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Les puso voz a canciones y actores, buscó la emoción y la risa en el público, mostró ingenio e ironía en sus monólogos y recorrió ... formas de expresión y creación durante sus intensos 60 y pico inviernos. Kike Loyola era todo un personaje de la escena vitoriana, nacido en junio de 1964 (un año de cosecha excelente en vinos de Rioja, según recordaba algunas veces). Ahora se ha ido, con un problema respiratorio que arrastraba de una afonía sufrida el pasado mes de diciembre.
Resulta un tanto chocante para quien fue cantante y fundador de la banda alavesa Segundo Banana, donde repetía aquello de 'Todo va bien'. También fue 'frontman' del grupo de rock romántico Viento de Locos, maquinista de Tren Nocturno, impulso el gipsy jazz con El Síndrome del Stendhal o formó dúo acústico con Javier Antoñana.
Pero el ámbito musical no fue el único, precisamente. Loyola era inquieto y lo manifestó a través de una década de humor en diferentes emisoras de radio, ademas de recorrer la geografía española con sus monólogos -incluido un par de años en las tablas de The Man in The Moon, luego The Tap- y formar parte de los cómicos de El Club de la Comedia. Interpretó a un personaje que se quejaba del 'bosshugo' de su jefe o rebautizó a Michael Jackson como 'El Señor de los anillos', siempre con los juegos de palabras, los contrastes y alguna vez que otra con un pie en el absurdo.
Este último tipo de enfoque se proyectó en alguna de sus creaciones como realizador, con el humor como bandera y con colaboraciones de Rafa Martín o Carmen San Esteban, por citar sólo a un par de los muchos intérpretes a quienes 'engañaba' para trabajar gratis y poder lanzar proyectos. Y es que Kike Loyola creía en la colaboración y en que 'hazlo tú mismo' que le emparentaba con la filosofía punk. De manera especial en aquellos años salvajes en los que compartió un piso bautizado como 'Clavo ardiendo' con el recientemente desaparecido guitarrista Arturo Blasco (Itoiz, Potato, La Polla Records…).
Fue pregonero festivo de la capital alavesa, actor y profesor de doblaje, ayudó a varios artistas inmigrantes, colaboró en programas de radio y acercó la interpretación y el doblaje a los jóvenes dentro de un programa de ocio juvenil. Una muestra de su carácter romántico fue un viaje relámpago en coche para que su padre pudiera ver el mar por última vez. Como en tantas cosas, lo consiguió. Kike Loyola deja a su pareja, Isabel, y a un sinnúmero de amigos, artistas y colaboradores. Le echaremos de menos.
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