El Mercado de la Almendra resucita al Casco Medieval de su letargo veraniego

Y no hay ciencia exacta en esto, pero parece que, al canto de las gangas, al menos unos pocos más se acercaban al puesto y, con algo de suerte, más de uno incluso se los llevan los tenderos al huerto. 2,95 euros el kilo de tomates gordo rosa y otras tantas ofertas que hicieron de vías y cantones un continuo deambular de gente. La 'Cuchi' mutó así su particular olor a pis y vino caliente y tomó ese aroma salivante a chorizo curado y queso de baserri.

En medio de ese ambiente, el de los bacalaos Ja&Ri también se ponían las botas. La cola era cuanto menos generosa. Y eso que no había que ir preparando todavía la cena de Navidad. Todo con tal de hacerse con esos lomos desespinados, perfectos para hincarles el diente. «He venido recomendada por una amiga. Me ha dicho que es de los mejores», rezaba Puri Pérez de Arenaza, que se llevaba un lomito para desmigarlo y repartirlo por sus croquetas y tortillas caseras. «También un poquito de callos, que casi nunca veo», añadía esta mujer a la bolsa de tela, así, en plan 'caprichín'.

Con el buen tiempo que hacía, asumía una tendera de Mañueko, «las rosquillas no apetecen tanto» y, aun así, despachó unas viandas bien majas. Y con mucho desparpajo, fruto de tantas horas midiéndole la temperatura al aceite. «Si no, tenemos la tarta de queso, que esa entra entra siempre muy bien», señalaba animada.

Y como todo buen anillo este Mercado de la Almendra también tiene una gema de muchos quilates. Esa es la Burullería, en la que no faltan los puestos de miel, pan, rosquillas, aceite, talos y los infalibles 'txanpis'. Había casi que pegarse codazos para llegar hasta ellos y remojar después la garganta en sidra bien fresquita.

«Los mejores 'txanpis' de Euskadi. Calentito, rico y sabrosón», gritaba convencido eal mando del 'tinglao', Iñaki Txustarra. Y así lo aprobaba desde la barra Manuel Mateos, que hacía de anfitrión para su amiga madrileña Ana Belén Sánchez. «Quiero que se vaya de aquí diciendo que bonito es esto y qué rico está todo», decía este vitoriano de Ibaiondo que se confesaba «de buen comer».

No faltaron tampoco los de Slow Food Araba para hacer gala de los mejores manjares del territorio como, entre otros, la pinta de Berantevilla. «Dentro de unas semanas se empieza a recoger la alubia. Siempre la solía meter en ensalada, pero este año se me ha ocurrido hacerla en forma de humus», explicaba Maite González a todo el que se arrimaba curioso.

Después, decía, se acercaría a su sociedad, Zapardiel, una de las múltiples sociedades que animan hoy la fiesta en la última vecindad de la 'Herre'. Los vecinos han preparado este sábado para sus festejos patronales una jornada en la que no faltará aurresku, ofrenda floral y kalejira, además de la ya tradicional comida popular con música.