Las noches en que Naiara, la ganadora de OT, triunfó en La Blanca
La concursante, que se reivindica como 'chonija' y se ha convertido ya en un icono pop, actuó con la orquesta Nueva Alaska en la capital alavesa durante las fiestas de 2019 y repitió el pasado agosto
«Tiene 22 años y una voz de cisne. Naiara Moreno es una de esas tías que parecen llevar la pose de diva pop en el ADN. Por la seguridad con la que pisa en el escenario, por cómo se enfrenta a la prueba de sonido, por cómo entona notas imposibles (mi-mi-mi-mi-miiiiiii) mientras manda whatsapps... te das cuenta de que, algún día, se zampará la industria musical». La predicción, publicada hace cuatro años en estas mismas páginas, se ha cumplido. Y de qué manera. Naiara se proclamó el lunes ganadora de la nueva edición de Operación Triunfo, que se ha emitido durante los últimos tres meses en la plataforma Prime Video convertida en todo un tremendo fenómeno social, sobre todo entre un público muy joven. Fue una noche apoteósica para la cantante. Pero ella ya estaba muy acostumbrada a arrasar en los escenarios desde mucho antes. Sin ir más lejos, logró que el público de Vitoria cayera rendido a sus taconazos una noche de La Blanca de 2019. Y otra vez este mismo año, poco antes de entrar en la Academia.
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Con sus telones brilli-brilli, sus máquinas con bien de humo, sus luces láser y sus focos estroboscópicos (todas quieren tener su momento 'Chanelazo'), las orquestas que se suelen programar en la plaza España para La Blanca consiguen recrear la atmósfera predilecta para un público exigente 'ma non troppo': al fin y al cabo, -aunque aspiren muy fuerte y de forma entrañable a ello-, no estamos hablando de un concierto de Taylor Swift. Uno va a la verbena para meterse entre pecho y espalda una buena ración de temazos, echar un par de bailes (o lo que sea) y berrear como si no hubiera un mañana con 'Fiesta pagana' de Mägo de Oz, porque todo el mundo sabe que en el mundo de las orquestas impera una ley no escrita: todas las noches tiene que sonar 'Fiesta pagana' de Mägo de Oz. En esas, entre katxis, puede que te sorprenda algún cantante por un gorgorito especialmente entonado, pero lo cierto es que esas voces resultan impersonales e intercambiables. Lo habitual es que la mayoría llegue a fijarse si quiera en quién está cantando. Y entonces, aparece ella.
Estética extrema
Fue un resacoso lunes 5 agosto de 2019. EL CORREO estaba siguiendo durante toda una jornada a la orquesta zaragozana Nueva Alaska. La idea era mostrar el durísimo trabajo que hay detrás de cada show de estas orquestas. Mientras los técnicos de luces y sonido, que también eran los propios músicos 'multitask' de la orquesta cargaban con altavoces y pantallas, una joven morenísima, de mirada felina y con una indudable percha de estrella asomó entre los burros cargados de brillante vestuario de lentejuelas. Era ella, Naiara, la joven que en Operación Triunfo se ha metido al público en el bolsillo con un vozarrón imposible y un envoltorio basado en una forma extrema y brutal de entender la estética: con el maquillaje más siempre es más y nunca es suficiente y con el vestuario, menos -y a veces, directamente nada- también siempre es más. Ella, ya convertida en un icono pop, se reivindica como 'chonija' (choni y pija) en una resignificación del poligonerismo sin complejos que daría para una tesis sociológica.
La hoy ganadora de OT con el 49% de los votos -una barbaridad, teniendo en cuenta que la final se la jugaron nada menos que seis aspirantes de esa Academia de cantos de cisne- no tuvo reparo alguno en que el fotógrafo disparaba mientras se maquillaba en su 'camerino': una caseta de obra al lado del escenario. Entre (mucha) sombra aquí y (demasiada) sombra allá, Naiara habló de lo sacrificado de la vida de cantante de orquestas, contó que aquel mismo día, tras más de tres horas de actuación, volverían en la furgo a casa, a Pinseque, un pueblo a tiro de piedra de Zaragoza que se levanta a orillas de la AP-68.
Después de esos años de currazo, de bolos veraniegos día sí y día también en media España durante varios años (a La Blanca regresó este mismo año), ella se ha coronado en el concurso televisivo sin despeinarse las extensiones. En la noche en que Vitoria cayó rendida a sus pies en aquel 2019 en el que ya se intuía que iba a arrasar, Naiara arrancó con el semptierno 'I'll survive' de Gloria Gaynor y, por supuesto, cantó aquel 'Malamente' de Rosalía que lo estaba petando. Le siguieron otros 35 temas, con sus coreografías y sus cambios de vestuario. Acostumbrada a un ritmo así, lo de defender en el escenario una sola canción cada semana le ha tenido que parecer una nimiedad. En la tele, ha fascinado al público con esas cuerdas vocales suyas, con ese timbre salvaje que le ha llevado a firmar actuaciones icónicas como su inenarrable versión del 'Despechá' de Rosalía que trufó con un 'Acelera, maña' que ha convertido en grito de guerra o ese 'Sobreviviré' maquinero de su última actuación que le consagró como una estrella pop. Antes, en Vitoria ya se había consagrado como la diva verbenera total.
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