Las marcas «sorprendentes» en una iglesia de Treviño
El equipo de Ermitaraba 'descubre' en Villanueva de la Oca un dibujo del campanario del propio templo. «Barreremos con mucho cuidado», dicen los vecinos
«Fue emocionante y sorprendente. Nos sentimos como Howard Carter cuando descubrió la tumba de Tutankamón». Aunque exagera y lo dice medio en broma, el ... entusiasmo que muestra Jon Ortiz de Zárate hace que suene creíble. Habla de lo que sintió hace unas semanas al visitar la iglesia de Villanueva de la Oca, una pedanía de La Puebla de Arganzón. Allí, junto al equipo de Ermitaraba, 'descubrieron' unas marcas en el suelo. Interesados por saber qué había ahí, siguieron esos rasguños en las piedras con una tiza y vieron una silueta a escala real de la espadaña de la propia ermita. Es decir, el dibujo del campanario del templo se encontraba a sus pies. Ese dibujo que sirvió para facilitar el levantamiento de esa estructura del año 1783, edificada por José de Zárate y Elortegui. En realidad era habitual que los canteros empleasen la nave como soporte para diferentes mediciones. «El papel era un recurso de lujo y sobre la propia piedra hacían todos estos trabajos. Era una herramienta necesaria para ejecutar cada una de las piezas (como bóveda o un arco)», coinciden diferentes expertos consultados.
Mucho menos habitual es que esos vestigios se puedan ver de forma tan clara. Fueron Jon (especialista en publicidad), Miguel Ángel Salazar (ingeniero mecánico jubilado) y Marta Fernández de Jáuregui (profesora), del equipo Ermitaraba, quienes en una visita a la iglesia con fin de preparar las visitas guiadas de Ermitaraba se acordaron de que la investigadora Isabel Mellén había hablado de esas señales en la nave principal. También el catalogo documental de la Diócesis de Vitoria recoge que allí había unas marcas de construcción desde hace años. «Llevábamos un buen rato haciendo fotografías cuando las vimos en el suelo y se nos ocurrió seguir esas líneas con una tiza», cuentan. La vecina del pueblo, Rosa Fernández de Gamboa, que le había abierto las puertas del templo, se las facilitó. «Rápidamente vimos esa imagen de la espadaña. Hasta entonces no sabíamos qué había tras esas marcas», cuenta ella.
Iñigo Ezquerra, historiador de la construcción, aclara que era un procedimiento habitual para los canteros recurrir a 'monteas', dibujos a escala natural que servían para definir las piezas antes de cortarlas. En este caos no se trata de montea. «Es más bien un dibujo que se hace para tener preparadas y tener controladas todas las piezas de la espadaña antes de subirlas al andamio y trabajar altura». ¿Interés? «Para la gente especializada en la Historia de la construcción lo tiene. Es curioso para el público en general. Y dar a conocer estas prácticas puede hacer que alguien se anime a seguir investigando», explica este colaborador del colectivo Álava Medieval. Alexandra María Gutiérrez, investigadora de la Universidad de Salamanca centrada en el estudio de este tipo de trazas y diseños, reconoce que no ha sido un tema muy explorado. Sin embargo, cada vez «despierta más interés» entre arquitectos e historiadores porque son testimonios gráficos de la propia construcción de edificios. Además, añade, surgen cada vez más voces que demandan «protección» de este tipo de restos. «En muchas ocasiones se han visto malas actuaciones como pasar una lija por la piedra», apunta. Acerca de las posibilidades de difusión, pone como ejemplo las monteas en las azoteas de la Catedral de Sevilla. «Las marcaron con pintura y se incluye en las visitas guiadas», apunta.
Los habitantes del pueblo –ocho, según los datos del INE– no ocultan su sorpresa. En Álava se conocen dibujos preparatorios de este tipo solo en Argote. «¿A quién no le va a gustar que en su pueblo haya una joya así? Porque para nosotros es una joya», suelta Pilar, una de las vecinas de un pueblo situado en la ruta del Camino de Santiago alavés. «Casi todos los días pasan algunos peregrinos. No son muchos, pero igual ahora vienen más», comentan. El alcalde de la pedanía Gonzalo Villapún no tiene una propuesta clara. «Si hay que dejar las marcas a tiza se dejan, pero al pisarlas se borrarán», dice. Le replican que «aunque barramos, lo haremos con mucho cuidado». En todo caso, queda en manos de Diputación y el Obispado de Vitoria cualquier posible actuación para remarcar esas líneas sobre las que habitualmente se sitúan los bancos de una iglesia que desde hace doce años solo abre sus puertas una jornada para la misa del Día de San Pedro.
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