el estruendo podía estar vinculado a la actividad de la cantera 'Navarra pequeña' –que genera el rechazo vecinal–. «Al principio nos alarmamos, pero luego ya vimos que se trataba de un terremoto», comentaban. De lo que todos daban fe es que «nunca hemos vivido algo así». Lo certificó María Emilia López Corcuera, de 70 años. «Oí un ruido como de una explosión cuando estaba en la cama y el gato dio un brinco», describió. «En la vida he vivido algo así», asentía León, otro vecino, en la terraza del pub Bobby's, en Nanclares, donde no se hablaba de otro tema. Similar escena vivió Blanca, que atendía el establecimiento: «se movió la cama y los gatos se pusieron súper nerviosos». «Mi cama bailaba, los perros no paraban de ladrar y los gatos salieron corriendo», apostillaba Andrés Blanco. Sus canes ya se habían inquietado con anterioridad al temblor, «se les notaba nerviosos».
Ander y Asela, que viven en un primer piso en el centro de la capital del municipio, mostraban los efectos del terremoto en una esquina de la pared de su salón. Se trataba de una pequeña grieta previamente existente «que habíamos arreglado con yeso y tras lo de esta noche se ha reabierto», compartía esta joven pareja con dos hijas. La mayor de ellas «salió corriendo al pasillo, pensaba que se caía de la cama». «La casa tembló un buen rato», decía ella con el miedo aún en el cuerpo. Andrea Caño, en la terraza del bar Kronos, comentaba cómo sintió «mucha vibración» y «movimiento» de su edificio. David y sus amigos, que veían una serie de suspense, pensaron «que nos entraban en casa». «He dormido asustada por la posibilidad de réplicas», señalaba Fani.
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