Un merecido homenaje al liderazgo
La Diputación entregó la Medalla de Álava a la familia de Luis de Lezama, que el día de San Prudencio se suspendió por el apagón
La tradicional entrega de la Medalla de Álava de 2025 ha resultado atípica. No pudo celebrarse el Día de San Prudencio, como consecuencia del apagón ... que afectó a toda España, y el sacerdote Luis de Lezama falleció en enero, apenas tres semanas después de que el Consejo de Gobierno de la Diputación le eligiese para recibir esta distinción. Pero el acto en el Museo Artium resultó este miércoles un homenaje a este polifacético religioso nacido en Amurrio que, además, fue empresario hostelero y periodista. «No sólo reconocemos su labor, sino también celebramos los valores que encarna y que tanto necesitamos en nuestro territorio: visión, compromiso, generosidad y una inquebrantable voluntad de construir futuro», afirmó el diputado general, Ramiro González.
El máximo dirigente foral aseguró que el motivo que le hace merecedor de este reconocimiento es que «nunca se conformó con lo establecido» y explotó su espíritu emprendedor. «Siempre buscó ir más allá, detectar las necesidades, imaginar las soluciones y sobre todo ponerlas en marcha», destacó tras entregar la medalla al sobrino de Don Luis, Jon Urrutia, que ahora preside la Fundación Iruaritz-Lezama que continúa con el legado.
«No sólo reconocemos su labor, sino también los valores que encarna y que tanto necesitamos»
Ramiro González
Diputado general de Álava
Iruaritz era el caserío del pueblo amurriano de Lezama en que creció y que en castellano significa tres robles, pero que con sus raíces, su tronco y sobre todo sus frutos también sirve para representar el proyecto que desarrolló este cura. «Su vida fue una sucesión de proyectos que hablaban de esperanza, oportunidades y dignidad», explicó Jon Urrutia. Ahí están la taberna del Alabardero, el café de Oriente, el colegio de Santa María-La Blanca de Madrid o la escuela de hostelería de Sevilla. Cuando antes de Navidad se le comunicó que iba a recibir esta medalla, se mostró «emocionado y muy agradecido, pero ya con una salud «frágil».
Y es que Luis de Lezama utilizó la formación en hostelería como espacio para la inclusión de las personas menos favorecidas. «Se comprometió con la excelencia, sin sacrificar la proximidad. Y transformó los comedores sociales en lugares de encuentro, donde el respeto y la calidad eran tan importantes como la comida. En este mundo que cambia más rápido que nunca, donde la prisa a menudo reemplaza lo importante, figuras como el Padre Lezama nos invitan a una mirada profunda. A pensar en proyectos con alma», destacó Ramiro González.
«Su vida fue una sucesión de proyectos que hablaban de esperanza, dignidad y oportunidades»
Jon Urrutia
Sobrino de Don Luis
Pero más allá de un homenaje personal al cura amurriano también buscó ser una «declaración colectiva». «Es la forma en que Álava dice alto y claro qué tipo de liderazgo quiere: comprometido, generoso, transformador, con vocación de servicio, visión social, sensibilidad humana», indicó. «Nuestro territorio, que ha sabido crecer desde la solidez y el esfuerzo, necesita más que nunca referentes que nos inspiren a construir futuro. Estamos ante retos importantes: sociales, económicos, demográficos...», consideró.
El acto resultó ciertamente emotivo, pues en algunos momentos se escuchó la voz grabada del sacerdote. «Gracias por recordarnos que los sueños se construyen trabajando, que el progreso sin justicia no es verdadero progreso y que el alma de un territorio se mide también por la forma en que cuida a los más débiles», concluyó el diputado general.
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