«Ojalá el año que viene acusemos a Marquitos de haber traído la pandemia»
El etnógrafo y sacerdote Carlos Ortiz de Zárate reflexiona sobre el simbolismo del carnaval rural en este primer año sin celebrar las fiestas
Judith Romero
Martes, 9 de febrero 2021, 02:48
Los Carnavales estuvieron prohibidos en algunas etapas como el franquismo, pero se han suspendido en contadas ocasiones a lo largo de la historia. «Era ... un rito de paso entre una etapa vieja y nueva de vital importancia en el entorno rural. Había que celebrarlo de forma correcta para que la primavera fuese bien», explica el etnógrafo y sacerdote Carlos Ortiz de Zárate, quien ha recogido el resultado de su investigación en pueblos de Álava en 'El invierno se viste de fiesta' (2013), en este primer año de pandemia en que los Carnavales quedan suspendidos casi en su totalidad.
Ortiz de Zárate se declara un apasionado del Carnaval rural, un festejo que poco tiene que ver con las carrozas y disfraces de poliéster que recorren las calles de la capital alavesa entre febrero y marzo. Ayer ofreció una charla al respecto en el Centro cívico de Lakua. «Tiene un encanto que entronca con tradiciones ancestrales y nos lleva a las raíces más profundas, una zona en que las cosas no están tan claras», explica el sacerdote de La Esperanza. Durante años fue cura en Zalduondo, lo que le permitió conocer de primera mano el carnaval alavés más reconocido.
«El Carnaval marcaba el paso entre dos etapas y el guion debía seguirse de forma correcta»
UN RITO
«Se hace así porque tiene que ser así», decían los abuelos y mayores de los pueblos a los que Ortiz de Zárate preguntaba por las tradiciones vigentes. Sin conocer necesariamente el origen de los ritos, el mismo guion se repetía de año en año para dejar atrás el invierno y fomentar que se diera la primavera, algo que, hace siglos, no se daba necesariamente por sentado. «Ahora sabemos que después de febrero viene marzo y después de 2021 el 2022, pero antes querían cerciorarse», apunta Ortiz de Zárate. Uno de los ejemplos más llamativos de este fenómeno se encuentra en Arriola.
«Los personajes a los que se prende fuego representan las fuerzas pasadas de la naturaleza»
PELELES
«El personaje de la Vieja aparece en distintos Carnavales, pero la de Arriola, en un momento determinado, se pone a parir y da a luz a un gato», revela el sacerdote. Mientras que la mujer encarna el año viejo, el gato representa lo que está por venir. Y el hecho de que a algunos de los protagonistas de estos festejos se les prenda fuego no significa que estos sean considerados elementos malos.
«Estos personajes representan las fuerzas de la naturaleza, y quemarlas se debe a que es necesario que mueran para que resurjan otras nuevas. Es por eso que a Marquitos y a otros hombres de paja se les mira con cariño», explica el alavés de 61 años. Ortiz de Zárate, consciente de la necesidad de cancelar los Carnavales este año «por sentido común y para respetar las medidas sanitarias», sueña con el momento en que Marquitos vuelva a arder en Zalduondo, una tradición recuperada en 1975. «Faltan la crítica y el sermón que trae consigo este momento. Ojalá el año que viene acusemos a Marquitos de haber traído la pandemia y le digamos 'Malo, mira cuántos vecinos han muerto por tu culpa'», desea.
Otra peculiaridad del Carnaval rural es que, en él, los niños no eran protagonistas. «Los pequeños eran asustados por los mayores, que se disfrazan, por ejemplo, de ovejas. No acabo de acostumbrarme a ver astronautas en los Carnavales rurales», confiesa Ortiz de Zárate, quien lamenta que, en las ciudades, esta fiesta se haya quedado «en lo epidérmico» y perdido su misticismo. «Los Carnavales de los pueblos, más que para verlos, son para vivirlos cuando podamos volver a disfrutarlos», anima.
Actividades en centros cívicos
El año pasado, antes de que el coronavirus abocara al confinamiento, el Carnaval de Vitoria vivió su edición más numerosa con 7.162 vecinos desfilando por la ciudad. Este invierno, como precaución, el Ayuntamiento de Vitoria se limita a ofrecer algunas pequeñas actividades en los Centros cívicos de Lakua y Abetxuko para evitar aglomeraciones. Hoy martes acogerán talleres para elaborar máscaras de Carnaval y disfraces de monstruo y, en los próximos días, Lakua acogerá una txiki disco en su cancha, habrá un taller de cocina de torrijas e incluso Babazorro visitará el espectáculo 'Carnaval Mágico'. En Abetxuko, por su parte, el viernes será el momento de elaborar gorros de joaldun o zanpantzar, el personaje que anuncia la llegada de las fiestas sacudiendo sus cencerros, y el sábado se celebrarán una yincana y una txiki disco en el gimnasio de abajo del polideportivo. Además, la biblioteca de adultos y familiar de Lakua acoge una exposición de libros sobre Carnavales hasta final de mes.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión